
La noticia de la semana es que Mercadona ha vuelto a bajar el precio del aceite de oliva. Bueno, es verdad que no sólo lo ha hecho Mercadona. Y no es la única vez que ocurre. En realidad, llevamos ya un año largo con la misma tendencia. Desde los máximos de 2023, la botella del virgen extra debe haber bajado, en algunos casos y variedades, casi a la mitad. Hasta Facua admite que sólo en los últimos doce meses, se ha abaratado más de un 33%.
Digo que es la noticia de la semana porque los periodistas estamos muy ocupados con los aranceles de Trump o la declaración de David Sánchez, pero intuyo que lo del precio del aceite ha generado bastante más conversación en el españolito de a pie. Lo de centrarlo en el Mercadona es una licencia de los periodistas: por lo que sea, las noticias de la cadena de Juan Roig generan muchos más clicks que los equivalentes de Carrefour o Día.
En mi caso, en lo primero en lo que pensé cuando leí el titular fue en Pablo Iglesias, Irene Montero o Ione Belarra. Que sí, que sé que es raro, pero cada uno tiene sus obsesiones (ellos tienen a Mercadona; y yo les tengo a ellos y a sus reacciones).
Todo esto viene a cuento porque en los últimos 3-4 años lo más habitual no ha sido que un alimento de primera necesidad como el aceite bajara de precio, sino lo contrario. De hecho, los alimentos se han disparado: según un informe del Banco de España, en nuestro país lo han hecho más que la media de la UE (33% frente a un 31%) entre 2019 y 2024. En los últimos meses, le ha tocado a los huevos, que están carísimos.
El segundo capítulo del cuento es la respuesta de la izquierda cada vez que esto ha ocurrido. No ha habido ningún tipo de análisis económico. Nadie que se preguntara por qué ocurría: si había problemas en la cadena de suministro, si se producía un shock de oferta por algún motivo o si es que se había disparado la demanda. Lo más sofisticado que se les ha ocurrido tenía que ver con el supuesto poder semi-monopolista de los supermercados para someternos como consumidores.
En realidad, el 90% del discurso giraba en torno a principios morales. Belarra dijo de Juan Roig que era un "capitalista sin escrúpulos". Y las grandes cadenas fueron señaladas por el incremento en los precios que todos podíamos ver en los lineales. La retórica apuntaba a la maldad, avaricia y afán desmesurado de lucro de sus dueños.
Y claro, al ver esta semana el litro de aceite de oliva a 4,2€ (el virgen extra a 5.25, en garrafa, todavía menos) frente a los 7-8-10 euros (o más) de hace no tanto... a uno le surgen las preguntas. ¿Se ha vuelto buena persona Juan Roig? ¿Los accionistas de Carrefour quieren beneficiarnos con su caridad cristiana? ¿Es un homenaje de las grandes cadenas al papa Francisco?
El absurdo
No lo parece. En realidad, lo que nos dice el precio del aceite es que todo lo que siempre nos dijeron Iglesias, Montero, Díaz o Belarra era absurdo.
- Los supermercados no pueden hacer lo que quieran con sus clientes. De hecho, pueden hacer tirando a poco. Si pudieran, ya les digo yo que el aceite seguiría a 8 eurazos y tendrían márgenes del 30-40-50%. El problema es que estamos ante un sector con una competencia brutal (y sí, eso es bueno). Como nos enteremos de que una cadena anteriormente barata ahora tiene precios por encima los demás, nos cambiamos de súper en menos de lo que se pinta una pancarta pro-Palestina. Con la tienda del barrio quizás tengamos algún reparo más; y, por la relación personal, estamos dispuestos a veces a no mirar tanto el céntimo. Alcampo, Mercadona o Carrefour saben que no tienen el beneficio de la duda.
- Los márgenes que se manejan en este sector son estrechísimos. El otro día leía que Mercadona seguía por debajo del 4% y es la que mejor lo hace (con diferencia) entre las grandes cadenas europeas. La mayoría están en el 2-2,5% (eso las que no están en pérdidas). Sus beneficios llegan de la rotación, no de los márgenes. E incluso esas cifras seguro que son una estimación al alza para los alimentos de primera necesidad. Porque un margen medio del 2,5-3% es una suma del de muchos productos. Intuyo que en la comida preparada, la cosmética o los alimentos gourmet, los súper cogen un poco de aire. En el aceite, la harina, la pasta o los huevos, la pelea por el céntimo es a muerte. En su momento, ya le explicamos a Ione Belarra que si le preocupan mucho los márgenes abusivos no debería ir a un Carrefour, sino al Palace o al Ritz: ahí sí te meten un buen clavo por una Coca-Cola que les cuesta unos céntimos.
- ¿Vuelven a ser malos con los agricultores? Aunque alguno no lo crea, escuchando a sus líderes en los últimos trimestres, en realidad la acusación más habitual desde la izquierda a los supermercados ha sido la contraria. No les señalaban por ser muy caros. Sino, al contrario, por ser demasiado baratos e imponer condiciones leoninas a sus proveedores (agricultores y ganaderos). En los programas electorales de Podemos o Sumar lo que se pedía eran !!precios mínimos, no máximos!!
Decía que me acordé de Iglesias, Belarra o Montero y la realidad es que lo tenía fácil. Porque me han saltado en redes sociales varias veces en la última semana: como están haciendo vídeos para pedir financiación para ampliar Taberna Garibaldi... De hecho, viendo el último, de Montero, pensé: "Lo que vosotros necesitáis es un empresario de verdad, de los buenos, de los que saben contentar al cliente al mismo tiempo que cuadran las cuentas". En resumen, que Juan Roig les coge el bar y en dos meses tienen sucursales en todos los barrios pijos de España (que es donde está su clientela).
Para empezar, intuyo que les haría una pregunta clave: ¿vais a margen o a rotación? Es decir, queréis ser un negocio como Mercadona, que gana poco con cada producto que vende, pero gana mucho porque vende mucho. O el objetivo es ser como el típico local gourmet, que le saca más a cada ración, a cambio de vender menos. No sé por qué, pero me da que Garibaldi va a tener márgenes bastante más elevados que los de cualquier súper. Sería divertido que nos lo enseñaran a final de cada año.
Otra pregunta que les haría es si necesitan un socio para esa ampliación de capital (pero sin dar acciones) que les están colando a sus seguidores. Ahora que Roig ya puntúa para buena persona tras bajar el precio del aceite, podría ser un gran candidato. Además, tiene una incubadora para ayudar a nuevas empresas. ¿Se lo imaginan? Pablo y Paco, juntos diseñando la nueva carta. Es verdad que "Croquetas del Hacendado" para una taberna progre no queda bien (suena demasiado a propiedad privada), pero seguro que encuentran otro nombre.
Por último, intuyo que uno de los objetivos propagandísticos de Iglesias es vender que a sus empleados les paga muy bien, por encima de lo habitual en el sector y con mejores condiciones laborales. Mira qué casualidad, también ahí, el señor Roig podría darle unas cuantas lecciones.
Licenciado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Carlos III de Madrid. Después de tres años trabajando en IBM, decidió cambiar de rumbo en su carrera profesional y se matriculó en el Máster de Periodismo de El Mundo. En este diario trabajó entre 2008 y 2009.
Desde 2010 es redactor de Economía de Libre Mercado. Presenta junto a Nuria Richart el programa La Pizarra de Domingo Soriano y el podcast Economía Para Quedarte Sin Amigos. Además, colabora de forma periódica en numerosos programas de esRadio: Tu Dinero Nunca Duerme, Economía Para Todos, Es la Noche de Dieter... Compagina su trabajo como periodista con las clases de Economía que imparte en la Universidad Francisco Marroquín de Madrid