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El euro, nuestra mosca cojonera

No le echemos las culpas al euro, echémoselas a los políticos y palmeros empeñados en impedir que nuestra economía funcione sin fraudes monetarios de por medio.

jlfmcj dijo el día 18 de Noviembre de 2011 a las 02:49:

para Vulkan:
¿una bendición de qué? El que se compra una casa para vivir ya me dirá usted donde está la bendición.
¿y por qué no me pone el ejemplo para el que se la compró en el 2006? Estos que se jodan.
¡Lo que hay que leer!

Espon dijo el día 17 de Noviembre de 2011 a las 18:25:

Señor Rallo, a ver si se lee sus artículos el señor García Domínguez, que anda preconizando inflacción y gasto público contra nuestros problemas en este mismo medio.

Vulkan dijo el día 17 de Noviembre de 2011 a las 16:43:

A propósito del "impuesto expoliador llamado inflación": como todo españolito que se compró una casa y firmo por tanto una hipoteca en los 80, la inflación en realidad fue una bendición para todos ellos. Así que menos simplificar las cosas, señor Rallo. Con las devaluaciones perdían dinero los ricos, no la mayoría de los asalariados.

La devaluación de la peseta tampoco implicaba un recorte salarial directo inmediato. Que en comparación con un trabajador alemán, se pasaba a ganar un 30% menos adicional. Bueno, pero a efectos de poder adquisitivo, la cosa no era así precisamente. Que a medio plazo, se producía inflación, sí pero al final también subían los salarios.
Ahora, en cambio, si te congelan o reducen directamente el salario, tu poder adquisitivo se resiente automáticamente.

HispanoL dijo el día 17 de Noviembre de 2011 a las 16:27:

¡Siempre brillante!

La única forma de que el euro funcionase sería una verdadera liberalización de la economía europea al completo. No sólo menos gasto y menos peso económico del estado, sino además menos intervencionismo, menos normas, menos controladores.

El intervencionismo en realidad viene del transfondo dictatorial de la izquierda que después disimulan inventándose derechos, mientras aprueban una orden tras otra a la sociedad. Siguen siendo los dictadores del proletariado, disfrazados. Y la derecha acomplejada no se atreve a revertir la situación creada por esa ideología que ha empapado al grueso de la sociedad.