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Martín Krause

El FMI y la adicción argentina

Luego de un año de negociaciones entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional parece que llegaron a un acuerdo, pese a que tales acuerdos se vienen anunciando, en promedio, cada dos semanas.

Se trata de un acuerdo provisorio, de corto plazo, que evite la cesación de pagos argentino con el FMI. Sabemos que la Argentina está en default desde hace un año, pero lo primero que hizo fue declarar su incumplimiento con los inversores privados, tenedores de bonos extranjeros y locales. A éstos no se les dice nada respecto si piensan pagarles algún día. Pero Argentina siguió pagando a los organismos internacionales de crédito hasta a fines del año 2002, cuando incumplió pagos al Banco Mundial y el BID.

Ahora le tocaría el turno al FMI, pero esta institución parece dispuesta a firmar un acuerdo, con bastante presión de los gobiernos del G-7, que en definitiva parece avalar la idea de que el no pago, o la amenaza de incumplimiento, es una eficiente herramienta de negociación frente a los organismos internacionales que no tienen que responderles a accionistas privados y pueden esconder sus pérdidas renovando indefinidamente los créditos que conceden.

Está por verse si esto sienta un precedente y es copiado por otros países en dificultades financieras. No es que la situación básica haya cambiado para nada. El FMI reconoce que el principal problema de la Argentina es político y en ese campo la incertidumbre no podría ser mayor. Si bien existe una fecha para las elecciones –26 de abril– y para la entrega del poder a un nuevo gobierno electo –25 de mayo–, nadie puede asegurarlo, ya que el principal partido político, Justicialista (peronista), está conmocionado por una intensa disputa interna entre el actual presidente, Eduardo Duhalde y el ex presidente Carlos Menem.

Si ese partido realizara elecciones internas es muy probable que Menem obtendría la candidatura presidencial del peronismo y es lo que Duhalde quiere evitar, pero no encuentra un candidato propio y él mismo se ha comprometido a no serlo. Entonces, puede que no haya ni elecciones internas ni generales y que Duhalde decida continuar hasta el término del mandato de Fernando de la Rúa, el 10 de diciembre de este año.

Curiosamente, la gran inestabilidad política y el deseo internacional de que no haya un precedente de default con el FMI podrían resultar muy positivos. Lo que se discute con el FMI es el "financiamiento cero", que significa otorgar sólo aquellos fondos a la Argentina para que pueda pagar los vencimientos a corto plazo y pasarle al próximo gobierno los asuntos graves.

Eso es realmente lo que debe hacerse porque:

• El gobierno podría entonces comenzar a pagar la deuda al sector privado, que es la que realmente importa y la que perjudica al país, ya que frena las inversiones productivas. Igual que cuando quiebra una empresa, los empleados y ciertos acreedores cobran primero y para el gobierno argentino los primeros deberían ser los ahorristas particulares, locales y extranjeros. Los organismos multilaterales deberían ser los últimos en cobrar.

• Por otra parte, el "financiamiento cero", como su nombre implica, significaría que ni un solo dólar ingresaría de los organismos internacionales para financiar nuevos programas de gasto público. Y eso es también muy importante porque fue ese gasto la causa de los tremendos problemas fiscales que la Argentina padece.

Ojalá que se logre instrumentar esa política y que se sostenga por largo tiempo. Pero, lamentablemente, los funcionarios del Banco Mundial ya están diciendo que si el acuerdo con el FMI se firma, destrabarían varios créditos pendientes. Claro, su objetivo es prestar a como dé lugar, pero nuevas inyecciones de dólares para el gobierno argentino significa recaer en la adicción que nos arruinó.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia © AIPE en Buenos Aires.

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