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Diez 'errores' que Oxfam repite en su informe sobre pobreza

Al igual que en anteriores ejercicios, la ONG interpreta mal los datos de sus fuentes y oculta las cifras que cuestionan sus tesis más polémicas.

Al igual que en anteriores ejercicios, la ONG interpreta mal los datos de sus fuentes y oculta las cifras que cuestionan sus tesis más polémicas.
Imagen de un mercado en la ciudad de Bohicon, en Benín. | Corbis

Cada año, a mediados de enero, unos días antes de que se inaugure en Davos el Foro Económico Mundial, Intermon Oxfam publica su informe sobre la riqueza y la desigualdad en el planeta. Ya es una tradición. Y cada año, el estudio vuelve a incurrir en los mismos errores y a utilizar mal los datos de las fuentes en las que se basa.

El primer ejercicio podía atribuirse a desconocimiento. Pero ha habido decenas de expertos que le han enmendado la plana a Oxfam desde entonces. Por ejemplo, en este artículo, MalaPrensa recoge algunos de los artículos que se publicaron en enero de 2014 y que reflejaban los problemas del informe, algunos más propios de un estudiante de primero de economía. Pero a los autores parece que les da igual, año a año se repiten los fallos y se vuelven a reiterar las mismas conclusiones. Por lo tanto, ahora ya sabemos que no es ignorancia. Como mínimo, puede decirse que hay un intento de darse publicidad aún a costa de la precisión. Es triste, pero es la única conclusión válida viendo lo que publica Oxfam.

Y si el informe completo contiene numerosos errores, aún peor es el resumen ejecutivo, que directamente oculta los datos que peor casan con el mensaje principal que se quiere hacer llegar al público. Es decir, las cifras que cuestionan el titular desaparecen en la información destacada.

Errores básicos

Este año, el informe se titula "Una economía al servicio del 1%. Acabar con los privilegios y la concentración de poder para frenar la desigualdad extrema" y su principal conclusión, la que más han repetido los medios y más se ha compartido en las redes sociales es la siguiente:

En 2015, sólo 62 personas poseían la misma riqueza que 3.600 millones (la mitad más pobre de la humanidad).

Un análisis mínimamente riguroso desvela que ni hay datos suficientes para hacer esta afirmación ni, sobre todo, la realidad detrás de estas cifras es la que Oxfam intenta que el público imagine.

1. Renta y patrimonio: desde el primer año de su publicación, los expertos de Oxfam mezclan renta y patrimonio. Es un error garrafal, pero las medidas de ingresos anuales y de riqueza se mezclan sin que quede claro si se debe a desconocimiento (sería extraño, en un tema tan básico) o simplemente existe la intención de confundir al público. El siguiente párrafo en el que se habla de "contribuciones" o "productividad" pero se incluyen datos de patrimonio junto a otros de salarios es sólo un ejemplo (página 19 del informe completo), pero hay muchos más:

Sería perverso argumentar que las contribuciones de 62 milmillonarios tienen el mismo valor que las de los 3.600 millones de personas restantes. Es inconcebible que el presidente de una empresa tabaquera india sea tan productivo como 439 de sus empleados juntos, o que el propietario de una empresa minorista de ropa británica pueda producir lo mismo que más de 2.000 trabajadores del sector textil.

2. Cada vez más pobres: Oxfam afirma en uno de los titulares que destaca en la página 1 de su resumen ejecutivo que "la riqueza en manos de la mitad más pobre de la población se redujo en más de un billón de dólares entre 2010 y 2015, un desplome del 41%". Cualquiera que lea esto pensará que cada vez hay más pobres en el mundo o que los pobres son cada vez más pobres.

Pues bien, tampoco es cierto. Luego iremos con los problemas de las mediciones de riqueza y lo que significan, sobre todo en lo que tiene que ver con la caída de los precios de los activos financieros, el tipo de cambio con el dólar o las deudas. Pero en lo que nos ocupa ahora, el mensaje de que los pobres cada vez son más pobres, el propio informe de Oxfam se desmiente. Ni en renta ni en patrimonio esto es cierto.

En la página 9, los autores confirman que "entre 1990 y 2011, el crecimiento económico en la región [China e India] contribuyó a sacar de la pobreza a casi mil millones de personas, de las que 700 millones vivían sólo en estos dos países. El porcentaje de la población mundial que vive en situación de pobreza extrema pasó del 36% en 1990 al 16% en 2010, cumpliendo así el Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la pobreza extrema cinco años antes de la fecha límite, fijada inicialmente para 2015".

Como hay baile de fechas (algunos datos van de 1990 a 2011 y otros de 2010 a 2015), alguien podría pensar que ésta es la razón de las diferentes conclusiones incluidas en el mismo informe. Pues no: según los datos del Banco Mundial, que coinciden con los de grandes organismos internacionales, el número de pobres en el mundo siguió cayendo entre 2011 y 2015.

Esto por lo que hace referencia a la renta. Pero tampoco en términos patrimoniales es realista la imagen de que los pobres sean más pobres. Como veremos (punto 10), en todos los continentes la riqueza patrimonial per cápita ha aumentado (y mucho, sobre todo en África o América Latina) desde el año 2000. Y también lo ha hecho desde el año 2010 si tomamos un tipo de cambio estable (o medimos la riqueza en términos de las monedas nacionales). Es decir, el factor que explica que la riqueza per cápita en dólares haya caído por debajo de su pico de 2007 en casi todas las regiones es la apreciación de la moneda americana (página 137 del informe de Credit Suisse) y no la pérdida de activos en los países más pobres, como se intuye tras la afirmación de Oxfam (además, cuando se habla de la pobreza en manos de la mitad más pobre hay que tener muy en cuenta el aumento de la deuda de muchos países del primer mundo, según explicamos en el punto 6).

3. Datos totales y porcentajes: Oxfam mezcla sin solución de continuidad datos totales de incremento de riqueza y porcentajes. Así, compara cuánto ha crecido la riqueza de los más ricos y de los más pobres con las cifras absolutas e ignora o desprecia los porcentajes.

Imaginemos que Bill Gates incrementa su riqueza este año en 99 millones de dólares y un españolito medio lo hace en un millón. No tiene ningún sentido decir que aquél se queda con el 99% del incremento de riqueza que han conseguido entre los dos, porque está claro que en términos relativos el que más gana es el ciudadano español que ha visto cómo su patrimonio se disparaba mientras que para el fundador de Microsoft apenas hay cambios en su cuenta. Pues bien, aunque parezca increíble, esto es lo que hace Oxfam. Por ejemplo, en el siguiente párrafo de la página 12 del informe:

Si bien los ingresos per cápita tanto del 1% más rico como del 10% más pobre de la escala mundial de distribución de los ingresos han aumentado entre 1988 y 2011 (el 31% y el 33% respectivamente), dicho incremento ha repercutido de forma muy diferente sobre sus condiciones de vida. Así, mientras que los ingresos per cápita del 1% más rico de la población aumentaron de algo más de 38.000 dólares internacionales con PPA de 2005 a algo más de 49.800 dólares (un incremento de 11.800 dólares), los del 10% más pobre sólo pasaron de 196 a 261 dólares (lo cual supone un incremento de sólo 65 dólares, que deja a este grupo muy por debajo del umbral de pobreza extrema de 1,90 dólares al día).

Se quiere comparar los 11.800 dólares del 10% más rico con los 65 dólares del 10% más pobre… cuando los mismos autores reconocen que estos últimos subieron sus ingresos un 33% frente al 31% de los más ricos. Evidentemente, en ningún lugar del resumen ejecutivo se dice que los ingresos de los más pobres crecieron a un ritmo superior a los de los ricos (por cierto, éste es otro ejemplo de cómo un informe supuestamente dedicado a medir la riqueza patrimonial cambia a renta sin demasiadas explicaciones).

El informe de Credit Suisse

Los anteriores son errores propios de Oxfam. Pero junto a estos, hay otros muchos problemas que derivan de sus fuentes. Todo el documento de Oxfam gira alrededor de la lista Forbes de multimillonarios y del estudio que Credit Suisse publica cada año sobre la riqueza de la población mundial: Global Wealth Databook 2015. Ésta sí es una buena aproximación a la realidad, pero hay que saber interpretarla. El problema es que ni mucho menos de sus cifras se pueden sacar las conclusiones que extrae Oxfam.

Los siguientes son sólo algunos de los datos de la entidad suiza que debería haber reflejado Oxfam para que el lector medio se hiciera una idea cabal de cómo evolucionan estas variables. Como apuntábamos anteriormente, año tras año, los expertos en estas cuestiones de riqueza, pobreza y desigualdad intentan explicar estos problemas. Y año tras año, son ignorados.

4. Datos poco fiables: el siguiente cuadro (click para ampliar) reproduce parte de la tabla de la página 19 del informe de Credit Suisse. Los autores califican la "calidad" de los datos de "muy pobre" a "buena" en función de cada país. Podemos ver que todos los países del tercer mundo o no tienen cifras o las tienen muy poco fiables. Es decir, conocer la riqueza real de las personas más pobres y hacer una extrapolación es un ejercicio muy arriesgado.

5. Qué se mide: esta cuestión está muy relacionada con el anterior punto. Credit Suisse divide la riqueza en tres apartados (financiera, no financiera y deuda). Y aquí volvemos a la dificultad de medir la riqueza real de los hogares del tercer mundo. En estos países, las familias más humildes no tienen activos financieros (o son muy pequeños) y muchas veces tampoco propiedades a su nombre. Sus principales bienes son ganado, posesiones personales, dinero en efectivo... Nada de esto se mide. Ni mucho menos queremos decir que lo normal sea que un agricultor africano atesore millones de dólares debajo del colchón, pero a la hora de calcular el acumulado de cuánto tienen los 3.000 millones de personas más pobres del mundo, no estaría de más contar también estos bienes.

Del mismo modo, el informe de Credit Suisse no mide el valor del capital humano o los derechos que millones de ciudadanos tienen. Así, se pueden dar situaciones paradójicas: un pensionista alemán que no tenga ahorros y viva de alquiler tiene una riqueza igual a cero. El derecho a cobrar una pensión del estado alemán el resto de su vida no vale nada en esta estadística. Mientras, un agricultor boliviano que tenga media hectárea de terreno a su nombre aparecerá como más rico que aquel... aunque nadie creería que esto es así.

6. Pobres entre los pobres: del mismo modo, hay que preguntarse quiénes son los más pobres en el informe de Credit Suisse. Lo primero que uno piensa es que son habitantes de algún país africano que no tienen nada. Pues bien, no es así. Porque el banco suizo también contabiliza las deudas. Ya hemos dicho que en los países del tercer mundo la presencia de las instituciones financieras es muy residual. No así en el primer mundo. Son los hogares del primer mundo con grandes cargas financieras los que más distorsionan esta estadística.

Imaginemos a un abogado americano de 27 años, que acaba de salir de Harvard y tiene que pagar su préstamo de estudios, que asciende a 200.000 dólares. Este joven saldrá en la estadística como el más pobre entre los pobres incluso aunque las grandes empresas de Wall Street se estén peleando por contratarle: en el momento de la foto, su patrimonio es negativo y debe mucho dinero. De nuevo, aquí aparece el problema que comentamos antes de no contabilizar el capital humano. Cuando se dice que alguien no tiene nada (ya sea este abogado estadounidense o un granjero africano) casi siempre se deja a un lado al propio valor de su trabajo y a lo que podrá generar con éste en el futuro.

De hecho, cuando se calcula el patrimonio de los más pobres del planeta, hay que tener en cuenta que muchas personas del primer mundo forman parte (quizás sin saberlo) de este grupo. Y de hecho, lo que hacen es restar riqueza a los deciles inferiores para la estadística total. El decil 1 a nivel global tiene un patrimonio negativo equivalente al -0,3% del PIB mundial. Es decir, el 10% de los habitantes del mundo que se consideran más pobres estadísticamente hablando no es que no tengan nada, es que deben dinero. ¿Adivinan qué países colaboran más en este resultado porque tienen más hogares con deudas netas? No son Burkina Faso o Benín. Hablamos de Dinamarca, Noruega, España, Estados Unidos, Holanda,... (ver página 149 del informe de Credit Suisse).

7. ¿Quiénes y cuántos son los más ricos? Cuando se dice que 62 personas tienen tanta riqueza como los 3.600 millones más pobres o que el 1% de la población mundial acumula el 50% de la riqueza, se lanza la idea de que hay un pequeño grupo de súper ricos que se lo está quedando todo. Tampoco es cierto.

En primer lugar, esas 62 personas acumulan una riqueza de 1,76 billones de dólares. Es una barbaridad. Es un nivel de patrimonio que al ciudadano medio no le cabe en la cabeza y supone aproximadamente el 0,7% de la riqueza a nivel global. Que en un mundo con 7.000 millones de habitantes, haya sólo 62 que tienen el 0,7% es un dato relevante. Pero la idea que mucha gente extrae (que hay supermillonarios que acaparan casi todos los recursos) no es realista: acumulan el 0,7% de toda la riqueza del mundo.

Si pensamos en ese 1% que acumula el 50% de la riqueza, hablamos de 47 millones de adultos. La riqueza per cápita de este colectivo está por debajo del millón de dólares: en concreto, hablamos de 760.000 dólares (unos 697.000 euros) de activos netos para pertenecer a ese selecto grupo. O por decirlo de otra manera, cualquier persona que tenga bienes que valgan más de 697.000 euros ya pertenece a ese 1% más rico del que tanto se habla hoy. Muchos españoles con casa propia (como otros muchos occidentales) descubrirán con sorpresa que están en ese grupo.

Y eso si hablamos del 1% más rico. El nivel para entrar en el 10% más rico del mundo comienza en los 68.800 dólares (unos 63.000 euros). Si usted posee una casa sin cargas financieras que valga más que esta cantidad, ya lo sabe... es de esos ricos a los que Oxfam señala esta semana. Al final, la conclusión que se saca del informe de Credit Suisse es que en los países más pobres, sus habitantes tienen un nivel de riqueza medible casi nulo: no han podido acumular activos financieros o bienes reales. Lo poco que tienen, lo llevan siempre consigo (aunque la parte positiva es que cada vez tienen un poquito más).

Mientras, la mayoría de los habitantes de los países desarrollados ha conseguido ahorrar y acumular un patrimonio razonable. De esta forma, es cierto que el 10% más rico del mundo posee el 87% de la riqueza y el 20% más rico el 95% (o lo que es lo mismo, el 80% sólo tiene el 5%). ¿Y quién forma ese 20% de afortunados? Pues más de 950 millones de personas, europeos, norteamericanos o japoneses de clase media en su mayor parte.

8. Cuestión de edad: vale la pena recordarlo, aunque ya se ha apuntado en numerosas ocasiones. En el primer mundo, el factor que más explica la riqueza (al menos en términos estadísticos) es la edad. Uno de los columnistas españoles que mejor lo ha analizado es Juan Ramón Rallo, por ejemplo, en este artículo:

Supongamos una de las sociedades más extremadamente igualitarias que podamos imaginar: en esta sociedad se trabaja desde los 26 a los 65 años y se vive del patrimonio acumulado desde los 66 a los 85. Asumamos que el salario es el mismo para todos los trabajadores y que todos ellos ahorran un 30% del mismo, el cual logran rentabilizar cada año a una tasa media del 5,5%. Igualmente, asumimos que las herencias se destruyen una vez fallece el propietario y que la cantidad de trabajadores en cada franja de edad es la misma. Igualitarismo extremo: no hay nunca diferencias de partida y el salario es el mismo para todos los trabajadores. Pues bien, en esta sociedad el 20% de los individuos más pobres (que serían los más jóvenes) apenas poseería el 4,9% del total de riqueza total. En cambio, el 1% más rico poseería el 3,2% y el 10% más rico, el 28,8% (el 10% de la población poseería casi seis veces más riqueza que el 20% más pobre).

9. Quién está perdiendo más: otro dato curioso. Los ciudadanos que más riqueza han perdido entre 2014 y mediados de 2015, fecha del informe de Credit Suisse, no son ruandeses o congoleños. Son japoneses, franceses, italianos y alemanes si medimos en términos absolutos y rusos y ucranianos en términos relativos.

¿Y eso? ¿Qué ha pasado en Japón o Francia? Aquí hay que recordar aquí que todos estos informes de riqueza incluyen algunas trampas estadísticas que tienen mucho que ver con cuáles son los activos de los más ricos. Los habitantes de los países desarrollados tienen buena parte de su patrimonio invertido en acciones y otros valores similares. Así, una caída de la bolsa puede hacer a una persona perder parte de su patrimonio de un día para otro. Y lo mismo ocurre con el tipo de cambio, que penaliza a los países con divisas que se deprecian frente al dólar, o con los precios de la vivienda. En todos los casos, es una pérdida en cierto sentido ficticia: por ejemplo, los propietarios de acciones siguen teniendo sus acciones aunque estas bajen de valor (como tiene algo de irreal decir que Amancio Ortega es 1.000 millones más rico porque los títulos de Inditex suban con fuerza una semana). Pero en la estadística, todos ellos aparecerán como mucho más pobres que el día anterior. Los japoneses han visto como caía su riqueza porque los títulos de su propiedad han perdido valor en el período de referencia o porque su moneda se ha depreciado frente al billete verde. Y por cierto, seguramente sean los nipones más ricos los que más hayan sufrido el descalabro.

Del mismo modo, cuando se dice que los 62 más ricos tienen 1,76 billones en activos puede que algunos piensen en el Tío Gilito, aquel personaje de Disney que se bañaba en una piscina llena de monedas de oro. No es cierto. La mayoría de los súper ricos lo son porque son propietarios de grandes empresas. Y el incremento de su riqueza en los últimos años está ligado a la subida en bolsa de sus compañías.

10. Todos más ricos: el dato que más debería alegrarnos a todos, pero uno de los que menos se divulgan. Aparece en las páginas 139-142 del informe de Credit Suisse. Desde el año 2000, todos los continentes han visto cómo aumentaba su riqueza per cápita, tanto si se mide en términos de la moneda nacional como en dólares: de África a Europa Occidental, incluso teniendo en cuenta que se ha vivido una crisis financiera de una intensidad enorme, no ha habido ninguna región del mundo que no haya prosperado.

Es cierto, sigue habiendo cientos de millones de personas en una situación económica desesperada, sobre todo en los países del tercer mundo. Pero, a pesar de lo que se pueda intuir leyendo determinados documentos o de lo que insinúen algunos titulares, los que menos tienen cada día están un poquito mejor. Y aquí hay que recordar que lo normal a lo largo de la historia de la humanidad ha sido la pobreza. Lo extraño es que a partir de 1700-1800 hubiera un puñado de países occidentales que comenzaran a escapar de la trampa de la pobreza. Y lo extraordinario es que en estos momentos, por primera vez en la historia, comienza a verse la posibilidad de erradicar la pobreza extrema en todo el mundo.

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