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El bienestar animal de la UE amenaza el futuro de miles de granjas: "¿Quién decide si una gallina es feliz?"

Betrán, dueño de una explotación avícola, explica las consecuencias de la normativa "sin jaulas" de la UE: "Me va a costar medio millón de euros".

Betrán, dueño de una explotación avícola, explica las consecuencias de la normativa "sin jaulas" de la UE: "Me va a costar medio millón de euros".
Vicente Betrán, dueño de una explotación avícola en Jaca. | LD

La Unión Europea quiere que las gallinas vivan al aire libre y que todas las granjas se adapten a un sistema sin jaulas. Sólo para los productores de huevos españoles, esta medida supondrá "unas inversiones totales de más de 2.300 millones de euros", según datos de la Organización Interprofesional del Huevo y sus Productos (Inprovo). Además del aumento del precio de los huevos para el consumidor, muchas explotaciones van a tener muy difícil adaptarse a la nueva normativa a costa de un bienestar animal que granjeros como Vicente Betrán se cuestionan firmemente: "¿Quién decide si una gallina es feliz?"

Betrán tiene una granja con 32.000 gallinas ponedoras a dos kilómetros de Jaca (Huesca). Cuando su padre montó la granja hace unos 60 años, cuenta Betrán, "las gallinas estaban por el suelo pisando estiércol y cogiendo enfermedades". Debido a la mortalidad de las gallinas y el riesgo de salmonella en los huevos, se hizo una normativa para que las gallinas estuvieran en baterías (jaulas). "Y ahora, desde Europa, quieren hacernos retroceder 50 años", critica Betrán.

Existen cuatro sistemas de producción y cada uno de ellos tiene un número asociado que aparece encabezando el código que hay estampado en la cáscara de cada huevo: el número 0 es el de las gallinas ecológicas (salen al exterior y su alimentación es ecológica); el 1 corresponde a las gallinas camperas (pueden salir al exterior); el 2 es de gallinas criadas en suelo (sueltas dentro de una nave); y el 3, es el de las gallinas criadas en jaulas. Betrán (y aproximadamente un 80% de los grajeros españoles) se dedica a este último grupo.

Betrán explica que sus gallinas viven en habitáculos (entre 40 y 50 gallinas por recinto) con el suelo enrejado para que los animales puedan moverse, pero no pisen sus propios excrementos. Bajo ese suelo, hay una cinta transportadora que lleva los excrementos a un colector y, de ahí, a un remolque que se lleva un agricultor para abonar sus campos. "Nosotros queremos que nuestros animales estén bien. Lo último que queremos es que haya enfermedades, problemas de suciedad o salmonella", señala Betrán.

Gallinas felices

Sin embargo, la Unión Europea avanza hacia el fin del sistema de jaulas por motivos de "bienestar animal", algo que Betrán cuestiona. "¿Qué es el bienestar animal? Porque la imagen de una gallina picoteando en el corral una mañana de primavera es muy idílica, pero no es real. ¿Qué ocurre cuando nieva? ¿Y cuándo las temperaturas están bajo cero? Nuestras gallinas tienen su espacio seguro, su alimentación controlada y a la misma hora, temperaturas de 19 grados de forma constante y su iluminación con las mismas horas de luz durante todo el año. Nuestras gallinas están tranquilas y no tienen estrés. Están bien", señala.

"Es como lo de las gallinas felices. ¿Pero, quién decide eso? ¿Quién puede saber si una gallina es feliz?" Se pregunta. "Yo sé que en mi granja no hay bajas ni enfermedades, no se atacan unas a otras y no se amontonan y se aplastan". Y añade: "El bienestar animal es una expresión que ha hecho fortuna, pero viene del desconocimiento de gente de ciudad que pretende tener la conciencia tranquila en un mundo en el que todos vayamos en bicicleta, todos seamos veganos y las gallinas estén en un jardín. Pero el mundo no es así".

¿Más riesgos sanitarios?

En opinión de Betrán, regresar al sistema que su padre utilizaba hace 50 años, volver a poner a las gallinas en el suelo, supondrá un aumento de la mortalidad de los animales, más suciedad, más enfermedades y un incremento en los riesgos de salmonella en los huevos.

Fuentes veterinarias consultadas por Libertad Digital aseguran que, efectivamente, al aumentar la exposición a agentes externos, es posible que las gallinas camperas tengan la posibilidad de sufrir más enfermedades y más riesgo de salmonella. Sin embargo, reiteran, no cuentan con una estadística reciente o datos exactos que corroboren esta tesis.

De hecho, en el año 2019, la compañía veterinaria Calier elaboró un informe sobre la salmonelosis en el que se afirmaba que "la mayor prevalencia se dio en gallinas en sistemas de jaulas y en gallinas en suelo (2,4% en ambos casos), seguidas de gallinas camperas (2,3%) y en menor medida gallinas ecológicas (0,8%). No se puede sacar una conclusión definitiva entre la prevalencia y los sistemas productivos, ya que en años anteriores se dieron situación contraria, donde la mayor prevalencia se observó en sistemas ecológicos".

Una inversión de medio millón

Para adaptarse a la nueva normativa europeas sin jaulas, Betrán va a tener que pagar medio millón de euros en la rehabilitación de su granja, además de modificar su forma de trabajar: "A mí, lo que me fastidia es que me gusta esta profesión y quiero seguir viviendo de ella, pero a los 60 años no estoy para realizar semejante inversión, ponerme a recoger fiemo (estiércol) a paladas o ponerme a lidiar con gallinas enfermas, salmonellas e historias. Menuda perspectiva."

No es la primera vez que le pasa. En el año 2011 tuvo que cambiar todas sus jaulas para adaptarlas a la normativa europea, algo que le costó 300.000 euros. "Y ahora, con esta nueva norma, tengo que invertir otros 500.000 euros y, con 60 años que tengo, ¿cuándo lo voy a amortizar? ¿Cuándo tenga 80? Pero no tenemos otro remedio. Es eso o cerrar. Y siento impotencia porque creo que las consecuencias de esta norma serán como pegarse un tiro en el pie. Me parece una medida totalmente contraproducente que surge de una ignorancia generalizada", critica.

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