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El gran informe de pensiones de la OCDE nos recuerda por qué nuestro modelo es insostenible

España mantiene uno de los sistemas más generosos junto a Grecia e Italia. Y experimentará un envejecimiento acusado en la próxima década.

España mantiene uno de los sistemas más generosos junto a Grecia e Italia. Y experimentará un envejecimiento acusado en la próxima década.
La actual ministra de Seguridad Social, Elma Saiz, junto a su antecesor, José Luis Escrivá, este martes en el Congreso. | EFE

Esta semana, la OCDE publicaba su tradicional Pensions at a Glance. Es un estudio bianual en el que se comparan los sistemas de pensiones de los países más ricos del mundo. ¿Novedades? No muchas. Más o menos todo lo que nos cuenta en esa edición ya era conocido; aunque hay un capítulo sobre las reformas aprobadas en el que los autores advierten de que en España el gasto se incrementará a un ritmo muy superior a los ingresos.

Pero hoy no miraremos tanto al futuro como al presente. Porque sobre las previsiones para las próximas décadas siempre puede plantearse la duda de si se cumplirán o no. De si debemos ser pesimistas o ver el vaso medio lleno. Por eso, quizás lo mejor sea simplemente echar un vistazo a lo que hay. Y, con eso, tratar de anticipar los diferentes escenarios que pueden ir apareciendo.

- Generosidad: España es el segundo país más generoso (sólo por detrás de Grecia y por delante de Italia) si medimos el montante de la pensión (en términos brutos) respecto del salario que el jubilado estaba cobrando en el momento de su retiro. De acuerdo a las cifras de la OCDE, esta tasa de reemplazo asciende al 80,4% de un trabajador que tuviera el salario medio de la economía. La media de la OCDE es del 50,7%.

Por supuesto, hay muchas formas de medir la generosidad del sistema. La OCDE utiliza casi todas: relación salario-prestación neta; comparación no sólo con el salario medio, sino también cuánto se llevan los que ganan un salario inferior al promedio nacional y los que ganan un sueldo superior; cuánto vale la pensión medida en términos de riqueza (es decir, a qué capital equivale: cuánto tendríamos que pagar en una entidad privada si quisiéramos contratar una prestación equivalente), etc...

Pues bien, en todas y cada una de las tablas España está en los primeros puestos. En la tabla que organiza los países según a cuánta "riqueza equivale la pensión" en relación al salario, somos los terceros si tomamos a un trabajador con ingresos inferiores a la media y los primeros si tomamos el salario medio. Y con la peculiaridad de que aquí toda esa generosidad la sostiene un modelo de reparto (en otros países europeos con pensiones elevadas, como Dinamarca u Holanda, parte de esa prestación llega desde la pata de capitalización-ahorro individual).

- Demografía: somos el segundo país con una tasa de fertilidad más baja de la muestra, sólo por detrás de Corea. Y el cuarto con una esperanza de vida más elevada a los 65, por detrás de Japón, Corea y Francia.

En lo que hace referencia a la estadística más importante para las pensiones (ratio entre la población con más de 65 años respecto a la población de entre 20 y 64 años), España no estaba en 2022 en una posición especialmente dramática: 33% frente a una media del 31% en la OCDE. Muchos países europeos (Dinamarca, Francia, Alemania, Grecia, Italia...) tienen muchos más ancianos respecto de su población en edad de trabajar. La razón es que su baby-boom llegó antes (a partir de finales de los 40), mientras que en España ese fenómeno comenzó una década más tarde. Las grandes cohortes de boomers españoles están empezando a jubilarse ahora.

Sin embargo, en 2052, las proyecciones de la OCDE nos sitúan en el cuarto lugar, sólo por detrás de Corea, Japón e Italia. Pero antes dijimos que hablaríamos sólo del presente, ¿por qué ahora miramos la demografía? Pues porque aquí el presente sí sirve para adelantar tendencias. Los niños que no han nacido no podrán ser jóvenes en la década 2040-50. Las personas que ahora tienen 40 años, serán ancianos (salvo catástrofe sanitaria que nadie desea) a mitad de siglo.

En demografía, el factor más imprevisible es la emigración. El resto de elementos de la ecuación son más fáciles de anticipar. Y lo que nos dicen las cifras es que vamos a ser uno de los países en los que más va a empeorar el saldo demográfico en los próximos treinta años. ¿Es salvable con la llegada de jóvenes desde el extranjero? Podría ser, parcialmente. Pero sin olvidar que (1) eso implica tensiones en otros aspectos; (2) qué jóvenes van a venir: cualificados, no cualificados; (3) en esa competición por atraer trabajadores, ¿España está bien o mal posicionada?

- Gastos: España ya dedica bastante más que la media de la OCDE a financiar las pensiones públicas. Una media del 11,3% del PIB en los beneficios que mide este informe frente al 7,7% del conjunto de la muestra. Es cierto que en esta tabla estamos lejos de los que más gastan (Grecia e Italia, por encima del 15% del PIB), pero también que el incremento de los últimos años apunta a que nos iremos acercando a esas cifras a lo largo de la próxima década y media. De hecho, como decíamos al principio, la conclusión del informe de la que más se ha hablado estos días es de esa proyección que indica que el gasto subirá al doble de ritmo que los ingresos.

- Impuestos: como no podía ser de otra manera, ese gasto se sostiene sobre unas contribuciones sociales muy importantes. Un salario medio paga en España un 28% de su sueldo en cotizaciones que generan derecho a pensión. En la OCDE, la ratio está en el 18%.

Aquí habría que hacer un apunte sobre el mercado laboral. Porque España tiene una tasa de empleo relativamente baja (porcentaje de personas con un trabajo respecto de la población entre 20 y 64 años) y una tasa de paro muy por encima de la media (de hecho, en octubre de este año éramos el país de la OCDE con un nivel de desempleo más elevado).

Sostenibilidad y modelos

Como decíamos al principio, nada muy nuevo. Todo esto ya lo sabíamos. Pero verlo así, todo junto, hace que este documento sea especialmente interesante. Y sobresalen dos preguntas por encima del resto.

En primer lugar, ¿esto es sostenible? José Luis Escrivá, hasta hace unas semanas ministro del ramo, siempre ha defendido que sí, que no hay más que pequeños ajustes por hacer. Su principal argumento estaba en el futuro: por qué no vamos a crecer más, atraer talento, crear más empleo, subir salarios y cotizaciones, jubilarnos un poco más tarde, tener más hijos... Si todo eso sale como él espera, no habría que ir más allá de retoques aquí y allá en el sistema. La pregunta es ¿y si no sale? Pero, también, cuál es nuestro punto de partida. Y ahí no pinta nada bien: sistema muy generoso; mercado laboral con muchas carencias; baja productividad y sueldos; población que ya está envejecida en 2022 y que experimentará un proceso acelerado de envejecimiento extra en la próxima década; impuestos sobre el trabajo algo por encima de la media de los países ricos; gasto en pensiones que también está ya por encima de la media de nuestros comparables...

Al preguntarnos por la sostenibilidad no planteamos que las pensiones o la Seguridad Social desaparezcan. El escenario no es ése. La clave es: ¿podemos seguir pagando una prestación que sea equivalente al 80% del último salario? ¿A qué edad tendrán que jubilarse los españoles para garantizarse este nivel de pensión? ¿Qué nuevos impuestos habrá que aprobar? ¿O que otras partidas presupuestarias recortar? ¿Cuál será la tasa de sustitución pensión/salario dentro de veinte años?

Además, de la mirada a las tablas de la OCDE, surge otra pregunta: ¿es bueno el modelo español? Lo que queremos decir es que en la mayoría de los gráficos aparecemos cerca (en muchos casos, con uno delante y otro detrás) de los dos países de la OCDE que son sinónimo de fracaso económico en las últimas décadas: Grecia e Italia. Cuando nuestros políticos se enorgullecen de proteger las pensiones y pagar más que nadie... deberíamos levantar la mano. Más que nadie, no: los italianos y los griegos son todavía más generosos con sus jubilados que nosotros. Ahora, la duda es ¿qué supone esto para la economía de ambos países? ¿Son felices los jubilados de estos dos países? ¿El cortoplacismo dirigido a proteger por encima de todo a los ya jubilados está poniendo en riesgo no sólo su mercado laboral sino el futuro de estos mismos jubilados? Porque también hablamos de los dos países más endeudados de Europa: ¿vamos por el mismo camino?

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