La contrarreforma laboral impulsada por Yolanda Díaz en 2021 no está reduciendo los niveles reales de empleo temporal registrados en nuestro país. Más allá del "maquillaje estadístico" que ha introducido la nueva norma, los datos crudos muestran que no ha habido ningún avance efectivo en el ámbito de los contratos con fecha de caducidad.
Un nuevo informe publicado por Fedea reconoce que, si nos fijamos en los números oficiales, la contrarreforma parecería haber sido "muy efectiva" reduciendo la tasa de empleo temporal. Sin embargo, cuando se analiza el "empleo temporal empírico", lo cierto es que el nuevo marco "no ha logrado mitigar la inestabilidad laboral".
La nueva catalogación de los trabajadores con contratos fijos discontinuos es el mejor ejemplo del proceso de "maquillaje estadístico" acometido por el gobierno, puesto que hay más de medio millón de personas que están desempleadas en la práctica durante buena parte del año, pero figuran como ocupados a lo largo del ejercicio gracias a esta nueva forma de clasificar tal escenario laboral.
El siguiente gráfico muestra cómo está creciendo el recurso a contratos como los fijos discontinuos:
A este respecto, Fedea cree que el nuevo marco laboral se ha traducido en una "composición diferente de los contratos" que, no obstante, ha conducido a una "réplica exacta de la situación anterior" en términos de temporalidad para los trabajadores. Por tanto, el estudio apunta considera que, en términos agregados, el mercado laboral "no muestra los cambios previstos en la duración del empleo ni refleja resultados como la caída del peso del empleo temporal". Simplemente, las nuevas modalidades contractuales "se van adaptando a actividades estacionales o intermitentes", pero lo hacen "consiguiendo los mismos resultados que antes de la reforma".
De hecho, aunque la temporalidad ha bajado merced a los cambios estadísticos de Yolanda Díaz, los contratos que se firman ahora duran un 9% menos y, de hecho, su duración ha caído a los niveles más bajos de los tres últimos lustros. Además, el 46% de los contratos de trabajo que se están perdiendo cada mes son fijos, de modo que el empleo estable también va por mal camino.
El estudio de Fedea también refleja la incidencia de la contratación temporal con la mirada puesta en los acuerdos laborales que apenas se aplican durante una jornada. Este ejercicio revela que el sector público es el segundo que más recurre a los contratos temporales, de modo que Yolanda Díaz debería abandonar su discurso anti-empresarial a la hora de comentar esta circunstancia y haría bien en abordar los procesos de contratación del sector público.
El documento prosigue recalcando que "no hay reducción empírica de la temporalidad" y que, en la práctica, el empleo temporal sigue el mismo patrón que antaño. "Utilizando un modelo de series temporales en el que se comparan los patrones de creación y destrucción de empleo antes y después de la reforma, no se encuentran diferencias estadísticamente grandes", señalan los autores del trabajo.
En la práctica, "el nuevo marco laboral ha generado una nueva distribución de los contratos de trabajo, de modo que se reduce la tasa de temporalidad hasta la media europea, pero se replica casi exactamente la situación anterior en términos de estabilidad laboral para los trabajadores".
Precisamente por eso, "la tasa de temporalidad, que era el principal indicador para medir la precariedad laboral en países con un mercado de trabajo dual como el español, ya no es seguramente la mejor herramienta a estos efectos". Esto obliga a hacer análisis más lentos y complejos como el que presenta Fedea y confirma que el gobierno ha conseguido su objetivo de distorsionar la estadística del mercado laboral para presentar titulares optimistas que poco o nada tienen que ver con las tendencias reales del empleo que van emergiendo conforme se realizan estudios más pausados y profundos, centrados en revelar lo que ocultan las trampas estadísticas del gobierno.