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Emilio J. González

Una invitación envenenada

¿Para qué llama a Rajoy? Pues muy sencillo, para hacer una nueva operación de marketing por la cual pretenderá sumar al PP a sus disparates económicos o, si no, acusarle de todos los males de la economía española.

Zapatero acaba de invitar a Rajoy a reunirse ambos para hablar del déficit público. La cuestión es para qué, si el presidente del Gobierno ya ha dicho ante el Congreso de los Diputados que la presión fiscal va a subir un 1,5% y ya avanzó el pasado domingo, en Rodiezmo, que va a seguir incrementando las pensiones mínimas y que va a volver a tirar otros cinco mil millones de euros en una nueva edición del Plan E. Y no contento con eso, agregó que la deuda pública no es un problema porque todavía hay margen para que en España siga aumentando, mientras Leire Pajín afirma que hay que seguir dándole a la máquina del gasto público. Así que si Zapatero ya ha fijado su posición y no admite la más mínima discusión al respecto, ¿para qué llama a Rajoy? Pues muy sencillo, para hacer una nueva operación de marketing por la cual pretenderá sumar al PP a sus disparates económicos o, si no, acusarle de todos los males de la economía española porque no arrima el hombro para salir de la crisis y resolver los problemas de nuestro país. O sea, que es una invitación envenenada.

Esto, desde luego, no es casual, sino que responde a una estrategia bien trazada, en la que hay que incluir, también, la nueva llamada al diálogo social que realizó el Gobierno recientemente. Se trata de dar la imagen de que un Zapatero que está en todas partes hace todo lo posible por sacarnos de la grave situación que tenemos encima y que, si no lo consigue, es por culpa de los demás, no de sus políticas que lo que buscan, en su interpretación de los acontecimientos, es solucionar las cosas y que la gente sufra lo menos posible las consecuencias de la crisis. El problema es que la causa de nuestros problemas ha dejado de ser la crisis financiera internacional, o el estallido de la burbuja inmobiliaria, para encarnarse en el Gobierno. Un repaso a los efectos que tendrán algunos de los últimos anuncios de Zapatero, si los lleva a cabo, arroja bastante luz sobre la que nos espera.

El presidente del Gobierno dijo el domingo que volverá a aumentar el salario mínimo. Desde luego, esta no es la mejor fórmula para crear empleo, sino paro, porque una economía como la española, de escasa competitividad, no va a poder aprovechar la mejora de economías como la francesa o la alemana, si se consolidan, precisamente porque no somos competitivos. Si ahora nos dedicamos a incrementar más los costes de producción, ya podemos despedirnos de nuestra capacidad para vender los productos y servicios ‘made in Spain’ en Europa y en nuestro propio mercado. Pero es que, además, la subida del coste salarial para unas empresas que necesitan ajustarse para poder sobrevivir no es más que una invitación abierta a que sigan despidiendo gente y a que no contraten a nuevos trabajadores, sobre todo si no hay una reforma laboral de por medio.

Con las pensiones mínimas ocurre tres cuartos de lo mismo. La Seguridad Social está a punto de entrar en déficit, si no lo está ya, porque las dramáticas cifras de paro están desplomando los ingresos por cotizaciones. La subida de las pensiones mínimas, por muy de justicia que sea, es algo que el Gobierno no se puede permitir porque supone incrementar el gasto sin que los ingresos acompañen, con lo que el déficit de la Seguridad Social se agravará. El Ejecutivo podría llevar a cabo esta política con cargo a la imposición general, pero como está tirando el dinero a mansalva y no hace más que acumular deuda, no tiene margen para ello. Y lo mismo cabe decir del resto de medidas ‘sociales’, como los 420 euros, que no hacen más que ampliar el déficit porque no se recortan gastos por ningún otro sitio, sino todo lo contrario.

Para complicar más las cosas si cabe, lo que se le ocurre a Zapatero es subir los impuestos para financiar sus políticas sociales. Otro gran error porque este país necesita fortalecer su demanda interna para salir de la crisis y crear empleo. La subida de los impuestos va en contra de ello porque debilita el consumo y la inversión y, lo que es peor, lo poco de más que pueda ingresar tras incrementar la presión fiscal, se va a perder poco después porque, al frenar la actividad productiva, también lo hará con los ingresos tributarios... alargando así, innecesariamente, todos los problemas: los de crecimiento, los de déficit y los de empleo.

Lo lógico en las circunstancias actuales sería que Zapatero buscase el acuerdo con el PP para recortar el gasto público, bajar los impuestos y llevar a cabo las reformas que necesita nuestra economía. Pero como ZP sigue empeñado en políticas sociales, en relanzar la economía a base de gasto público y en eso que ha dado en llamar "economía sostenible" (que ni él mismo sabe lo que es), ese acuerdo jamás se va a producir. Así es que, volviendo al principio, ¿para qué quiere reunirse con Rajoy? Pues para lo de siempre: para tratar de que el PP se sume a sus disparates y, de esta forma, minimizar el coste político de los mismos o, si no, para demonizarle y culparle de todos los males habidos y por haber.

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