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Emilio J. González

Segundo asalto

Parecía que las cosas se habían calmado, después de los rifirrafes de principios de legislatura y que los puntos de contacto entre Rodrigo Rato y Crstóbal Montoro estaban engrasados con aceite de primera para que no hubiera más fricciones. Pero los engranajes del equipo económico del Gobierno han empezado a chirriar de nuevo. ¿Llegarán a saltar chispas?

El primer punto de choque es el nombre del próximo presidente de la Sepi. Rato quiere que el presidente del ICO, Ramón Aguirre, un hombre de su total confianza desde hace años, suceda al dimitido Pedro Ferreras en el cargo. Montoro, en cambio, quiere colocar en el puesto a una persona de su confianza, posiblemente el vicepresidente de la sociedad, Pablo Oliveras, al que dio muchos poderes y le confíó la nada fácil tarea de "controlar" a Ferreras. El pulso, por tanto, está servido y se resolverá, con toda probabilidad, en el Consejo de Ministros de este viernes. Hasta aquí, todo parece normal.

Pero también han ocurrido otras cosas. Por ejemplo, la semana pasada se descartó que el Gobierno fuese a aprobar el cuadro macroeconómico de los presupuestos para 2002 en el pasado Consejo de Ministros y se aplazó el asunto hasta la reunión del próximo viernes. La propia secretaria de Estado de Presupuestos, Elvira Rodríguez, confirmó el pasado jueves que las previsiones macroeconómicas se verían esta semana y que la Comisión Delegada para Asuntos Económicos todavía no las había estudiado. En esas, Rato compareció el viernes en la rueda de prensa posterior al Consejo... y presentó el cuadro macro. El equipo de Montoro, de esta forma, no tuvo posibilidad alguna de revisarlo y pronunciarse sobre el mismo. Curiosamente, ese mismo día, por la tarde, estaba prevista la firma del nuevo modelo de financiación autonómica por parte del ministro de Hacienda y de los consejeros de Economía de las diecisiete comunidades autónomas.

La financiación autonómica es, precisamente, el tercer punto conflictivo. A Rato no le ha hecho mucha gracia el modelo de Montoro porque abre demasiado las puertas a las subidas de impuestos por parte de las autonomías, con un agravante: dichos incrementos serían, con toda probabilidad, en los impuestos especiales transferidos, lo que echaría más leña a un fuego de la inflación todavía muy avivado.

¿Es el principio de una nueva crisis en las relaciones entre Rato y Montoro? ¿Son las fricciones propias del día a día en el Gobierno? Atentos a los próximos meses.

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