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Diego Barceló Larran

Diez medidas para reactivar la economía en la crisis del coronavirus sin tocar el gasto público

El objetivo es que se implemente un plan coherente con medidas que no repriman la creación de riquezas.

El objetivo es que se implemente un plan coherente con medidas que no repriman la creación de riquezas.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias | EFE

Me niego a hablar de "reconstrucción" pues no hemos sufrido un bombardeo. De lo que se trata es de volver a poner en movimiento algo que se ha detenido (la economía), por decisiones, más o menos acertadas, del Gobierno. Las propuestas para reactivar la economía española se clasifican, en un "plan" del Gobierno y la ayuda de Europa. Ambas se pueden combinar.

La idea de un "plan" del Gobierno es, en realidad, la típica propuesta keynesiana: que el Gobierno gaste más. Pero en lugar de gasto se habla de "inversión en infraestructuras", "nuevo modelo productivo", "economía verde", etc. Se le ponga el nombre que se le quiera poner, se trata simplemente de aumentar el gasto público.

Esta idea tiene dos problemas. Uno es que todo lo que gaste el Gobierno se lo tiene que quitar al sector privado, sea antes (vía impuestos) o después (más impuestos para pagar la deuda pública). Por eso, la idea keynesiana del "multiplicador" no funciona: toda la actividad que surja del mayor gasto público se compensa con la actividad que destruyen en el sector privado los impuestos que financian aquel.

El segundo problema es que el Gobierno no tiene un duro. Incluso, tiene difícil seguir endeudándose sin correr el riesgo de que la bomba de relojería de la deuda pública estalle. Ahí es cuando las miradas se vuelven a Europa: como el Gobierno no tiene dinero, quiere que se lo dé Europa. "Dar", en sentido literal, porque el Gobierno pretende que el dinero europeo no llegue como préstamos ligados a ciertas condiciones, sino que sean transferencias no reembolsables.

Lo del dinero europeo no tiene fácil arreglo. Alemania, durante los últimos seis años, acumuló un superávit fiscal (gastó menos de lo que recaudó) de unos 235.000 millones de euros: ahorró, redujo su deuda y ahora tiene recursos suficientes para enfrentar la crisis. España, en cambio, acumuló en igual período un déficit de 257.000 millones. Pedro Sánchez se opuso a la reducción del déficit fiscal como jefe de la oposición y como presidente del Gobierno aceleró el aumento del gasto público e incumplió la meta de déficit acordada con Bruselas. Prefirió la demagogia de los "viernes sociales" y ahora no tiene el dinero que necesita.

Desde el punto de vista alemán (u holandés, o sueco), dar dinero a España equivaldría a premiar la irresponsabilidad y la imprevisión. Si una persona no quiere prestar dinero a su hermano ludópata, ¿es "insolidario" o le evita que profundice sus problemas? El caso entre Alemania y España es muy similar.

Sánchez e Iglesias criticarán a los países del norte de Europa en lugar de explicar por qué no ponen en marcha medidas que podrían reactivar la economía de forma sostenible y autónoma. Doy diez ejemplos:

  1. Rebajar el Impuesto sobre Sociedades (¿10%, 15%?).

  2. Suprimir los impuestos sobre Sucesiones y Patrimonio.

  3. Anunciar que no se crearán nuevos impuestos ("tasa Google", "tasa de reconstrucción", etc.)

  4. Vender todas las participaciones del estado en empresas (Loterías, AENA, Enagás, Bankia, etc.) y reducir la deuda con lo recaudado.

  5. Presupuesto base cero para eliminar gasto público improductivo.

  6. Reforma del estado para reducir el número de ayuntamientos y eliminar las diputaciones.

  7. Reforma del sistema de pensiones que asegure su viabilidad (cuentas nocionales, como en Suecia).

  8. Remover los obstáculos que impiden el crecimiento de las empresas.

  9. Eliminar trabas a la inversión (apertura de farmacias, competencia de servicios que surgen con las nuevas tecnologías, etc.).

  10. Liberalizar los horarios comerciales.

Se trata de que el Gobierno deje de reprimir la creación de riqueza. Si se implementara un plan coherente e integral con medidas de este tipo, habría un shock de confianza que estimularía la inversión y la creación de empleo. El aumento del déficit y de la deuda serían más moderados. La recesión sería más breve y la recuperación más rápida. Pedro Sánchez podría hacerlo. Solo haría falta su voluntad política y que entendiera cómo funciona la economía. Ninguna de esas condiciones depende de Alemania.

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