
En medio de la desesperación de miles de propietarios que seguirán sin poder echar a sus inquiokupas por culpa del nuevo decreto antidesahucios, la Plataforma de Afectados por la Ocupación celebra la pequeña victoria de Inma, una de las pocas personas que, en los seis días en los que la polémica medida ha estado derogada, ha podido recuperar su vivienda gracias a su rapidez y a la del juez encargado del caso.
"Hoy estoy muy feliz —dice esta murciana en declaraciones a Libre Mercado sin terminar de creérselo—. Nos ha costado mucho, muchísimo sufrimiento, pero, después de 4 años y 3 meses, hemos estado en el sitio adecuado en el momento correcto y por fin hemos recuperado nuestra casa, aunque al mismo tiempo me siento fatal, porque hay mucha gente sufriendo y este nuevo decreto ha sido un mazazo".
Tras recuperar sus llaves este mismo miércoles, Inma ha puesto una alarma y, si algo tiene claro, es que no volverá a alquilar una vivienda, lo que da buena cuenta de cómo estas medidas van a afectar no solo a los propietarios, sino también a los inquilinos con buena voluntad que verán cada vez más reducida la oferta, con la consecuente subida de precios de la que, sin embargo, luego se queja el Gobierno.
"Obviamente voy a vender mi casa, pero vamos… ¡Mañana mismo! ¡No espero ni un día más! No alquilaré jamás. Y tampoco denunciaría. Lo siento, pero no lo recomiendo, porque esto se enquista. Y yo no soy un escudo social —repite una y otra vez—. Yo estoy trabajando para mantener a mi familia, no para mantener a otra".
De inquilina a inquiokupa
En su caso, el vacío que ha reinado entre la no convalidación y la aprobación del nuevo decreto ha sido determinante, pero también la rapidez del juzgado y el trabajo previo que tanto ella como sus abogados habían realizado. Su historia se remonta precisamente al año que, con motivo de la pandemia, se aprobó el primer decreto antidesahucios. A finales de 2020, Inma y su marido le comunicaron a su inquilina que, por motivos laborales, necesitaban recuperar la vivienda porque si no, tendrían que alquilar otra. Y ahí empezaron los problemas.
Durante seis meses, lo intentaron todo. "Incluso le buscamos otra vivienda, pero no le gustaba ninguna: la que no tenía trastero, no tenía los dormitorios que buscaba, y así todo —recuerda la propietaria—. Así que, cuando ya nos cansamos de dar vueltas, le dijimos que la íbamos a denunciar". Su respuesta les dejó completamente descolocados: "Nos dijo que le habían dicho que declararse vulnerable era lo mejor que podía hacer, porque entonces nadie la iba a poder echar de mi casa, y así lo hizo".
El calvario de Inma, que finalmente interpuso la demanda en febrero de 2021, no había hecho nada más que empezar. "Fue a Servicios Sociales y le dieron un mes para entregar la documentación que le faltaba, pero ya le habían concedido la vulnerabilidad, así que acto seguido se paralizó todo. Ni siquiera tuvimos derecho a juicio", explica indignada.
La falsa vulnerabilidad
Después de dos años manteniéndola y haciendo malabares para llegar a fin de mes, Inma empezó a preguntarse cómo era posible que el desahucio siguiera paralizado con cada prórroga sin que nadie volviera a comprobar ni siquiera si su inquiokupa seguía siendo vulnerable. "En Servicios Sociales me dijeron en varias ocasiones que ellos, de oficio, no revisan vulnerabilidades, o sea, que dan la vulnerabilidad y esa persona ya es vulnerable para toda su vida le toque la lotería o lo que sea", recuerda la propietaria con impotencia.
Sin embargo, descubrió que sí podían hacerlo en caso de que fuera el juez el que lo solicitara, así que sus abogados se pusieron manos a la obra y, "después de mucha batalla", se salieron con la suya: "Esta señora no aportó la documentación necesaria y, además, descubrimos que el núcleo familiar superaba cuatro veces los ingresos para ser vulnerable, con lo cual, el juez dijo que, efectivamente, se tenía que ir de mi casa".
El lanzamiento, en una fecha clave
Para aquel entonces, sin embargo, ya era julio de 2024 y, por problemas burocráticos, no fue hasta noviembre cuando se fijó el lanzamiento. La fecha elegida: el 29 de enero. Sin embargo, aquel no sería el final de esta historia. "El 7 de enero, se presentó en el juzgado diciendo que era vulnerable, por lo que me volvieron a paralizar el desahucio", explica Inma.
La "suerte" quiso, sin embargo, que el día 22, Junts tumbase en el Congreso el decreto antidesahucios, que quedó inmediatamente derogado, por lo que la propietaria decidió no perder ni un minuto. "Hicimos rápidamente un escrito de alegaciones diciendo que ya no había decreto y que, por tanto, si esta persona era vulnerable, ya no era mi responsabilidad mantenerla y, como el lanzamiento era inminente, se dio cabida a la petición", celebra emocionada.
En estos días, la inquiokupa ha intentado "de todo" para que se retrasara el desahucio, lo que podría haber echado todo al traste, puesto que el mismo día 29 entraba en vigor el nuevo decreto aprobado por el Consejo de Ministros, que vuelve a suspender todos los lanzamientos. Sin embargo, el destino quiso que, además, en el último momento, le adjudicaran una vivienda social, por lo que el juez decidió no plegarse a sus deseos, permitiendo respirar por fin a Inma y su familia.
Arruinada y desesperada
"Hemos pasado muchísimo estrés y mucha ansiedad todas las noches, pensando en por qué nosotros teníamos que mantener a esta persona que, además, nos ha causado un perjuicio económico muy grande", dice la propietaria, que cifra en 25.000 euros las rentas impagadas; una cantidad a la que hay que sumar el gasto en abogados y en la empresa de mediación a la que recurrió antes de acudir a los tribunales. "Eso y los desperfectos que me ha causado, porque me he encontrado la casa hecha un desastre: con cacas de perro en el balcón, en una mesa, un olor insoportable en toda la casa, persianas rotas, la puerta del frigorífico que se cae… En fin, la casa hecha polvo", resume.
Y al perjuicio económico se suma el daño psicológico: "Yo no me podía acercar a ella, porque si no, me he denunciaba; no podía cortar los suministros, porque si no, me denunciaba…. Un calvario. Y no solo para nosotros, sino también para mis hijos, que crees que no se dan cuenta de las cosas, pero han sufrido muchísimo". No en vano, Inma no es capaz de quitarse da la cabeza una frase. "Un día mi niño que me dijo ‘mamá, ¿por qué otra mamá nos ha robado la casa?’. Y ahí se me cayó el mundo encima, porque eso un niño no lo entiende. Para los niños, la mamá es lo más grande, es su referencia y él no entendía como una mamá podía robar a otra —recuerda con la voz entrecortada—. Pero así fue: con permiso del Estado, esa mamá nos robó nuestra casa".
Un mensaje para el Gobierno
Con la felicidad de haber recuperado su vivienda, Inma respira por fin después de cuatro años de lucha. Sin embargo, no se olvida de los miles de propietarios que no han tenido tanta suerte. Por eso, no solo denuncia la perversión del nuevo decreto antidesahucios, sino que alerta de la famosa vulnerabilidad que sirve de coartada a tantos y tantos okupas.
"Las leyes se hacen para la gente vulnerable, pero el 80% son falsos vulnerables. Por eso yo quiero reivindicar que, por favor, se compruebe la vulnerabilidad y que se haga un seguimiento, porque, si a mí me piden un requisito, tres o diez para darme cualquier cosa y, si no lo presento, no me dan nada… ¿Por qué a estos señores simplemente por el hecho de decir que son vulnerables les conceden esa vulnerabilidad de por vida y se lavan las manos? —se pregunta indignada—. Y si no tienen recursos para hacer un seguimiento, pues que no concedan ninguna, porque hay gente que incluso contrata a detectives y les dicen que no pueden hacer eso, pero es que, al final, el sistema está para los jetas, los vagos y los delincuentes, y las personas que trabajamos y cumplimos con nuestras obligaciones no tenemos derecho ni a quejarnos".