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España se lo pone fácil a sus competidores

Mientras nuestro país pierde posiciones en el nuevo Doing Business, países como Polonia, Portugal o Eslovenia nos superan.

España no sale bien en los índices de libertad económica. Esto no es ninguna novedad. Ni en el ránking del Wall Street Journal y la Foundación Heritage, ni en el del Fraser Institute, ni en el Doing Business que cada año publica el Banco Mundial.

Este martes, se conocía la última edición de esta publicación. Y prácticamente todos los medios se han hecho eco de sus resultados. El más importante es que España ocupa el puesto 52 en el ránking principal y el 142 en el epígrafe de "Facilidad para hacer negocios".

Sin embargo, hay una segunda lectura de los resultados del Banco Mundial. El problema no es sólo que España pierda puestos o que se derrumbe en algunas clasificaciones, como la que hace referencia a los impuestos. Lo verdaderamente preocupante es que alguno de los países que habitualmente se consideran como competencia directa de nuestras empresas sí se están poniendo las pilas. Es decir, que mientras los gobiernos españoles no hacen nada o mejoran muy levemente sus notas en el mejor de los casos, portugueses, polacos o eslovenos, entre otros, escalan posiciones. En un momento en el que se habla de mercados globales, deslocalizaciones o competitividad, datos como estos deberían hacer pensar a más de uno.

Comparativas

Hay muchas formas de analizar las tablas del Doing Business. La propia web permite dividir por regiones, hacer una recopilación año a año, sacar sólo algunos de los subíndices, etc... En el caso de España, la comparativa más lógica seguramente sería la que se podría hacer con el resto de países de la OCDE (los más ricos del mundo) o con la UE.

Podría parecer que este tipo de ránkings no sirven para nada. Pero cuidado, al final lo que hacen es recoger cómo trata la legislación de cada estado a compañías y consumidores. Cuando una empresa piensa en dónde instalar una nueva planta, una multinacional analiza en qué país abrir una filial que cubra 4 ó 5 mercados, o un inversor decide dónde poner su dinero, todos estos aspectos son muy relevantes. España, con su evolución negativa en la última década, se lo está poniendo muy fácil a sus propios competidores.

Con la OCDE, los datos son muy preocupantes. De los 31 países que forman parte de este club, España está en el puesto 27 en cuanto a facilidad para hacer negocios. Sólo tiene por detrás a Luxemburgo (un país que sorprende por su baja clasificación), Italia, Grecia y República Checa.

En lo que respecta a la UE, España se sitúa en el puesto 19 de los 28 socios. La comparación es algo mejor que con la OCDE, pero hay que tener en cuenta que excepto el extraño caso de Luxemburgo, los demás son países que o bien están en muchos problemas o son mucho menos desarrollados. Así Hungría, Bulgaria, Italia, Grecia, Rumanía, República Checa, Croacia o Malta están peor que España. Parece un pobre consuelo. Ya se sabe que las leyes italianas o griegas tampoco son precisamente las más favorables para los negocios. Y en cuanto a los países del este de Europa, ellos al menos pueden presentar unos costes laborales algo más reducidos, que compensen en parte las trabas que imponen a los empresarios.

Si los datos generales son malos, peor aún es el análisis año a año. En 2007, el año de comienzo de la crisis, España estaba en el puesto 39. No era un gran puesto, pero está muy lejos del 52ª del último índice. Enfrente, algunos de nuestros habituales han mejorado de forma sustancial. Polonia, que estaba en el puesto 75 (36 por detrás), ahora ocupa el puesto 45 (7 por delante); Eslovenia, que ocupaba el 61º (22 detrás de España) ahora está el 33º (19 lugares de ventaja); y Portugal, que quedaba justo por detrás de nosotros, ahora ocupa el puesto 31º (21 por delante). No son los únicos casos pero sí quizás los más significativos. Son países de los que se habla en muchas ocasiones como posibles rivales en deslocalizaciones, instalaciones de nuevas plantas o atracción de inversiones. Los tres son mucho más baratos que España en cuanto a mano de obra; ahora, además, tienen leyes más atractivas para los negocios. No parece una buena combinación.

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