
El nuevo reto laboral del PSOE es impulsar la presencia de mujeres "a pie de obra". Así lo ha trasladado la ministra de Vivienda y Agenda Urbana, Isabel Rodríguez, que se ha lamentado de que sólo haya un 7% de mujeres en las obras.
El Gobierno apoyará que "la industrialización del sector de la construcción pueda convertirse también en un nicho de trabajo para las mujeres". Se trata del último lema del Gobierno en materia laboral. La iniciativa no llega del Ministerio de Trabajo, sino del de Vivienda.
"Hoy los datos hablan de un 11% de presencia de mujeres en el sector de la construcción. A pie de obra, ese porcentaje se reduce al entorno del 7%. Ahí también vamos a trabajar desde el Ministerio para hacer de esta profesión, a través de su industrialización, un mercado, un nicho de trabajo positivo que sea sugerente para las mujeres", ha comunicado Isabel Rodríguez a su departamento.
Lo cierto es que el Gobierno debería fijarse más en las condiciones para poder crear empleo en general, que en sus obsesiones por la paridad en sectores donde no existe ninguna barrera legal para el acceso a puestos de trabajo desde ningún sexo.
Y es que las continuas subidas del salario mínimo interprofesional (SMI) y de las cotizaciones sociales han tenido su efecto. España ya es el segundo país de la UE más caro para crear empleo, para contratar, para dar oportunidades laborales a cualquiera y, en especial a los jóvenes. Hombres o mujeres. El dato ha sido recientemente calculado por la consultora Freemarket. Y el resultado es lamentable y esclarecedor, porque explica perfectamente el liderazgo en paro de España. De nuevo, masculino y femenino. Sólo Francia tiene un dato peor conjunto de estos datos factores. Sólo Francia es más cara para contratar.
El coste del salario mínimo bruto más las cotizaciones sociales en el país galo equivale al 30,8% del PIB por trabajador, ocupando la posición de líder absoluto en empleo caro en la UE. La segunda posición la ocupa España en cuanto a carestía del empleo a muy corta distancia de Francia: 30,2% del PIB por ocupado. Y, sólo por citar algunos de los ejemplos más claros de modelo económico alternativo, Irlanda reduce ese coste hasta el 12,3%, Luxemburgo al 13,8%, Portugal al 24,4% y Bélgica al 25,4%. Países como Italia, Suecia, Finlandia, Austria o Dinamarca directamente carecen de SMI.
Según la Encuesta Anual de Estructura Salarial del INE, hay un 17,53% de trabajadores cuyos ingresos estaban en el SMI o por debajo de él antes de aplicarse las últimas subidas. Si se desagrega ese dato por sexos, el porcentaje de mujeres que cobran el SMI es el 25% y de hombres el 10,7%. Si se contempla el número de personas, ese porcentaje ha crecido desde el 8,9% en 2008 hasta el 17,5% de 2021. Y, si se tienen en cuenta las últimas alzas del SMI, ese dato debería situarse alrededor del 20% en estos momentos.
Por sectores, perciben el SMI casi la mitad de los trabajadores del campo, un 46,7%, el 14,5% de los trabajadores del sector servicios, el 8,7% de los empleados en la industria y el 3,8% de los ocupados en la construcción. Eso sí, las subidas del SMI no tendrán coste alguno para los empleados públicos ya que su retribución media duplica el nuevo umbral fijado por el Gobierno.
Y lo cierto es que casi nadie ha seguido la política de España: "Si se toma como muestra el periodo 2018-2023, España es el segundo país de la OCDE en donde más ha crecido el SMI en términos reales, solamente superado por Lituania, cuya tasa de paro es el 6,3% al cierre de 2023, la de las mujeres el 7% y la de los jóvenes el 11,7%. Entre 2018 y 2023 el SMI en España ha crecido un 30,2% y con la aprobada para 2024, el 40% siempre en términos reales; el doble que en Alemania, tres veces más que en Japón o seis veces más que en Francia", señala el informe.
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