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Daniel Rodríguez Asensio

El veredicto del FMI: ¿qué le ocurre a la economía mundial?

Tan sólo el comercio internacional ha mejorado en los últimos meses, algo que podría volver a verse afectado por las restricciones Covid19 que estamos viendo en Shangai. 

Tan sólo el comercio internacional ha mejorado en los últimos meses, algo que podría volver a verse afectado por las restricciones Covid19 que estamos viendo en Shangai. 
La directora del FMI, Kristalina Georgieva | EFE

El informe del FMI viene a confirmar lo que venimos analizando en este blog desde principio de año:

  1. La desaceleración económica es evidente
  2. Hay riesgos a la baja de carácter financiero
  3. La inflación tiene un carácter persistente

Todos los índices de actualidad económica (PMI, los indicadores adelantados de la OCDE, etc.) apuntan hacia una clara desaceleración desde principios de año en prácricamente todas las economías, tanto desarrolladas como emergentes. Dentro de esta gran tendencia, hay dos vertientes: la primera es una desaceleración leve como la que está sufriendo Estados Unidos; y la segunda es una situación más severa, donde China y Europa (recordemos que Alemania ha registrado una caída trimestral del PIB en el cuarto trimestre del año y podría entrar en recesión técnica en este) son los más afectados.

Tan sólo el comercio internacional ha mejorado en los últimos meses, algo que podría volver a verse afectado por las restricciones Covid19 que estamos viendo en Shangai.

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La evolución previsible, además, es a la baja, con una inflación que supone una pérdida de poder adquisitivo notable en prácticamente todo el mundo. Aunque el diferencial entre las economías desarrolladas y las emergentes se mantiene en proporción, la evolución al alza es evidente y no hay ningún síntoma de estabilización. Tanto es así, que el índice de precios industriales en Alemania ha registrado máximo histórico en marzo: 40% interanual.

Es por ello que el FMI ya elimina el adjetivo "temporal" a la inflación y la considera como un elemento persistente, que puede deteriorar de forma estructural la evolución económica de muchas de las economías relevantes. Con este panorama, el organismo supranacional estima que la economía mundial crecerá al 3,6% tanto en 2022 como en 2023. Una cifra que:

  • Supone un descenso de 8 y 2 décimas, respectivamente, con respecto a lo estimado en enero.
  • Mantiene diferencias sustanciales entre economías. Mientras que Estados Unidos mantiene un ritmo de crecimiento notable este año y se desinfla al que viene, la Unión Europea tendrá una tasa de crecimiento muy débil, del 2,8 y 2,3% respectivamente, con una revisión a la baja de las expectativas muy superior a la media.
  • Y Japón también ha sufrido una reducción notable en sus expectativas de crecimiento y se queda, junto con España, a la cola de crecimiento mundial. De hecho, son los últimos países que no recuperarán los niveles previos de riqueza en 2022.
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Pero lo importante no son las estimaciones actuales, si no lo que esconde el informe en detalle.

Primero: ¿Tiene la inflación un carácter temporal, o ya podemos considerarla como estructural? Para analizar correctamente este fenómeno, merece la pena recordar que comenzó a aparecer en el segundo trimestre del año pasado en Estados Unidos. Después se extendió a Europa, y poco a poco fue rompiendo las estimaciones más pesimistas (nuestro escenario base a finales de 2021 era una inflación del 5,5%/6% en Estados Unidos y del 4/4,5% en Europa para este año) hasta explotar al alza como consecuencia de la invasión de Rusia a Ucrania.

Esto es importante porque, tal y como recoge el FMI, los cambios en los drivers de inflación son evidentes y provocan una situación distinta entre Estados Unidos y Europa. Mientras que en el Viejo Continente el componente energético continúa teniendo un peso muy relevante, seguido de los alimentos, en Norteamérica el componente estructural explica ya más de la mitad de la inflación. Es por ello que pensamos que hay motivos para pensar que se está cronificando y que va a ser difícil reducir, en las actuales circunstancias, el 6% de inflación estructural. Pronto Europa seguirá el mismo camino.

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Otro elemento sobre el que reflexiona el FMI es la subida de tipos y su impacto en las finanzas públicas, especialmente en las economías emergentes, pero también en el sector empresarial de los principales países a nivel mundial. Nada nuevo en este punto, que ya hemos analizado en múltiples ocasiones.

Pero sí que hay un elemento que nos parece de especial interés, y es referente a los hogares. Todos recordamos la explosión de la crisis subprime, cuya mecha la encendió el elevado endeudamiento de los hogares.

En la coyuntura económica actual el endeudamiento de los hogares está ligeramente por debajo que en 2007 (aunque el aumento en el último año ha sido notable), aunque sí que hay un elemento de debilidad en la economía familiar. Si bien en 2008 los ahorros habían sido canalizados a deuda a través del sector inmobiliario, en la actualidad mantienen el mayor volumen de activos financieros (acciones, bonos, etc.) de la historia, un 380% del PIB. Como consecuencia de lo anterior, y en un contexto de subidas de tipos de interés, el riesgo estriba en la pérdida de patrimonio familiar en un período de tiempo muy reducido en el caso de que los mercados bursátiles afronten un ajuste como el que esperamos que antes o después tendrá que ocurrir.

Por lo tanto, si la evolución actual sigue su curso, en un breve período de tiempo podríamos encontrarnos con un sector empresarial altamente endeudado y con una solvencia puesta en entredicho, con la economía familiar afrontando una pérdida de riqueza notable, y con un sector público con dificultades crecientes de acceso a la financiación.

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Y, por último, el FMI lanza un mensaje sobre las condiciones financieras. Reproducimos a continuación lo publicado por este organismo: "Las condiciones financieras mundiales se han endurecido notablemente y existen riesgos a la baja para las perspectivas económicas que han aumentado como resultado de la guerra en Ucrania. El endurecimiento ha sido particularmente pronunciado en los países de Europa del Este y Medio Oriente con estrechos lazos con Rusia, lo que refleja valoraciones de acciones más bajas y mayores costes de financiación. Esto ha ocurrido justo cuando la mayoría de las economías estaban controlando lentamente la pandemia y la economía mundial se estaba recuperando de COVID-19.

Los riesgos para la estabilidad financiera han aumentado en varios frentes, aunque hasta ahora, ningún evento sistémico global que afecte instituciones o mercados se haya materializado."

El análisis visual de la gráfica de condiciones financieras que ofrece el FMI deja entrever, además, una situación de erosión a ritmo notable de las condiciones en Europa y en Estados Unidos. Si bien es cierto que, por el momento las condiciones financieras continúan siendo favorables, parece lógico pensar en la ruptura al alza de la barrera que separa ambos hemisferios en los próximos meses, y entonces la pregunta ya no será cuánto se ha deteriorado la situación de los mercados financieros, sino a qué ritmo lo está haciendo.

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