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Emilio J. González

Buenas perspectivas para 2002

El Gobierno está haciendo los últimos cálculos para el cuadro de previsiones macroeconómicas que acompañará y sobre el que se basa el presupuesto para 2002. En principio, el Consejo de Ministros lo aprobará este viernes y, si las cosas no cambian en la reunión de todos los jueves de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, las cosas serán de esta manera.

La previsión de crecimiento económico para el año que viene se cifra en el 2,9%, si bien en los últimos cálculos podría ser del 3%. En cualquier caso se trata de un buen dato, a pesar de que supone una ligera desaceleración respecto del 3,2% de aumento del PIB con que, probablemente, terminará este año. Sin embargo, hay que tener en cuenta, por un lado, que esas cifras se producen en un contexto de fuerte desaceleración económica a escala mundial, especialmente significativa en Estados Unidos y Alemania. Por otro lado, el próximo ejercicio la economía española volverá a crecer significativamente por encima de la media de la Unión Europea, lo que permitirá nuevos avances en la convergencia real con los países centrales de la UE. Y, por último, que el año que viene será el quinto consecutivo en el que el aumento del PIB estará muy próximo al 3%, si bien puede que no supere ese porcentaje como en ejercicios anteriores, aunque siempre cabe esperar sorpresas por parte de la economía norteamericana, si se recupera con fuerza en 2002 como esperan muchos analistas, lo que se podría traducir en un dinamismo aún mayor del que ahora se prevé en la actividad productiva española.

Esa cifra de crecimiento sería producto de un aumento de la demanda interna del 2,8% y de una aportación positiva, de una décima, del sector exterior al crecimiento económico. Por el lado de la demanda interna, evidentemente, se produce una desaceleración apreciable, especialmente en el consumo privado que aumentará el 2,5% debido a la desaceleración que se registrará también en la creación de empleo --que aumentará en torno al 2,5%-- y a que ya se han agotado los efectos de las rebajas fiscales sobre el gasto de los hogares. La inversión, en cambio, puede estar por encima del 5%, gracias en buena medida al dinamismo de la construcción, que compensará los efectos de la pérdida de ritmo del consumo familiar y de las exportaciones.

En el sector exterior, las ventas perderán fuerza como consecuencia del contexto de menor ritmo de la actividad en todo el mundo. A pesar de ello, habrá una aportación positiva al crecimiento porque también se frenarán las importaciones, debido a la desaceleración de la demanda interna.

En resumen, el próximo año seguirá siendo bueno, sobre todo si se tiene en cuenta la que está cayendo, y el crecimiento económico tendrá una composición más equilibrada, lo que contribuirá positivamente a moderar las presiones inflacionistas.

En cuanto al paro, es posible que la tasa de desempleo se sitúe en 2002 por debajo del 10%, lo que sin duda constituye una buena noticia para una economía como la española donde, hasta no hace mucho tiempo, el paro era poco menos que una maldición bíblica.

Con estos datos de la mano, no habrá problemas para mantener el equilibrio con el que las cuentas públicas terminarán este ejercicio. Todo lo cual constituye una buena base para prolongar aún más la actual fase de crecimiento económico... si una inflación que resiste a bajar del 4% no lo impide, aunque el Gobierno espera que el año que viene se aproxime bastante a ese objetivo del 2% establecido por el Banco Central Europeo para el conjunto de la zona del euro.

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