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Claves para aumentar la productividad de las empresas

Los procesos de coaching están enfocados a directivos, pero el futuro inmediato requerirá ampliarlos a todos los niveles de la organización.

Los procesos de coaching están enfocados a directivos, pero el futuro inmediato requerirá ampliarlos a todos los niveles de la organización.
Grupo EULEN

El coaching comenzó a implantarse en el entorno empresarial a mediados del siglo pasado, como proceso de mejora personal enfocado en la consecución de resultados. Desde entonces, está en continua evolución, consolidándose como una de las principales herramientas de desarrollo directivo.

Desde esta perspectiva, el coaching facilita y promueve el cambio. Su implementación en la empresa puede ser clave, tanto en la definición de prioridades, como re-evaluando fórmulas pasadas que funcionaron en su momento pero que hoy ya no obtienen los resultados de antaño.

Además, contribuye a fijar objetivos con claridad, desde la reflexión y el análisis, siendo herramienta fundamental en el diseño y la ejecución de un plan de acción en cuanto a que invita a moverse proactivamente hacia el objetivo, con un compromiso máximo.

De otro lado, la característica más reconocida de esta disciplina es su contribución a liberar el potencial de una persona, al desarrollar su capacidad de aprendizaje, contribuyendo con ello a la mejora sustancial de su desempeño y, en consecuencia, a la mejora de sus resultados.

"El secreto del cambio es enfocar toda tu energía no en luchar contra lo viejo sino en construir lo nuevo". Sócrates.

Porque el coaching es esencialmente un proceso de aprendizaje transformacional, en el que el coachee toma conciencia de su situación, decide qué quiere cambiar, hasta dónde está dispuesto a comprometerse y cómo va a acometer ese cambio. Coaching = aprendizaje + acción.

Pero es también un proceso de asunción de respons-(h)abilidad, entendida ésta como la habilidad de un individuo para responder ante una situación adquiriendo el protagonismo en la elección de su decisión, siendo dueño de su futuro.

En pleno siglo XXI, la madurez del coaching como herramienta de desarrollo y transformación personal, junto a la necesidad de las empresas de tener a empleados motivados y así obtener el máximo rendimiento, hace necesario que busquemos fórmulas que hagan viable la implementación de una cultura de coaching en la empresa, más allá del número de procesos que se puedan estar ejecutando en un momento preciso.

Entornos de aprendizaje basados en la confianza, humildad, generosidad y respecto a la persona y al trabajo del compañero. Donde el derecho a equivocarse forme parte de las reglas del juego y sea entendido como una etapa más del camino hacia el éxito.

Este es el contexto necesario para que una cultura de coaching fluya en una organización, porque las personas tienen mejor desempeño cuando actúan en armonía con su propósito.

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