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Las grandes firmas también se desmarcan del alarmismo climático

El ecologismo internacional sufre un duro golpe tras la salida de grandes gigantes financieros de una alianza para reducir emisiones.

El ecologismo internacional sufre un duro golpe tras la salida de grandes gigantes financieros de una alianza para reducir emisiones.
La activista climática Greta Thunberg. | Cordon Press

El catastrofismo climático ya no vende o, al menos, ya no vende tanto como antes. Alguna grandes firmas empiezan a desmarcarse claramente de la fiebre verde que ha experimentado medio mundo en los últimos años a cuenta de la lucha contra el calentamiento global mediante la drástica reducción de emisiones, sin importar el coste en términos de crecimiento y bienestar.

JPMorgan Chase y State Street anunciaron hace escasos días que abandonan Acción Climática 100+ (CA100+), una coalición global de inversores para que las empresas controlen las emisiones perjudiciales para el clima. Y el gigante BlackRock también ha limitado su participación tras transferir sus membresía a su brazo internacional.

Que estos gigantes financieros a nivel mundial empiecen a dar marcha atrás no es una simple anécdota, ya que supone retirar 14.000 millones de dólares de inversión destinados a combatir el temido cambio climático. Aunque lo más relevante no es tanto el dinero como lo que significa este particular desmarque.

Las políticas verdes ya no tienen tanto apoyo a nivel social y político como antes, y esta tendencia es clave para determinar, en última instancia, el posicionamiento de las grandes empresas. Estas tres firmas de inversión se retiran después de que el pasado verano la citada alianza climática exigiera a sus miembros que presionaran a las empresas en las que participaban para lograr el objetivo de reducir sus emisiones netas a cero para 2050.

Vanguard, por su parte, la segunda gestora más grande del mundo, nunca se unió a este grupo y a finales de 2022 abandonó el proyecto Net Zero Asset Managers (NZAM), que también persigue objetivos climáticos. La implicación inicial de estas firmas creció al calor de las inversiones siguiendo criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza), primando algo menos la consecución de resultados económicos en las compañías. Pero las gestoras no quieren perder su independencia a la hora de seleccionar acciones para componer sus carteras por cumplir metas medioambientales que son cada vez más radicales y estrictas.

La retirada de estas firmas ha hecho daño el ecologismo internacional y prueba de ello es que la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, solicitó el pasado miércoles a las empresas privadas que movilicen sus recursos e inviertan en la lucha contra el cambio climático para evitar que "toda la acción" se vincule a las políticas públicas, pero a la vista está que ese pretendido capitalismo verde al que tanto aspira empieza a perder su brillo.

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