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Manuel Fernández Ordóñez

El nuevo opio marxista

El control social es su objetivo, la destrucción de la civilización lo que pretenden conseguir y el capitalismo el demonio que toda religión necesita.

El control social es su objetivo, la destrucción de la civilización lo que pretenden conseguir y el capitalismo el demonio que toda religión necesita.
EFE

¿De dónde viene ese profundo odio por nuestro modelo de sociedad? ¿Dónde surge ese rechazo a nuestro estilo de vida? ¿En qué momento sacar a millones de personas de la pobreza, terminar con las hambrunas y erradicar enfermedades que asolaron la humanidad durante siglos dejó de tener valor? ¿Cuándo renegamos de los valores de la Ilustración y del humanismo del Renacimiento?

Nuestra sociedad está siendo víctima de continuos ataques por parte de grupos que niegan el humanismo como fuente del bienestar. Surgen doctrinas como el sensocentrismo del que brota el pensamiento Deep Ecology, que equipara los derechos de los seres humanos a los de cualquier ser viviente con "sentimientos". La fuente del derecho pasa a ser (para ellos) el hecho de "sentir" y cualquier consideración diferente de la naturaleza es inconcebible y abominable. El ser humano es únicamente aceptable si existe en las mismas condiciones que el resto de las especies, negando cualquier desarrollo y evolución que se haga "a costa" de la naturaleza. Es decir, negando al ser humano en sí mismo.

Así, condenan la evolución y el progreso social bajo la destructiva falacia del valor intrínseco de la naturaleza. Un valor que debe ser considerado infinito y, por tanto, intocable. Con la superioridad moral como coarta, construyen una narrativa basada en los sentimientos y en el miedo, hurgando en la culpabilidad como arma dialéctica, buscando la expiación de los pecados occidentales en una suerte de altar en el que cualquier excusa es válida para lo que realmente buscan: la implantación de una agenda ideológica de control social y decrecimiento. La excusa actual es la lucha climática, pero hubo otras antes y habrá otras en el futuro.

Son la nueva religión, una pirueta histórica en la que beben marxismo para acabar siendo aquello de lo que el propio Marx renegaba: opio del pueblo. Al igual que el fin de la Edad Media fue testigo del surgimiento del antropocentrismo como reacción al teocentrismo que asoló durante siglos la razón humana, el pensamiento ecológico contemporáneo surge como reacción a ese antropocentrismo que ha llevado al ser humano a las más elevadas cotas de bienestar de la historia. Y todo vale para ahondar en la falsa yuxtaposición entre el hombre y la naturaleza, como si no formáramos parte de ella.

No es más que agenda política encubierta de buenismo. Como enésimo ejemplo, el de la última semana. La archiconocida activista climática Greta Thunberg, publicaba en sus redes sociales una foto de una protesta contra la inacción occidental en materia climática y, por ende, contra los combustibles fósiles. En la foto se puede ver a una veintena escasa de jóvenes, ataviados con ropa para protegerse del intenso frío. Ropas hechas con materiales sintéticos, que provienen íntegramente de ese petróleo contra el que tanto protestan. ¿Y su calzado? Fabricado con petróleo o piel de animales. No está mal para alguien en contra del petróleo y vegano.

Viven en una distopía cognitiva continua. Capaces de justificar cualquier contradicción racional en aras de una utópica e idílica naturaleza que únicamente existe en sus cabezas. Así, demonizan el petróleo, pero se visten con él. Abogan por la igualdad entre especies, pero llevan calzado hecho con animales (o con petróleo) y luchan por una supuesta justicia social, pero enarbolan carteles manifestando un preocupante y claro antisemitismo. El enésimo ejemplo de que el clima es solo es una excusa. El control social es su objetivo, la destrucción de la civilización occidental lo que realmente pretenden conseguir y el capitalismo el demonio que toda religión necesita. Tienen toda la estructura de una iglesia, incluidos los apóstoles, los cardenales y los cónclaves. Hoy empieza uno en Dubái, la COP28 con el lema "la acción climática no puede esperar". Vayan libres de pecado.

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