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Emilio J. González

Las ocurrencias absurdas de Pajín

Una cajetilla de cigarrillos a ocho euros es un incentivo muy fuerte para la generalización del contrabando de tabaco en España.

El verano es una época propicia para lanzar globos sonda en materia fiscal, más que nada porque, como ya se está trabajando en la elaboración de los presupuestos para el año siguiente, es el momento de comprobar las reacciones de unos y otros ante todo aquello que se les pase por la cabeza a quienes nos gobiernan y comprobar hasta qué punto sus ocurrencias son factibles o no. Creo que la idea de duplicar el precio del tabaco a través de más impuestos, que acaba de lanzar el Ministerio de Sanidad de la ínclita Leire Pajín, responde en última instancia a este principio. ¿Por qué? Porque el Gobierno, por un lado, no consigue reducir el déficit público tal y como se había comprometido con la Unión Europea, ya que los ingresos siguen desplomados debido a que ni hay crecimiento económico, ni consumo, ni generación de puestos de trabajo, ni se les espera; y, por otro, a que Zapatero no quiere renunciar en los meses que le quedan en Moncloa a seguir gastando y gastando ese dinero que no es suyo, sino de todos los españoles. Pero como el déficit hay que recortarlo de alguna manera, pues más impuestos sobre el contribuyente.

¿Por qué el tabaco? Pues porque su demanda es bastante rígida, es decir, que varía muy poco con los cambios de precio de la cajetilla. Quien quiera seguir consumiendo tabaco, que son muchos los fumadores que no renuncian a este hábito por muy caro que se ponga, se quitará de gastar su dinero en otras cosas y lo hará en un bien cuyo precio, a ocho euros la cajetilla como propone Sanidad, será todo impuestos en alrededor del 90%. Y eso es lo que quiere Pajín, o su mentor en Moncloa: buscar una forma de recaudar más, de exprimir más y más al ya muy sufrido contribuyente.

Lo que olvida quien haya ideado semejante disparate es que la subida del tabaco tiene un impacto inflacionista nada desdeñable, y este país no está para ese tipo de cosas mientras las subidas salariales sigan tomando como referencia la evolución del IPC. Y lo que ignora es que una cajetilla de cigarrillos a ocho euros es un incentivo muy fuerte para la generalización del contrabando de tabaco en España. Es lo que ha pasado en otros países de la UE, donde los traficantes de drogas han visto que con esos precios del tabaco su contrabando es un negocio muy lucrativo y las penas por el mismo son muy inferiores a las del tráfico de estupefacientes, con lo que la venta ilegal de tabaco ha vuelto a ser una realidad claramente visible en las calles y plazas de buena parte de la vieja Europa, mientras la recaudación por impuestos sobre el tabaco se desploma. Claro que a Leire Pajín estas cosas no se le ocurren, como tampoco piensa en qué va a pasar con los trabajadores del sector, en especial los de las empresas que producen cigarrillos baratos. A ella, simplemente, alguien le ha puesto una ocurrencia en su cabeza y se ha lanzado a pregonarla a los cuatro vientos sin pararse a pensar en las consecuencias. Menos mal que ya tiene los meses contados en el cargo.

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