La cumbre de la OTAN ha sido el escenario perfecto para tapar otra semana horrible para la situación económica nacional. Este evento no sólo ha tapado el escandaloso relevo encubierto de dimisión del Presidente del INE, sino que también ha provocado que los titulares de los medios de comunicación más importantes se hayan ido a este evento y hayan obviado algunos datos muy relevantes a nivel económico que debemos tener en cuenta.
El primero es una nueva reducción a la baja en el dato de crecimiento definitivo del PIB para el primer trimestre del año. Por si alguien tenía alguna duda acerca del estancamiento en el que ya está inmersa España, nuestra riqueza ha crecido solamente un 0,2% más que en el cuarto trimestre del año, el consumo privado está gripado y la productividad por hora trabajada ha vuelto al terreno negativo.
El segundo ha sido algo más comentado por ser escandaloso: La inflación se dispara hasta el 10,2% y la inflación subyacente hasta el 5,5%. Los mismos que decían que iba a ser "temporal" y que no iba a afectar a la demanda nacional dicen ahora que está aquí para quedarse un tiempo y que hay que combatirla, aunque con una coletilla: Es un fenómeno que está afectando a todo el mundo por igual.
¿Es esto cierto? En la misma medida que el impacto de la pandemia. O, dicho de otra manera, y por poner sólo algunos ejemplos: El último dato de inflación para Francia es del 5,8% y para Alemania del 7,6%. Por supuesto, ambos datos muy alejados del objetivo del BCE (2%), aunque también notablemente por debajo del 10,2% registrado en España.
Además, debemos tener en cuenta que los precios de productos industriales importados también están creciendo al 30% que los productos industriales al 44%, y que julio y agosto son meses tradicionalmente inflacionistas por el impulso de la inflación, por lo que sería sorprendente que remita en el corto plazo.
Como ya hemos comentado en esta columna ampliamente, a pesar de ser uno de los países menos afectados por la invasión en Ucrania, la irresponsabilidad política y las torpezas en la gestión de mercados clave (como el energético) y las subidas salvajes de impuestos abocan al país a una inflación mayor que las economías comparables de la Eurozona.
Pero ha habido más datos ciertamente preocupantes, y muy especialmente para un Gobierno que dice gestionar para la gente:
Los hogares españoles no sólo están sufriendo presiones por el lado de los gastos (inflación e incremento de tipos de interés). También, por los ingresos. Tanto es así que la renta media por hogar ha caída por primera vez desde el año 2014, es decir, desde el inicio del fin de la anterior crisis.
Como consecuencia de lo anterior, la población en riesgo de pobreza en España ha crecido por segundo año consecutivo y ya se sitúa en los niveles más altos desde 2016.
Y, por último, que los hogares españoles ya en el primer trimestre tuvieron que acudir a deudas porque gastan más de lo que ingresan, de tal manera que la tasa de ahorro sobre la renta disponible está en caída libre. Si alguien pensaba que la "demanda embalsada" iba a salvar nuestra recuperación, puede volver a la realidad. Nunca ha sido una posibilidad, y ahora menos que nunca.
Con el Euríbor en el 1%, los precios subiendo a doble dígito y las rentas bajando es cuestión de tiempo que la demanda sufra un parón relevante y aumente la morosidad. Tanto es así que el Banco de España ya ha cifrado en 1 millón los hogares que tienen problemas para hacer frente a sus deudas, y CEPYME ha advertido de que hay 130.000 empresas en riesgo de quiebra cuando finalice la moratoria de créditos ICO del Gobierno.
Ya hemos explicado que el crash financiero es difícil que sea en otoño (lean). Lo que tenemos por delante es un proceso de normalización en el que vamos a ver la situación real de nuestra economía y la magnitud de la sobreactividad financiera que hemos tenido en las últimas décadas. Ahora bien, va a ser un proceso traumático y escandaloso, que hará saltar más de una alarma.
Lo peor no son los datos que les he mostrado. Lo peor, sin duda, es que el Gobierno sigue más empeñado en maquillarlos que en afrontarlos. Y, sin un diagnóstico adecuado, es sencillamente imposible aplicar las políticas necesarias para revertir la preocupante deriva que atraviesa España.
El Gobierno socialcomunista, feminista, ecologista y preocupado por la gente está destrozando la economía nacional y, sobre todo, la de miles de familias, muy especialmente las más vulnerables. Debemos recordar que todo lo anterior se produce con un peso del gasto público sobre la riqueza nacional superior al 50%, y que todos estos indicadores de desigualdad y de pobreza están en niveles más altos que a principios de los 2000, cuando el Estado era el 38% del PIB.
Una vez más: A más intervencionismo, más pobreza y desigualdad. A más libertad, más prosperidad para todos. Vean los indicadores para la Comunidad de Madrid y podrán comprobar que la renta familiar ha aumentado y que la pobreza y desigualdad han disminuido.
Invita el Gobierno, y pagamos todos. Además, cada vez con una factura cada vez mayor. Ya no sólo tenemos que apoquinar por las políticas "sociales", sino también por la agenda ideológica y por la factura creciente en materia de publicidad y deuda pública. Porque hay que tapar cada vez más agujeros.