De Málaga se dice que es la nueva Barcelona, pero lo cierto es que el crecimiento de la provincia y de su capital está condicionado por un gravísimo problema de escasez en el mercado de la vivienda. Abordar esta cuestión es de vital importancia, porque el aumento poblacional que viene experimentando la Costa del Sol triplica los niveles de Sevilla y quintuplica la media regional.
Como es lógico, el hecho de que cada año vengan a Málaga unos 26.000 nuevos habitantes encierra oportunidades muy valiosas, pero también introduce retos que deben ser abordados con urgencia. En clave inmobiliaria, el problema que vienen enfrentando la provincia y su capital es la lentitud de los ayuntamientos a la hora de conceder licencias de obra nueva, con esperas que superan los doce meses.
Este laberinto burocrático ha propiciado un desplome de 91% en los visados de obra nueva y ha elevado con fuerza el precio del metro cuadrado, que ya alcanza los 2.600 euros en la provincia y los 2.200 euros en la capital, según datos facilitados por Idealista. Este encarecimiento explica una serie de mejoras regulatorias introducidas a comienzos de 2022 por el Ayuntamiento de Málaga.
Los cambios implementados fueron tres:
1. La tramitación de documentos y tasas municipales se ha digitalizado, reduciendo los tiempos de espera de 30-40 a 2-3 días al combinar cinco procedimientos en un único proceso en línea.
2. Se ha ampliado el alcance de las declaraciones responsables, de modo que uno de cada cinco proyectos ya no requieren de autorización previa por parte del consistorio.
3. Se reduce el número de trámites que exigen visitas presenciales a la corporación local, con el consecuente ahorro en tiempo y esperas.
Además, se ha planteado la posibilidad de firmar un convenio con el colegio de arquitectos que ayudaría a tramitar los expedientes de nuevos proyectos de manera más rápida, siguiendo el modelo de otras ciudades como Marbella. Sin embargo, esta mejora sigue pendiente de materializarse.
Buenos resultados
De momento, los tres cambios introducidos sí están dando frutos. Si comparamos el primer trimestre de 2022 con el mismo periodo de 2021, se han dado los siguientes avances:
- El número de proyectos autorizados ha subido un 38%.
- El total de viviendas tramitadas ha aumentado un 74%.
- La inversión en proyectos residenciales ha crecido un 59%.
- La nueva superficie construida ha repuntado un 24%.
También hay algunas noticias positivas en lo referido a los precios, que empiezan a suavizar su escalada. Para el primer semestre del año, Idealista muestra que los precios están subiendo un 4,6%, por debajo del 8-9% que se observó durante el pasado ejercicio. El aumento del 4,6% también mejora el 10,8% alcanzado en el conjunto de la provincia y el IPC general, que alcanzó el 10,2% al final de junio. No solo eso, sino que el aumento trimestral ha sido más suave entre abril y junio, con una subida del 1,1% que confirma una tendencia más favorable, tras años de fortísimos encarecimientos ligados a la escasez de oferta.
Esta es, por tanto, una lección que la izquierda no debería olvidar. Aunque PSOE y Podemos hablan continuamente de promover el acceso a la vivienda, lo cierto es que la única forma de hacer lo propio sin dañar la economía es facilitando el aumento de la oferta de pisos disponibles, lo que requiere compromisos rigurosos con la reducción de la burocracia y el papeleo que afectan al sector inmobiliario. Mientras España tenga una alarmante escasez de oferta en sus mercados más tensionados, y mientras el desarrollo de obra nueva pueda suponer hasta diez o doce años de espera, los precios seguirán subiendo. Solo una apuesta como la madrileña puede revertir la tendencia – y Málaga parece haber tomado buena nota.