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¿De dónde sale el dinero del plan de Defensa de Sánchez?

Sánchez afirma que aumentará el gasto sin subir impuestos, sin generar más déficit, ni recortar otras partidas. Esto es contablemente falso.

Sánchez afirma que aumentará el gasto sin subir impuestos, sin generar más déficit, ni recortar otras partidas. Esto es contablemente falso.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez durante el acto 'Hacia una construcción industrializada', en la 8ª edición de la Feria del sector de la edificación y la construcción REBUILD, este jueves en Madrid. EFE/JJ.GUILLÉN | EFE

El escrutinio detallado del Plan de Defensa muestra que Pedro Sánchez no tiene una estrategia que responda a los compromisos de España con la Unión Europea y con la OTAN.

Es un agregado de partidas que buscan justificar un gasto total del 2% únicamente para el año 2025, que nace nace como un parche para un año, sin objetivos a largo plazo, sin una planificación de gasto estructural y plurianual, y tirando la legalidad, el cumplimiento de la Constitución, la Ley General Presupuestaria o la Ley de Defensa Nacional, por el francobordo de este barco a la deriva que es el Gobierno.

Más allá de las cuestiones normativas, hay una realidad contable que no se puede eludir y que este plan de gasto debería responder con absoluta transparencia: ¿De dónde sale el dinero? ¿Y se va a gastar en lo que realmente España necesita? Tanto el anuncio de Pedro Sánchez como el contenido del Plan evitan con cuidado responder a esas dos cuestiones.

Es algo tan sencillo como aclarar el Origen y la Aplicación de Fondos: el uso de fondos debe tener un origen claro y trazable. Sin embargo, este plan nace con un agujero de legitimidad y rigor. Algo inadmisible para una inversión que debemos afrontar con convencimiento.

Opacidad, propaganda y fondos sin ejecutar

El plan despacha el origen de la financiación en 3 puntos sin concreción, cuando es extremadamente relevante. De nuevo, el gobierno más trilero de la democracia, nos pide que hagamos un acto de fe. De momento, parte de unos cálculos erróneos, la OTAN acaba de corregir a Sánchez los datos de gasto en defensa de España para 2024, situándolo en el 1,24% del PIB en lugar del 1,4%. Por tanto, no bastará con los 10.471 M€. Veamos los aspectos clave del origen de los fondos:

  1. Ausencia de concreción presupuestaria. Sánchez señala que el origen de los 10.471 millones serán: "remanentes", "ahorros" y "reordenación de fondos europeos". No concreta las partidas presupuestarias exactas, ni los importes que se detraen. Y sin esa información, no se puede afirmar que no se esté tocando gasto social, infraestructuras o fondos para empresas, etc. Es una opacidad inadmisible que oculta lo que parece. El Gobierno tiene miedo a explicar en qué ha recortado.

  2. El mito del sobrante. No existen sobrantes. Lo que existe es falta de ejecución. El grado de ejecución presupuestaria del gobierno en los últimos años es desastroso, da igual que sean fondos ordinarios o los Next Generation. En este último caso, el 70% de los 163.000 millones de los fondos europeos sigue sin adjudicar, especialmente el bloque de préstamos, prácticamente sin utilizar. Decir que se usan "remanentes" es una forma de encubrir la ineficiencia en la gestión.

  3. Coste de oportunidad oculto. No se detalla qué líneas de los Presupuestos generales del Estado o del Plan de Recuperación se cancelan, ni cuáles se reorientan. Siempre hay un perjudicado, siempre hay un coste de oportunidad. No hay explicación de qué inversiones se sacrifican ni de los impactos en otros sectores.

  4. Instrumentos financieros sin control. Se echa mano de los préstamos de la Adenda como si fueran fondos públicos sin condicionalidad. Pero esos fondos están sujetos al reglamento del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR). No son libres. Y deben estar acompañados de reformas, objetivos e hitos concretos. No basta con citar "ciberseguridad" o "transición tecnológica".

  5. Falsedad económica. Sánchez afirma que aumentará el gasto sin subir impuestos, sin generar más déficit, ni recortar otras partidas. Esto es contablemente falso. Si se incrementa el gasto sin aumentar los ingresos vía impuestos y sin reducir otras partidas, el resultado solo puede ser más déficit o más deuda, es decir, impuestos futuros. En este contexto, hablar de "ahorros" o "remanentes" es un maquillaje para evitar hablar de los verdaderos sacrificios presupuestarios. Ya se han aplicado 97 subidas fiscales entre impuestos y cotizaciones, tenemos un déficit de más de 50.000 millones, un déficit estructural del 4% y un volumen de deuda récord.

Objetivos difusos y partidas cuestionables

  1. Falta de orientación estratégica. Se habla de defensa, pero no hay un plan plurianual, ni metas concretas, ni previsión de escalada del gasto. El 2% del PIB en 2025 no es el final del camino. La OTAN ya habla de un 3%. ¿Cuál es la hoja de ruta? ¿Cómo se financiarán los futuros aumentos?

  2. Plan sin objetivos concretos. Sánchez habla de "un cambio de era", pero no plantea una reflexión país. No hay debate sobre nuestro papel en el mundo, ni sobre el tipo de influencia o capacidad disuasoria que queremos tener. Este plan muestra improvisación, prisas por llegar con algo en la cartera a la cumbre de la OTAN en La Haya. Es la única explicación al batiburrillo de partidas fragmentadas y algunas ya existentes que reciclan con una nueva etiqueta.

  3. Gasto complejo, no garantizado. Invertir en capacidades militares reales (aviones de sexta generación, tanques, armamento, logística) es extremadamente difícil desde la administración. La capacidad ejecutora es limitada. Se corre el riesgo de presupuestar sin ejecutar, como ya ocurre con otros fondos. En 2024, el Ministerio de Defensa dejó sin ejecutar 1.051 millones de euros; la menor ejecución desde 2015.

  4. Instrumentos cuestionables y más intervencionismo. Se reservan 664 millones para el FORES, un fondo público para entrar en empresas del sector defensa. ¿Será de la mano de Telefónica o de Indra? ¿Cuál es el criterio para seleccionar empresas estratégicas? No se explica. Además, se destinan 200 millones al CDTI para invertir en fondos de capital riesgo. ¿Tiene el CDTI experiencia o mandato para operar en private equity en defensa? No está claro. Lo que es evidente es la utilización constante de fondos públicos para entrar en el capital de las empresas.

  5. Aplicaciones que desafían los límites. Hay líneas de dudosa aplicación bajo el concepto de la OTAN, otra cuestión es que nadie quiera poner trabas en un momento que en el que hay que justificar ante OTAN y EEUU que se aumenta el gasto.

  6. Ausencia de potencia militar real. Este plan no dota a las Fuerzas Armadas del poder que necesitan. No se refuerza la artillería, la defensa antiaérea, la logística ni el mantenimiento de equipos. Se invierte más en industria y salarios que en disuasión militar real. Y eso no resuelve el problema de fondo.

En las facultades se enseña que no se pueden aplicar más fondos de los que se obtienen y que hay que justificar, en ambos lados del balance, las decisiones financieras. Sánchez oculta de dónde salen los fondos y tampoco si las aplicaciones son las que España necesita, ni cómo se sostendrán e incrementarán en el tiempo. No hay un equilibrio entre origen y aplicación, ni un marco de seguimiento y control. En verano llegará la petición de subir el gasto al 3%. ¿Qué inventará entonces el Gobierno?

Decir que se aumenta el gasto sin impuestos, sin recortes y sin más déficit es una falacia. Lo que no se dice es que se cargará sobre las espaldas del contribuyente, hoy o mañana. Y que lo que no se planifica correctamente hoy, se paga dos veces mañana.

Las Fuerzas Armadas necesitan rigor, horizonte y recursos eficientes. Ni propaganda, ni partidas sin ejecutar, ni estrategias improvisadas para contentar a Bruselas. Este plan no es el inicio de una nueva etapa. Es solo una hoja suelta, mal escrita, de un gobierno que ha confundido gobernar con presentar PowerPoints y titulares.

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