La turismofobia continúa extendiéndose por Canarias. Ayer domingo, numerosos canarios volvieron a salir a las calles en una manifestación que, lejos de ser pacífica, estuvo marcada por el acoso y las mofas hacia los turistas. Bajo el lema "Canarias tiene un límite", los participantes de esta descontrolada movilización, que se concentraron en Playa de las Américas, reclamaban una supuesta "gestión más responsable" del turismo, argumentando que es necesario proteger el ecosistema del archipiélago.
Hostilidad en Playa de las Américas
Sin embargo, lo que se presentó como una protesta pacífica pronto se transformó en una escena caótica en una de las playas más concurridas del sur de Tenerife. Los manifestantes, con pancartas en mano y gritos de "Tourist go home", cercaron a los turistas que, desconcertados, se vieron atrapados en medio de la protesta. Por ejemplo, tal y como
"Una pareja de extranjeros se vio ‘atrapada’, de un momento a otro, en el centro de la protesta. Mientras el hombre miraba nervioso a su alrededor, sin entender del todo lo que sucedía, la mujer se mantuvo inmóvil, soportando estoicamente la situación" relata Diario de Avisos.
🔴 La "turismofobia" llega a Tenerife: increpan a los turistas en las playas pic.twitter.com/ZHM9HcQgu2
— Libertad Digital (@libertaddigital) October 21, 2024
Esta movilización, que no es la primera en su tipo, sigue los pasos de otra protesta que tuvo lugar el 20 de abril bajo el mismo lema. En aquella ocasión, se exigió una "oportunidad" para que el Gobierno autonómico revisara el actual modelo turístico. Sin embargo, las demandas actuales, centradas en el "decrecimiento turístico", son igual de extremistas y buscan limitar el acceso de visitantes a un territorio cuyo motor económico depende en gran medida de esta actividad.
Una tendencia que crece en España
Este movimiento radical que se opone al turismo es parte de una tendencia preocupante que se ha venido manifestando no solo en Canarias, sino también en otras regiones del país. Ya en julio, Barcelona sufrió una descontrolada manifestación en la que los participantes acosaron a turistas, precintaron simbólicamente locales de restauración y desplegaron consignas contra el turismo masivo. En ambos casos, se ha visto un claro aumento en las actitudes de rechazo hacia una actividad económica crucial.
Es preocupante observar cómo este discurso turismofóbico gana fuerza, promoviendo propuestas radicales como la prohibición de nuevos establecimientos orientados al turismo o la limitación de servicios en zonas frecuentadas por visitantes. Estas ideas no solo son absurdas, sino que amenazan con destruir la economía local y dañar irreversiblemente la reputación de las islas como destino acogedor.
La manifestación de Playa de las Américas, al igual que otras similares, plantea un serio desafío tanto para las autoridades locales como para el sector turístico. La creciente radicalización de estos movimientos no solo afecta a los turistas, que se ven objeto de acoso, sino también a los residentes, cuya convivencia con los visitantes se ve cada vez más deteriorada.