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Diego Sánchez de la Cruz

El Señor No

Debemos dar un enfático sí a quienes, como Barea, no dudaron en decir no ante el tipo de recetas que han llevado a España a la crisis y el empobrecimiento.

Fue hace dos años y medio. Era mi primer debate televisado en horario de máxima audiencia y la cuenta atrás para el directo se me hizo eterna. Repasé cien datos para estar a la altura de las circunstancias, saludé a los demás invitados y me dispuse a ocupar mi asiento. En ese momento entró en el estudio el profesor José Barea, cuya participación en el programa se había cerrado en el último minuto. Todos los allí presentes se levantaron casi al instante y acudieron a saludarle con admiración.

Comenzó el debate y Barea no tardó en sentar cátedra. A sus 89 años sufría ya un grave problema de movilidad… pero se convertía en un gigante de la divulgación en cuanto la luz roja de la cámara se encendía. Durante dos horas pude ver cómo aquel hombre de tan avanzada edad brillaba con luz propia a la hora de rebatir los argumentos de la irresponsabilidad fiscal, esos que siempre le irritaron.

Muchos recordarán a Barea como el artífice de la estabilidad fiscal alcanzada por el Gobierno de José María Aznar. Desde la Dirección de la Oficina Presupuestaria de La Moncloa, Barea promovió medidas de austeridad que, desplegadas a lo largo de dos legislaturas, redujeron el gasto público de más del 44 a menos del 38% del PIB. Estas decisiones, que en ocasiones le generaron roces con el equipo del ministro Rodrigo Rato, fueron sin duda esenciales para que España entrase en el la Moneda Única y también para que los españoles se ahorrasen cientos de euros al año en sus pagos a Hacienda.

Dentro y fuera del aznarismo se recordó al veterano profesor como un especialista en el diseño de políticas de ahorro fiscal. Algunos le llamaban "profesor manostijeras", aunque en el círculo más cercano al Gobierno también era habitual escuchar a quienes se referían a él como el "Señor No", por las recurrentes negativas que daba la Oficina Presupuestaria cada vez que se proponía una expansión del gasto público o una medida incoherente con los objetivos de responsabilidad fiscal.

En 2012, coincidiendo con aquel debate en el que participamos, fue el Gobierno de Esperanza Aguirre el que quiso contar con su consejo para configurar los presupuestos autonómicos. En una entrevista que mantuvimos tras su salida del Ejecutivo regional, el ya exconsejero Percival Manglano me habló de las reuniones en las que el profesor Barea se unió al equipo de gobierno y, como había hecho antaño, volvió a identificar nuevas vías de ahorro.

Más recientemente, el profesor pidió al Gobierno de Rajoy que hiciese lo propio y apostase por menos impuestos y más recortes del gasto. Advirtió además de que el "excesivo uso de la imposición fiscal" es "contraproducente" y genera “asfixia” al sector privado. Esto mismo defendía por aquel entonces David Taguas, quien también nos dejó este año, sin duda demasiado pronto.

Nunca faltarán los que critican la "inflexibilidad" de hombres coherentes y serios como Barea. Pues bien, como en su día afirmó el columnista conservador George F. Will, debemos darle un enfático sí a quienes, como Barea, no dudaron en decir no ante el tipo de recetas que, cuando han sido aplicadas, han llevado a España a la crisis y el empobrecimiento.

Descanse en paz, profesor. Fue un honor debatir con usted.

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