El gobierno de España puso en marcha un informe encargado por la Agencia Estatal de Investigación y canalizado por el Ministerio de Ciencia e Innovación que pretende medir el impacto del decrecimiento como estrategia para la descarbonización. El resultado de la investigación sale a la luz a través de un papel publicado por Fedea y firmado por cuatro de sus figuras de cabecera: Javier Andrés, José Emilio Boscá, Rafael Doménech y Javier Ferri.
Como explican los propios autores, la investigación evalúa "las implicaciones macroeconómicas y de bienestar de tres estrategias distintas destinadas a reducir las emisiones de carbono, que podrían clasificarse dentro del diverso panorama de ideas abarcadas por la literatura sobre el decrecimiento. Estas estrategias incluyen penalizar la demanda de combustibles fósiles, sustituir el consumo agregado por ocio y frenar el consumo limitando el crecimiento de la productividad total de los factores".
El estudio establece un objetivo de reducción de emisiones acorde con el Acuerdo de París y sus objetivos de reducción de emisiones para 2050. Los resultados revelan que "las estrategias analizadas que más se alinean con las interpretaciones más estrictas del decrecimiento (es decir, una reducción en el consumo de bienes y servicios compensada por un aumento del ocio o por fuertes restricciones del crecimiento económico convencional) conducen a importantes consecuencias económicas que inducen a una notable disminución del bienestar".
Estimando los efectos
Proyectando los resultados para el periodo 2019-2050, la propuesta de la ultra izquierda de sustituir el consumo agregado por ocio como base del decrecimiento reduce un 17% la capacidad de consumo de las familias y recorta en un 24% el nivel general de PIB. La otra sugerencia nacida de la ultra izquierda y consistente en frenar el crecimiento de la productividad total de los factores conduce a un empobrecimiento del 42% en la capacidad de consumo de los hogares y una caída a plomo del PIB. Actuar sobre los combustibles fósiles tiene impactos más moderados, pero también empobrece a las familias (-3,5%) y reduce el PIB (-1,5%).
El informe pone negro sobre blanco y viene a tumbar una de las tesis más peligrosas del pensamiento económico de la izquierda radical. Este discurso, que entronca con discursos muy pesimistas en relación a cuestiones medioambientales, promueve directamente la reversión de la economía de mercado a través de mecanismos como los que ha estudiado Fedea.
El discurso del decrecimiento ya figura explícitamente en los programas de formaciones como la balear MÉS y también aparece implícitamente en algunas de las propuestas estrella de Sumar o Podemos, como por ejemplo sus continuas apelaciones a aprobar "rentas básicas" y reducir las horas trabajadas, pero también a limitar el consumo de ropa, alimentos, etc.