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Derribando sofismas

Derivados y futuros, piezas clave en una economía libre

Los productos derivados no funcionan bajo la misma lógica que las acciones, pero desempeñan un importante papel en el mercado bursátil.

Los productos derivados no funcionan bajo la misma lógica que las acciones, pero desempeñan un importante papel en el mercado bursátil.

En el artículo anterior centramos el concepto de suma cero versus suma positiva en la compraventa de acciones. Queda, por tanto, ampliar el análisis a otro tipo de activos financieros. Los productos derivados -ya sean futuros, opciones, warrants, swaps...- forman parte de los mercados financieros, ¿pero bajo qué estrategia se rigen estos mercados? Para no alargar el desenlace, son juegos de suma cero. ¿Por qué? Los futuros, por ejemplo, comparten la misma esencia que una apuesta deportiva.

Veámoslo a través de un ejemplo poco ortodoxo: Bruce Springsteen compra un futuro sobre First Solar al precio de $25 convencido de que, tras la victoria de Obama, las empresas verdes se verán beneficiadas por su política energética. Hasta aquí, The Boss, es alcista, por tanto, la subida de FSLR.OQ le reportará ganancias y la caída por debajo de $25 -precio de compra- implicaría pérdidas.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre comprar el futuro y la acción? La acción representa una parte alícuota de una compañía, en otras palabras, posees un porcentaje del capital privado de la misma. En cambio, el futuro y el resto de productos derivados no funcionan bajo la misma lógica. No es casualidad que los productos derivados necesiten un subyacente para poder cotizar, ya que sin él no tienen ninguna referencia.

Sirva como ejemplo que tras el cierre de las bolsas americanas -NYSE, NASDAQ, ARCA- por el huracán Sandy, el Chicago Mercantile Exchange -el mercado de derivados más grande del mundo- también se vio obligado a cerrar a pesar de que los efectos de Sandy fueron de menor intensidad en Illinois. En caso de que el huracán hubiese azotado Chicago, y no Nueva York, los mercados de renta variable podrían haber abierto sus puertas sin ningún problema pues no necesitan de ningún subyacente para negociar sus títulos, son un mercado autosuficiente, mientras que los futuros son un mercado derivado de éstos, tal y como su buen nombre indica.

Las ganancias de Springsteen no se deben directamente al crecimiento y consolidación del negocio de First Solar, el comportamiento financiero de la compañía es causa y correlación directa de la cotización de la acción. De forma contra-intuitiva, funciona de la siguiente manera y necesitaremos de un segundo inversor para aclararlo.

Joe Perry -guitarrista de Aerosmith- vende un futuro de FSLR.OQ a $25 tras haber leído el estudio dirigido por Gabriel Calzada sobre las empresas renovables. Así, si el valor se mantiene por debajo de ese precio, el compositor de Combination gana, su interés es la depreciación de la compañía.

Así las cosas, el de New Jersey tiene argumentos razonables para pensar que First Solar va a subir de los $25. El de Boston, tras analizar los pros y los contras del sector, considera que la acción caerá por debajo de $25 en los próximos meses. ¿Qué tenemos aquí? Una apuesta en toda regla. Sustituimos a First Solar por el Real Club Deportivo de la Coruña y los $25 por si gana o pierde el próximo partido y nos encontramos con un juego de suma cero; para que Springsteen gane dinero necesita que otro -Joe Perry- le cubra la apuesta, y viceversa. En conclusión, no se genera riqueza -suma positiva- si no que ésta cambia de manos -suma cero-.

En la renta variable uno siempre tiene de su lado la performance de la empresa porque ostenta una parte -por muy residual que sea- de la compañía. Invirtiendo en futuros uno puede entrar vendido -como es el caso de Joe Perry- sin necesidad de tener una posición en la compañía -en titularidad y/o préstamo- porque el riesgo está cubierto, o bien por una orden del sentido contrario -Bruce Springsteen- o bien por una cámara de compensación que, salvando las distancias, desarrolla el mismo rol que un casino o una casa de apuestas.

Otra importante diferencia, es el papel en los derivados del efecto apalancamiento - relación entre resultado de la inversión y el capital invertido-, el cual multiplica el resultado positivo o negativo, y con ello el riesgo; como sucedió en la quiebra de Long Term Capital Management.

A pesar de los grandes riesgos que conlleva, cometeríamos un gran error simplificando como buenos y malos a los productos derivados y renta variable. Los mercados de futuros son una pieza clave dentro de una economía de libre mercado que permiten, entre otras muchas funciones, protegerse de riesgos ciertos. Así, ya en el Antiguo Egipto los agricultores y mercaderes limitaban sus riesgos pactando los precios finales de la mercancía con anterioridad a la cosecha.

El mecanismo es sencillo y dista de ser un arma de especuladores: el agricultor y el mercader firman hoy un contrato por el cual en seis meses intercambiarán un saco de cebada a 5 unidades monetarias. Pasado el tiempo, si la cosecha fue abundante el mercader tendrá que pagar más caros los sacos de cebada de lo que valen en el mercado, y viceversa. Pero, es indudable que tanto el intermediario como el agricultor transfieren riesgos y facilitan el acuerdo gracias a haber diferido la compraventa.

Los futuros y opciones, como las armas de fuego, no son peligrosas en sí mismas, pero siempre será preferible saber cómo utilizarlas y en qué casos hacer uso de ellas, y no limitarse a prohibirlas o convertirlas en chivos expiatorios de nuestros propios errores.

Rafa Paz es especialista en electronic trading. Máster en Mercados Financieros y Productos Derivados (BME). Si estás interesado en cómo funcionan los mercados bursátiles, puedes consultar todos los artículos del autor en su blog La Cantina del Trader . Puedes suscribirte aquí  para no perderte futuros artículos. También puedes seguirle en Twitter o visitar su perfil en LinkedIn.

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