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Daniel Rodríguez Asensio

Los dos hándicaps de la economía española para 2021

Los capitales privados perciben riesgo en la economía española mientras el BCE continúa comprándola sin temor a las posibles consecuencias.

Los capitales privados perciben riesgo en la economía española mientras el BCE continúa comprándola sin temor a las posibles consecuencias.
Varias personas realizan las últimas compras para la cena con la que despidieron el año 2020 | EFE

El año que comienza va a ser clave para el futuro económico del país. Los especialistas en marketing político tratarán de hacer todo tipo de analogías con la palabra vacuna mientras usarán datos macro y microeconómico para intentar convencernos de su excelente gestión y de que "esto no ha sido para tanto".

Pero la realidad es tozuda y, como tantas otras veces, el dato matará al relato. Por supuesto que los datos macroeconómicos (fundamentalmente el PIB) van a mejorar. Es como si un empresario en 2020 hubiera pasado de cobrar 10.000 euros al mes a cobrar 9.000 (caída del 10%) para pasar a cobrar 9.300 en 2021. El INE dirá que el PIB ha crecido un 3,3% en 2021, los medios mainstream lo recogerán como un verdadero logro y, quizás, el Presidente del Gobierno salga un sábado a mediodía a deleitarnos con un Aló Sánchez que será una loa a su excelente gestión en un año complicadísimo.

Y, a pesar de ello, el empresario de nuestro ejemplo seguirá siendo más pobre que antes de esta crisis. 

O, dicho de otra manera, el crecimiento será puro rebote (efecto base) y será lo menos malo que pueda ocurrir a nuestro país. 

Todo lo anterior en un contexto en el que los riesgos sólo son a la baja. Esto no debemos olvidarlo porque difícilmente la situación va a ser mejor de lo narrado arriba. En esta columna ya hemos visto que la situación para el panorama internacional (especialmente europeo) no es halagüeña, pero en el caso español hay dos elementos que dificultan, aún más, la recuperación. 

1. Un mercado laboral débil

El primero es un mercado laboral débil, cuyos datos no son reales y sin perspectivas de mejora para el año que comienza. Todos (insisto, todos) los analistas internacionales apuntan hacia una tasa de paro que evolucionará al alza este año. Merece la pena coger perspectiva y recordar que el propio Banco de España calculó una tasa de paro equivalente (es decir, teniendo en cuenta a las personas en ERTE) para el segundo trimestre de 2020 del 35%. 

Por supuesto que la vuelta a una situación así sería una hecatombe nacional, no recogida en ningún escenario sensato. Pero la horquilla del 17/18% de paro que recogen los analistas del consenso es una evolución al alza susceptible de seguir empeorando. Con los últimos datos disponibles, en España hay 3,9 millones de personas paradas y 750.000 personas en ERTE. Esto supone una tasa de paro equivalente, en un trimestre en el Gobierno de España espera un crecimiento económico positivo, del 20%. 

Por otra parte, el plan del Gobierno para fiar todo a la carta de la vacuna es propio de genios de la gestión, a falta de un pequeño detalle: el ritmo de vacunación. Si no es lo suficientemente rápido como para inmunizar en un período de tiempo corto, el plan vuelve a ser palabras huecas. 

Y eso, precisamente, es lo que está ocurriendo. Mientras Israel ya ha vacunado al 10% de la población en España ni tan siquiera aparecen estadísticas. 

¿Esto que significa? Pues que muy probablemente el primer trimestre del año lo pasaremos con exactamente los mismos problemas que el pasado, y que la ventana de mejora cada vez se retrasa más. Esto, junto con el fin del plazo de las moratorias de impuestos y crédito aprobadas en 2020 pueden suponer problemas de índole económica que afecten negativamente en el mercado de trabajo.

2. El BCE posee el 26% de la deuda española

Como consecuencia, la probabilidad de una crisis bancaria se incrementa. ¿Qué supone una crisis bancaria? Fácil: problemas para acceder al crédito. El encefalograma plano que llevan mostrando nuestras empresas desde hace meses puede encontrar el final de su callejón sin salida. 

Facilitar el endeudamiento masivo para pagar impuestos mientras entorpeces la recuperación económica tiene estos pequeños inconvenientes.

Pero el riesgo no sólo está en las empresas (fundamentalmente pymes). El segundo gran hándicap que tendrá que abordar el Gobierno de España durante 2021 es su propia financiación. 

Un escenario en el que la deuda pública se estabiliza en niveles cercanos al 120% del PIB es la base de prácticamente todas las casas de analistas. Para los populistas la deuda no supone ningún inconveniente. Para el resto del mundo (incluido el ciudadano de a pie que trabaja cada día para mejorar sus vidas) es un serio problema. 

El Gobierno de España ha recogido en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado unas necesidades de financiación para el Tesoro Público (emisión bruta de deuda) de 299.138 millones de euros. Una cifra récord, para la que cuenta con el apoyo incondicional del Banco Central Europeo. 

Con los datos disponibles hasta septiembre (último hecho públicos por el Tesoro Público) el endeudamiento público se había incrementado en 106.892 millones de euros. El BCE no sólo es es el mayor tenedor de nuestra deuda pública (25,83%), sino que también ha adquirido casi 7 de cada 10 euros emitidos por el Tesoro Público en términos netos (excluyendo la refinanciación de la deuda presente). Esto lo ha hecho a costa de fondos de pensiones, entidades de seguro y fondos de inversión, que han reducido su exposición a la deuda pública española.

O, dicho de otra manera, los capitales privados perciben riesgo en la economía española mientras el BCE continúa comprándola sin temor a las posibles consecuencias.

Por lo tanto, el Gobierno de España ha ideado un plan genial, si no tuviéramos en cuenta otro pequeño detalle: que el BCE no puede adquirir por estatutos más del 33% de la deuda pública de ningún Estado Miembro. De continuar al ritmo actual, el BCE agotaría este cupo a finales del año que viene, y si los capitales privados incrementan su ritmo de salida lo hará incluso antes. 

Tampoco el maná de Europa va a servir para tapar nuestro enorme agujero presupuestario. España tiene un problema serio por la vía de las finanzas públicas que, de no explotar en 2021, lo hará en 2022. Un año, además, en el que las comunidades autónomas comenzarán a sufrir los efectos de la caída en la recaudación de 2020 en su presupuestos como consecuencia del funcionamiento del sistema de reparto autonómico actual.

Mientras tanto, el debate público se centra en medidas que sólo agravan los riesgos y son contraproducentes desde el punto de vista económico. Mientras los gobiernos europeos están bajando impuestos en España desde el 1 de enero hay vigentes 10 nuevas figuras impositivas… a nivel nacional, en algunas regiones incluso más. Lo mejor que nos puede pasar es que se cumplan los pronósticos del gobierno y cada español sea 130 euros más pobre. Porque, de lo contrario, la crisis financiera no tendrá piedad con nuestros empleos. 

La realidad española es así de dura, y esto no ha hecho más que empezar.

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