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Domingo Soriano

El absurdo de las cumbres del clima: o cómo creerse que los jeques o los comunistas chinos pensarán en "la humanidad"

Si uno se cree de verdad que el incremento de las temperaturas respecto a los niveles de 1870 es tan peligroso, debería estar realmente enfadado.

Si uno se cree de verdad que el incremento de las temperaturas respecto a los niveles de 1870 es tan peligroso, debería estar realmente enfadado.
El ministro de Industria de los EAU, Ahmed Al Jaber, y el máximo responsable de la ONU para el cambio climático, Simon Stiell. | EFE

¿Para qué sirven las cumbres del clima? Sus promotores nos dicen que son la forma en la que el mundo enfrenta la amenaza de un calentamiento global que puede poner en peligro la vida sobre el planeta. Pero, ¿es esto cierto?

Esta semana, se producía el cierre de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28). Como en cada una de las 27 anteriores, las imágenes y las declaraciones intentan reflejar alegría, incluso euforia: esa idea de que el mundo se ha unido para hacer frente a un peligro como nunca antes la humanidad ha conocido y al que sólo se puede hacer frente con este tipo de instrumentos de coordinación política.

Pero si uno se cree de verdad que ese incremento de las temperaturas respecto a los niveles de 1870 es tan peligroso, debería estar realmente enfadado.

Yo no lo estoy, porque no lo creo. Es decir, sí creo que las temperaturas medias son, aproximadamente, 1,25 grados centígrados más elevadas ahora mismo que hace 150 años. También creo que el ser humano, con la quema de combustibles fósiles, ha ayudado en el desarrollo de ese fenómeno. Asumo, con más dudas porque el futuro siempre es incierto, que lo normal es que la tendencia se mantenga en las próximas décadas. E incluso admito que este incremento de las temperaturas generará problemas en una población no acostumbrada a los mismos.

Entonces, qué es lo que no creo: que sea tan peligroso. En primer lugar, porque el ser humano (y el Planeta, si lo quieren así) ha demostrado una extraordinaria capacidad de adaptación a todo tipo de cambios en el clima en el pasado. También porque el ser humano que se adaptará a esa subida de las temperaturas será mucho más rico y tendrá una tecnología mucho más potente que nosotros: en 2100, nuestros nietos tendrán a su alcance opciones que ni imaginamos.

Hay un tercer factor que hace que no me preocupe: que no tengo nada claro que, con cumbres y sin ellas, las emisiones vayan a seguir aumentando sin tasa. No es eso lo ocurrido en el pasado. Desde hace más de medio siglo, mucho antes de este tipo de encuentros, los países ricos han ido mejorando prácticamente todos sus indicadores medioambientales (desde la superficie cubierta por bosques, al reparto en el uso de la superficie, pasando por las emisiones de la mayoría de los gases contaminantes) simplemente por eso... porque eran más ricos. No hay nada que nos lleve a pensar que eso no ocurrirá en el futuro cercano con aquellas otras regiones (sobre todo el sureste asiático) que están disparando su renta per cápita en las últimas décadas.

Algo parecido me ocurre con las energías renovables. Sé que enfrentan desafíos técnicos innegables: el principal, la intermitencia y el almacenamiento, pero no sólo estos dos. También enfrentan un enemigo terrible, porque el petróleo es muy eficiente y barato para los beneficios que aporta. Pero, con todo y con eso, soy muy optimista con la tecnología verde (de la eólica a la solar, pasando por otras más en pañales como las nuevas nucleares o la geotermia) porque es la respuesta a la pregunta del millón de la humanidad: un recurso que nos permita hacer casi de todo, gratis, sin que se acabe ni haya que pelearse por el control de las minas o los yacimientos. Y somos muy buenos respondiendo a las preguntas del millón. ¿Lo vamos a conseguir mañana? No. Pero, ¿alguien inventará la forma de desarrollarlas a pleno rendimiento? Estoy convencido. Y más pronto que tarde, con cumbres y sin ellas.

Por último, una obviedad en mi despreocupación: en el pasado, las mejores etapas de la historia han coincidido con climas cálidos. En general, al ser humano se le da bien tratar con aumentos de las temperaturas y se le da bastante peor el enfriamiento. Del óptimo climático medieval al enfriamiento del siglo XVII, la historia nos dice que, ante la duda, mejor calor que frío. De hecho, si es verdad que vivimos en el momento más caluroso que nunca se ha conocido en el planeta, esto debería ser una reivindicación de los beneficios del calentamiento global, más que una acusación: este período ha coincidido con la época de más crecimiento, bienestar, prosperidad y cuidado medioambiental de la historia.

Por qué, entonces, si estoy tan tranquilo con el futuro de la humanidad, me gustan tan poco las cumbres del clima. Pues, en primer lugar, porque no favorecen nada el desarrollo de esas nuevas tecnologías que son la clave de todo: no vamos a inventar la placa solar mágica e indestructible porque unos cuantos miles de delegados se reúnan dos semanas en Dubái. Porque anticipan un escenario de terror que no sólo no es cierto sino que pavimenta el camino para una expansión del poder político. Los tiranos de todo el mundo ya saben que la excusa climática es un arma retórica muy oportuna para justificar casi lo que sea. Porque diciendo que van a cambiar lo que no sabemos cómo será (el futuro) están poniendo en peligro millones de vidas en el presente.

Pero, por encima de todo, porque está claro que no sirven para nada. La declaración de cierre del encuentro de este año no contiene más que un deseo. Compromisos imposibles de cumplir (como ese que dice que los gases de efecto invernadero van a reducirse en 2030 un 43% respecto a los de 2019... cuando ¡están aumentando!). A aquellos que se dicen preocupadísimos por el calentamiento global, esto debería aterrorizarles. ¿De verdad alguien piensa que el Partido Comunista Chino va a frenar el crecimiento económico de su país, con las consecuencias en términos de tensión social que eso tendría, por solidaridad con el futuro de la humanidad? ¿El politburó del PCCh pensando en los demás y sacrificándose por el bien de nuestros nietos? ¿Alguien cree que los jeques del golfo van a renunciar a sus actuales rentas del petróleo porque les preocupe el clima? Pues eso es lo que han firmado. No sólo lo que se ha firmado, sino en lo que descansan los acuerdos: para que se cumplan estos, jeques y políticos chinos tendrían que dejar de pensar en lo que les conviene a ellos y ponerse a pensar en un planeta más verde. De verdad, ¿alguien se cree esto?

Por eso digo, que a mí me preocupan las cumbres por el daño que pueden hacer, aquí y ahora, al crecimiento económico. Un daño que se traducirá en peores condiciones de vida sobre todo en las regiones más pobres del planeta (decir menos crecimiento económico es como decir menos comida, peores viviendas, menos energía, peor salud, más muertes). Para los que tengan miedo por el futuro, debería ser todavía peor. Si te crees de verdad que el planeta está en peligro, no hay nada de lo acordado esta semana en Dubái que deba tranquilizarte.

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