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La experiencia sueca demostró el fiasco de la Tasa Tobin en 1983

La banca francesa cae en picado; crecen las críticas contra el impuesto a las transacciones financieras.

Los tres grandes bancos franceses sufrieron este lunes en la Bolsa parisina una de las jornadas más duras que se les recuerdan. BNP perdía un 7,12%, mientras que Credit Agricole caía un 6,59% y Societe Generale un 6,42%. Apenas 24 horas antes, Nicolas Sarkozy había anunciado en una entrevista televisada en nueve canales en horario de máxima audiencia que su Gobierno aprobaría para el 1 de agosto un impuesto a las transacciones financieras: será algo parecido a la conocida Tasa Tobin.

Siempre es difícil encontrar una explicación a los movimientos diarios de los valores y más aún en un momento tan delicado para el sector financiero europeo. De hecho, los bancos españoles también caían en el Ibex-35 alrededor del 2,5%, en una jornada marcada por los rumores sobre la salida de Grecia del euro o el nuevo rescate a Portugal. Sin embargo, es complicado no establecer al menos una cierta relación de causalidad entre el anuncio del presidente galo y el desplome de sus bancos. Muchos analistas ya temen que podría ser el último empujón para el sector financiero francés en su camino hacia el precipicio.

Lo aprobado

  • Gravamen a las operaciones realizadas sobre acciones de la Bolsa de París.
  • Gravamen de los CDS (Credit Default Swaps) al descubierto que sirven para cubrir el riesgo de los títulos soberanos porque "pueden desestabilizar el mercado de deuda de los Estados".
  • Gravamen a las operaciones de negociación automática de alta frecuencia "pueden desestabilizar el funcionamiento normal de los mercados".
  • El impuesto, del 0,1 % de su valor, entrará en vigor desde agosto y debería permitir una recaudación de 1.000 millones de euros anuales en Francia.

El castigo a los bancos

Los bancos franceses no han tenido un momento de respiro en los últimos meses. Desde el inicio del verano, la tensión ha crecido en el sector financiero galo, asediado por sus activos en deuda griega, portuguesa y, sobre todo, italiana. A estos problemas se han unido las sucesivas declaraciones de Sarkozy acerca de la necesidad de imponer una Tasa Tobin. Enfrentado a una complicada cita con las urnas (la primera vuelta de las Elecciones Presidenciales tendrá lugar en abril), Sarkozy ha elegido un chivo expiatorio muy popular entre el electorado galo: los especuladores.

Lo que ocurre es que de rebote puede acabar castigando a los clientes y a las propias entidades. Por ejemplo, Credit Agricole cotizaba a 10,8 euros por acción el pasado 1 de julio. Tras un verano desastroso para todo el sector, cerró el 1 de septiembre en 6,68 euros. El desplome continuó hasta marcar un mínimo de 3,98 euros el día 23 de noviembre. Desde entonces, había iniciado una ligera recuperación, que le llevó a superar los 5,02 euros el pasado jueves. Este lunes caía hasta 4,61 euros.

La experiencia sueca

La Tasa Tobin ha generado muchísima polémica desde que James Tobin habló por primera vez de ella en la década de los años setenta. Sus partidarios y detractores multiplican sus comentarios en la red: unos apuntan a que detendría los movimientos puramente especulativos, los otros aseguran que dañará la actividad financiera y se cargará en el bolsillo de los usuarios.

El único experimento con una tasa similar a la anunciada este domingo por Nicolas Sarkozy se hizo en Suecia en 1983, aunque hay que reconocer que en aquel caso el impuesto era del 0,5% respecto al 0,1% en Francia. Los resultados no fueron especialmente alentadores: algunos estudios aseguran que se recaudaron menos de 100 millones de coronas, frente a un cálculo previo de 1.500 millones. De hecho, la recaudación sobre plusvalías bajó. Y en 1990, el 60% de las transacciones que involucraban a las once principales empresas suecas se realizaban en el Reino Unido.

En Reino Unido, el Instituto Adam Smith (una organización liberal, como su nombre indica) ya ha alertado del coste que podría tener para la City londinense un impuesto de este tipo. El 36,7% de las transacciones globales se hacen en la capital británica (1,8 billones de dólares cada día). El sector genera 1 millón de empleos, el 4% de los trabajos del país.

Sus críticos alertan algo de lo que incluso el inventor de la tasa ya advirtió en su día: con un mercado financiero tan globalizado, flexible y móvil, la aplicación de una tasa como ésta sólo servirá para cambiar el lugar de las transacciones, sin modificar los criterios de los implicados. En palabras de Jonh Campbell y Kennetk Froot, autores de uno de los primeros estudios sobre la experiencia sueca: "No hay un sustituto perfecto para una acción de Volvo, pero sí hay un sustituto casi perfecto para los servicios de una empresa sueca especializada en la intermediación en la venta de acciones de Volvo".

A partir del próximo 1 de agosto, en Francia, habrá un nuevo campo de pruebas para comprobar si todos estos pronósticos se cumplen.

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