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Manuel Fernández Ordóñez

Rehenes de mercenarios

Asistimos a un espectáculo dantesco en el que, durante horas, los ciudadanos fuimos rehenes de mercenarios sin escrúpulos.

Asistimos a un espectáculo dantesco en el que, durante horas, los ciudadanos fuimos rehenes de mercenarios sin escrúpulos.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la votación en el pleno del Congreso | EFE

Parece bastante obvio que esta legislatura va a ser un chantaje continuo. Pero no al gobierno, sino a los ciudadanos que vamos a sufrir las consecuencias de depender de sicarios de lo público. Disfrutemos de lo votado.

Cientos de veces lo hemos dicho, pero lo repetiremos las veces que sea necesario. La energía es uno de los pilares fundamentales de nuestro bienestar. Es la sangre que mantiene viva nuestra sociedad. No podemos mantener nuestros niveles de vida sin un consumo elevado de energía. Sin gobierno, sin embargo, podemos vivir perfectamente. Durante meses hemos tenido gobiernos en funciones. ¿Pasó algo acaso? Más de 500 días estuvieron en Bélgica sin gobierno. ¿Pasó algo acaso? Se creen imprescindibles, pero no lo son. Un lastre, un cáncer, un virus, la podredumbre. Eso son realmente.

Nuestro progreso se asienta en una energía abundante y barata. Una energía que podría ser más barata si el estado no la utilizara como fuente de financiación. Como vaca a la que ordeñar a diario y el cajón de sastre con el que financiar los delirios de control social de cualquier buen político que se precie.

De este modo, como si de un artículo de lujo se tratara, la electricidad tributa en España al tipo máximo de IVA, el 21%. Además de la miríada de tasas, impuestos y demás zarandajas que hacen que, en realidad, la electricidad nos cueste a los ciudadanos más del doble de lo que nos debería costar.

Hace unos meses, cuando la inflación se disparó, el gobierno se vio obligado a actuar y reducir la carga impositiva de este bien tan preciado. Este movimiento fue la asunción silenciosa de que es el estado el que convierte la energía en algo artificialmente caro y que, si quisieran, podrían solucionar este problema de forma definitiva. Sin embargo, no quieren. El estado necesita fuentes de financiación siempre crecientes para destinar a políticas que parezcan solucionar los problemas que él mismo crea.

Se vieron, como digo, obligados a actuar. Redujeron el IVA al 5%, eliminaron el impuesto del 7% de la producción de electricidad y bajaron al 0,5% el impuesto especial de la electricidad. Pero todo de manera transitoria. Estas medidas caducaban el día de Nochevieja. Así que el gobierno extendió parte de estas "rebajas" mediante Real Decreto que tocaba validar esta semana en las Cortes.

Y asistimos a un espectáculo dantesco en el que, durante horas, los ciudadanos fuimos rehenes de mercenarios sin escrúpulos. Piratas dispuestos a que la electricidad nos cueste a los ciudadanos miles de millones de euros más con el único propósito de ver quién mingita más lejos. Trileros capaces de dejar más de 40.000 millones de inversiones del sector energético en el limbo mientras pretenden convencerle de que lo realmente importante es aumentar en 5 millones el presupuesto de Justicia. Si nos lo creemos, somos imbéciles, no hay más.

Resulta hilarante cómo, con el objetivo de que no gobierne la derecha, este gobierno acaba de ceder las competencias de inmigración en Cataluña a la derecha. Kafkiano. Todo ante un presidente del gobierno que ostenta el cargo en Moncloa, pero el poder real lo detenta otro y en otro sitio. La demostración, en definitiva, de que usted y yo les importamos un carajo en realidad. Únicamente somos su coartada, sus tontos útiles, sus siervos. Da igual cuándo lea usted esto y quién gobierne en ese momento.

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