El programa económico de Bush ha sido apoyado por eminentes economistas como Friedman o Buchanan lo cual parece indicar que el candidato por el Partido Conservador tiene ideas liberales.
Básicamente Bush propone que se fortalezca la Seguridad Social con cuentas personales voluntarias para la jubilación, que se reduzca el impuesto sobre los ingresos, se otorguen becas para aquellos estudiantes que estén en colegios de escasa calidad, se frene el crecimiento del gasto gubernamental y se promocione el libre comercio.
Sin duda en España muchos firmaríamos gustosos este programa, aunque para estos lares demasiado radical salvo en algún punto. Sin embargo, en Estados Unidos, los sectores liberales más consecuentes y comprometidos con los principios, han mostrado su recelo ya que, en su opinión, Bush se quedaba corto. Desde el Mises Institute, Max Thornton, ha señalado que la Seguridad Social es un producto irracional de las políticas intervencionistas de la que habría que deshacerse lo antes posible. La razón de su afirmación estriba en que es inmoral coaccionar a la gente a que dé dinero para su retiro y que supone un aumento de los costes laborales. Por tanto, se incrementa el número de desempleados. Thornton añade que la idea de eliminar impuestos es atrayente si bien el que los asesores económicos de Bush entiendan que son las clases más bajas las que pagan relativamente más impuestos supone un total desconocimiento de la realidad. También es interesante subrayar el énfasis que los liberales yankees, como el autor del que hablamos, ponen en la retirada de los Estados Unidos de los conflictos bélicos mundiales, cosa que Bush no suscribe. Lo que a Thornton le sorprende es que Bush pretenda organizar convenciones internacionales para convencer a los grandes mandatarios de todo el mundo de la necesidad de retomar el libre comercio cuando lo que debería hacer es adoptar las medidas liberalizadoras oportunas unilateralmente.
Thornton apuesta por acabar con las becas porque suponen la transferencia de recursos de unos ciudadanos a otros alegando las necesidades de estos últimos, lo cual supone volver al viejo dictum marxista; “de cada quien según sus posibilidades a cada quien según sus necesidades”. Como ha dicho otro gran pensador liberal, el que haya pobres no implica que los gobernantes se dediquen a detraer los ingresos de los ciudadanos a su antojo porque de esa forma se acaba esa riqueza que creen que es infinita porque no es suya. Quizá se vean a sí mismos como dioses que deciden el curso de la humanidad... con el dinero de los demás.. Esta es la postura del ala izquierda del Partido Demócrata encabezada por Bill Bradley.
Parece que la controversia está en pleno auge.¿A quién votarán los liberales norteamericanos? ¿Acaso a Harry Browne, líder del Partido Libertario que propone la reducción de Estado sin ambages desde los impuestos hasta las regulaciones económicas?. Vean la controversia del Mises Institute en Instituto Mises y el programa del Libertarian Party y opinen por ustedes mismos.
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