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Emilio J. González

Reforma laboral: primera prueba de fuego

Si quiere reforma laboral, va a tener que aprobarla por decreto. Esa va a ser para él, muy probablemente, su verdadera prueba de fuego porque los mercados y los sindicatos van a tomar buena nota de ello.

La reforma laboral puede convertirse en una prueba de la voluntad del próximo Gobierno del PP a la hora de tomar las medidas que necesita este país para resolver los serios problemas presupuestarios y salir de la crisis. Los ‘populares’ quieren modificar la contratación, la negociación colectiva, el sistema de relaciones laborales, la formación orientada al empleo y la intermediación en la búsqueda de empleo. Rajoy, además, pretende que sean los agentes sociales quienes acuerden el contenido de dicha reforma, de acuerdo con las pautas establecidas por el PP, y lo hagan pronto, el 6 de enero como máximo. A fin de cuentas, una reforma pactada entre sindicatos y patronales evitaría al próximo Ejecutivo muchos problemas y mucho desgaste político. Sin embargo, a tenor de las reuniones con los agentes sociales que acaba de mantener Rajoy, dicho pacto no parece posible.

UGT, de entrada, no quiere hablar de reforma y pretende que se apure al máximo el actual marco laboral, el cual ni ha impedido que durante la crisis el paro haya crecido hasta el 21% de la población activa ni ahora facilita que se puedan producir nuevas contrataciones. Pero, a fin de cuentas, como Méndez es uno de los ‘padres’ de la mal llamada reforma laboral de ZP ahora no va a cambiar de opinión. Además, su postura desde que llegó al frente del sindicato socialista ha sido la de no colaborar con los gobiernos del PP. Ya lo dejó claro en tiempos de Aznar, cuando se negó a negociar tanto la reforma laboral que se planteó entonces como la del sistema de pensiones, y sólo cambió de postura cuando se vio aislado porque las Comisiones Obreras de Fidalgo decidieron sentarse a la mesa con la patronal. Ahora se repite la historia, pero esta vez Fidalgo ya no está al frente de CCOO; está Toxo, quien, con Méndez, ya le ha convocado varias huelgas políticas a Esperanza Aguirre en Madrid y, por mucho que diga, no creo que se pueda esperar de él la menor colaboración en todo este asunto.

Lo sorprendente ha sido la actitud de la patronal. Rosell, el día antes del encuentro con Rajoy, arremetió contra el PP, especialmente contra una de las banderas de la reforma laboral que los ‘populares’ quieren sacar adelante: la descentralización de la negociación colectiva. Si ésta se produce, los agentes sociales perderán todo su poder político, que es lo que no quieren ni Rosell, ni históricamente la CEOE, ni los sindicatos. Éstos últimos también rechazan un nuevo contrato de fomento del empleo que abarate el despido y, desde luego, se van a ‘calentar’ si el PP hace lo que dice que hay que hacer: quitarles a todos ellos las subvenciones y acabar con los liberados sindicales.

Mucho me temo, por tanto, que Rajoy no va a tener su deseada reforma laboral, con contenido real, como no sea a base de ‘comprar’ a unos y otros a golpe de gasto público, algo que va en contra de la necesaria estrategia de ajuste presupuestario. Así es que, si quiere reforma laboral, va a tener que aprobarla por decreto. Esa va a ser para él, muy probablemente, su verdadera prueba de fuego porque los mercados y los sindicatos van a tomar buena nota de ello y actuarán en consecuencia.

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