Menú

¿Qué debería hacer la UE tras los aranceles de Trump?

Responder con una contra-medida en la misma dirección (contra los productos americanos) sería un tiro en el pie de los ciudadanos europeos.

Responder con una contra-medida en la misma dirección (contra los productos americanos) sería un tiro en el pie de los ciudadanos europeos.
Emmanuel Macron recibe a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, la semana pasada, en París. | EFE

No está muy claro qué esperaba Donald Trump que sucediera en el mundo político-económico tras su anuncio del miércoles de nuevos aranceles. Puede que incluso le haya sorprendido la virulencia de las reacciones; aunque han sido acordes al nivel de lo planteado. Porque todos esperábamos algo, pero el nivel de las medidas no lo anticipaba casi nadie. Fueron mucho peores de lo que habíamos previsto. De hecho, hasta en el Partido Republicano se han multiplicado las críticas; menos de las que habríamos imaginado hace unos años ante una iniciativa como ésta, mayores que con cualquier otra medida del presidente norteamericano.

Desde Europa, todavía no hay demasiado en concreto sobre la mesa. Pero la tensión retórica sí ha comenzado a subir. La idea principal es que hay que contraatacar de alguna manera. No dejar que el matón se salga con la suya. Plantarse. Enfrentarse a la amenaza con dignidad. Emmanuel Macron, por ejemplo, aseguró que "todas las opciones están sobre la mesa". Y habló de una respuesta "efectiva y proporcionada".

Y la pregunta es por qué. Sí, sé que suena lógico, anuncian algo que te perjudica y tú respondes con algo que perjudica a ese nuevo enemigo. Pero no lo es tanto. En este punto, la reacción más visceral puede ser también la más errónea. La que te genere un doble daño. La que no mejore nada las cosas. Es cierto que, si queremos hacer daño a Trump (a Donald, al presidente que nos cae mal), entonces sí, responder con sus mismas cartas sería lo mejor. Pero si queremos cambiarle el paso, minorar el daño a nuestros ciudadanos todo lo posible y mejorar nuestra posición competitiva, entonces no lo tengo nada claro.

No soy el único. Algunos países anglosajones (por ejemplo, Reino Unido y Australia) ya han anunciado que no responderán con nuevos aranceles. En realidad, mi postura va más allá: no sólo no deberíamos penalizar las importaciones norteamericanas, sino que deberíamos facilitarlas.

Lo primero, lo obvio. Desde el miércoles estamos escuchando que los primeros que pagarán la medida son los consumidores norteamericanos. Y es cierto: lo que ha anunciado Trump es un tiro en el pie de sus ciudadanos. Si esto es así, ¿por qué responder con una contra-medida en la misma dirección (pero contra los productos americanos)? Sería un tiro en el pie de los ciudadanos europeos.

Es verdad que nos enfada mucho (con razón) lo que plantea Trump porque nos dañará como productores. Pero no tengo nada claro que nuestra situación vaya a mejorar con una respuesta (más aranceles a los productos de EEUU) que nos dañaría como consumidores.

En segundo lugar, otra obviedad: las empresas norteamericanas no son el Gobierno norteamericano. Tampoco las europeas representan a la Comisión. Aquí casi podríamos emplear un argumento de justicia: por qué castigar a quien no tiene la culpa de la medida. No es como si la Ford hubiera pedido a Trump que penalizase las importaciones de toda Europa.

En esta línea, hay argumentos trumpianos, como el del IVA, un poco extraños: ése es un impuesto que pagan los consumidores de la UE por todos los productos, los de dentro y los de fuera. También es verdad que los norteamericanos, sin impuesto al consumo común para todo el país, pueden comprar allí nuestros productos a menor coste que nosotros los suyos. Pero el castigo (si lo queremos ver así) europeo afecta a todo lo que compramos. Si queremos atacar el IVA hagámoslo por lo que tiene de penalización al consumidor, no por la diferencia entre lo de dentro y lo de fuera.

Tampoco tiene mucho sentido esa idea del "algo habrá que hacer". Para empezar porque no siempre hacer cosas es lo mejor (la inacción tiene una mala prensa injustificada). Para seguir, porque si ese "algo" empeora lo que tenemos, mejor dejarlo a un lado.

Y no, dejar de comprar (o comprar más caro) bienes producidos en EEUU no mejorará en nada nuestra economía. Si hasta ahora recurríamos a esos bienes era porque los considerábamos más baratos o mejores (o un poco de cada). Es decir, porque no nos veíamos capaces (en Europa) de hacer algo de más calidad de forma más eficiente. ¿En qué cambia esto la decisión de Trump? ¿Por qué dedicar recursos productivos escasos a hacer algo que otros hacen mejor?

Y si somos más pobres tras los aranceles trumpianos (y lo seremos) con más razón deberíamos intentar comprar más barato aquello que otros hacen mejor y centrarnos más en aquello en lo que nosotros somos mejores. El principio de la ventaja comparativa no desaparece con un arancel contrario; en realidad, se hace más urgente: precisamente porque ahora vas a vender menos, mejor que te concentres en ser lo más eficiente posible en aquello que mejor haces (y que sigas comprando más barato aquello en lo que no eres tan bueno).

Por último, los aranceles deberían servirnos para replantearnos lo peor de la política europea de las últimas décadas. Utilicemos esta mala noticia para mejorar en todo aquello que tan mal hemos hecho: menos burocracia, más liberalizaciones, más facilidades para las empresas, etc. Porque si en algo tiene razón Trump es en que Europa no ha sido el área de libre comercio que asegura ser. Por ejemplo, las restricciones a los productos foráneos son muchas y muy variadas: las normativas de seguridad, higiene, etiquetado, información, etc... son muchas veces peores que el peor de los sobrecostes a la importación.

Como decíamos antes, los primeros perjudicados hemos sido nosotros, que hemos perdido competitividad y nos hemos auto-limitado el acceso a productos que nos habrían venido muy bien: productos de consumo final y también bienes intermedios, que en esto de los aranceles muchas veces son casi más importantes. Por eso, lo mejor que podríamos hacer para responder a Trump es reducir (eliminar) nuestras propias barreras comerciales. (i) Le dejaríamos sin argumentos; (ii) Beneficiaríamos a los consumidores de la UE; (iii) Haríamos nuestro continente un área mucho más atractiva para la inversión; (iv) Hundiríamos los costes que soportan nuestras empresas. ¿Lo haremos? Yo tampoco soy optimista. Mucho me temo que en EEUU dejarán de comprar aceite de oliva español; y nosotros dejaremos de comprar Harleys. Alguien debería explicarnos por qué lo primero hace necesario (o bueno) lo segundo.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad