Los niveles de PIB per cápita registrados en España se sitúan ya un 41% por debajo de las cotas alcanzadas hace veinte años. Si tomamos los últimos datos del Banco Mundial para 2021, podemos comprobar que España alcanza un PIB per cápita de aproximadamente 38.000 dólares, frente a los cerca de 64.000 dólares que alcanza el país norteamericano.
Si ajustamos los datos de 2001 para tomar en cuenta la inflación y las diferencias de poder adquisitivo, encontramos que, hace dos décadas, esta rúbrica ascendía a 36.000 dólares, en el caso de España, y 50.000 dólares, en el de Estados Unidos. Por lo tanto, si hace veinte años nos quedábamos un 28% por debajo, hoy esa brecha ya asciende al 41%.
Midiendo el diferencial en dólares, esto significa que los españoles teníamos 14.000 dólares menos de renta en 2001, mientras que esa brecha ahora es de 26.000 dólares. Desde 2001 hasta 2021, España mejora su PIB per cápita en 2.000 dólares, mientras que Estados Unidos lo hace en 14.000 dólares, de modo que la mejora del país norteamericano en términos de PIB per cápita ha sido siete veces más intensa.
No estamos condenados a la decadencia
La decadencia económica que afecta a España choca con la pujanza de otros países que han logrado encadenar décadas de intenso crecimiento, hasta el punto de haber reducido sustancialmente la brecha de desarrollo que los separaba de otros países avanzados. El celebrado analista económico estadounidense Noa Smith ha publicado una interesante serie de gráficos que repasa precisamente este tipo de escenarios de convergencia y "sorpasso" que vienen a recordarnos que el declive económico se puede revertir a base de implementar políticas económicas acertadas, con la mirada puesta en aumentar la libertad de mercado para así impulsar el crecimiento y el desarrollo.
En Europa, por ejemplo, resulta muy llamativo comparar el desempeño del PIB per cápita de Portugal y Polonia desde 1990 hasta la actualidad, puesto que la antigua república soviética ha logrado cerrar la brecha con nuestro país vecino merced a su progresiva liberalización económica, que arrancó con las reformas de Leszek Balcerowicz.
Algo similar ocurre si medimos el desempeño de Irlanda ante Reino Unido. El crecimiento de las islas británicas ha sido relativamente lento desde el final de la Era Thatcher hasta nuestros días. Sin embargo, el Tigre Celta ha abrazado el modelo liberal con excelentes resultados, completando una espectacular mejora de sus indicadores de PIB per cápita.
Ocurre algo parecido cuando comparamos la evolución de Corea del Sur con la de Japón. La competitividad exhibida por los surcoreanos choca con el relativo estancamiento que vienen acusando los nipones, hasta el punto de que una brecha que llegó a superar los 20.000 dólares se ha cerrado por completo y ahora arroja un diferencial positivo para Corea del Sur.
En otras latitudes vemos casos similares, como el de República Dominicana superando a Brasil, India rebasando a Pakistán o Vietnam adelantando a Filipinas.
La propia España fue ejemplo de convergencia en tiempos pasados, puesto que pasamos de ser una economía relativamente atrasada en relación con Europa a ser uno de los países más avanzados del Viejo Continente. Sin embargo, el desempeño de las últimas dos décadas y, especialmente, las profundas crisis ocurridas bajo gobiernos de Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, han situado a España en una situación francamente preocupante, confirmando una senda decadente que nos separa de Estados Unidos, pero también de Europa.