¿Vamos hacia la recesión económica? La pregunta es del todo punto relevante a la luz de los datos del avance de la Contabilidad Nacional del primer trimestre de 2008, que acaba de dar a conocer el Instituto Nacional de Estadística. Según los cálculos del INE, la economía española creció durante el primer trimestre del año un 2,7 por ciento interanual, ocho décimas menos que en el trimestre anterior, lo que indica que más que un frenazo, lo que se está viviendo en España es una desaceleración drástica. Y todavía hay quien insiste en no hablar de crisis. Pero un 2,7 por ciento es un número que está lejos de lo que se entiende por recesión, esto es, dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. ¿Por qué, entonces, es procedente la pregunta que abre este artículo? Porque el crecimiento respecto del último trimestre de 2007 es de tan solo el 0,3 por ciento.
En todo esto de definir y medir una recesión hay dos conceptos diferentes. Por un lado, la mayoría de los analistas, y por supuesto los políticos, utilizan las tasas interanuales, siempre mayores que las intertrimestrales porque reflejan la evolución de la economía en doce meses. Pero hay otros, entre ellos la muy prestigiosa National Bureau of Economic Research estadounidense, la encargada de certificar allí el comienzo y el final de las recesiones y las crisis, que utilizan las tasas intertrimestrales para hablar o no de recesión. En este sentido, la economía española está acercándose a los niveles que permiten hablar de recesión desde esta segunda óptica.
Ya hay analistas que hablan de que el crecimiento intertrimestral será nulo a finales de este año, aunque por ahora se guardan muy mucho de publicar semejantes análisis con el fin de evitar que el Gobierno los demonice a ellos y a las entidades para las que trabajan. Estos mismos analistas estiman que la caída continuará en 2009, con lo cual, la recesión estaría servida, por mucho que la tasa interanual siga siendo positiva, que habrá que verlo, cuando esta última recoge la evolución de la economía en doce meses.
Este análisis es del todo punto relevante para valorar lo que está haciendo el Gobierno, o, mejor dicho, lo que no hace. Las cosas están poniéndose mal, peor incluso que lo que estimaba Solbes a comienzos del año pasado, lo cual exige que se tomen medidas de política económica para hacer que la caída sea menor, se detenga lo antes posible y después la economía recupere un pulso fuerte y lo haga con prontitud. No hace falta ser economista para entender esta necesidad; es una simple cuestión de sentido común. De hecho, en Estados Unidos, que ya veían venir la que está cayendo, llevan un año tomando medidas y el resultado, si se cumplen los pronósticos de los analistas, es que la economía norteamericana tocará suelo en un plazo razonablemente corto de tiempo. Otra cosa es si saldrá de la crisis con rapidez. Ahí las versiones son contrapuestas: unos dicen que sí y otros indican que, a causa de la crisis hipotecaria y de la vivienda allí, tendrán varios trimestres de estancamiento. Sea lo que sea lo que vaya a suceder, lo cierto es que allí, con acierto o equivocadamente, desde hace un año las autoridades económicas están tomando medidas para resolver los problemas.
Aquí, en cambio, todo es negar la realidad para evitar reconocer que Zapatero no dijo la verdad sobre la situación económica antes de las elecciones; para eludir el admitir que la gravedad de lo que está pasando, porque el estallido de la burbuja inmobiliaria era inevitable y es fruto de cuatro años de ausencia de política económica y de un desinterés total por la misma en esta legislatura. A la luz de los datos del INE, todos nos preguntamos a qué está esperando el Gobierno para empezar a hacer lo que tiene que hacer, porque la recesión parece servida.
