Pedro Sánchez no sólo ha usado su decreto de recortes de la energía para restringir el libre uso de la luz eléctrica y el gas natural por parte de las tiendas, las empresas y los particulares. También lo ha utilizado para plasmar su fobias y para anticipar focos en los que la actividad punitiva del Gobierno continuará adelante para gusto de los ecologistas más radicales. Así, el presidente adelanta un duro futuro para el coche particular porque, según su decreto, "tiene costes externos que la sociedad no puede soportar".
El decreto de recortes energéticos de Pedro Sánchez no parece ser el último en la lucha contra el coche privado y su uso estrictamente libre y particular. El texto del Gobierno desarrolla una serie de definiciones sobre los vehículos de uso privado que anticipan toda una lucha para sustituirlo por el transporte público, especialmente en el caso de familias o personas que no puedan asumir el incremento de costes derivados del uso de un bien, hasta hace muy poco, plenamente generalizado en todas las capas sociales.
El capítulo III del decretazo de Sánchez "incluye medidas de fomento del transporte público colectivo y de aseguramiento de la movilidad cotidiana obligada", como señala el texto.
Y allí se explica que "el aumento de los costes de los combustibles tiene un impacto muy notable en la capacidad de los ciudadanos para poder asumir el coste del transporte asociado a la movilidad cotidiana obligada, por motivos esencialmente de trabajo, pero también de atención familiar, o servicios esenciales como atención médica". La mitad de esos costes son exclusivamente fiscales y cobrados y exigidos por la Administración. Pero ese pequeño detalle a Sánchez no parece importarle y señala que "la persistencia de esta situación puede derivar en una incapacidad para poder dar salida a esta movilidad cotidiana obligada por vehículo particular". Es más, Sánchez no parece estar demasiado molesto por esta elevación de costes en el uso de los coches particulares. Y es que el presidente afirma que el coche es "un medio que, por otro lado, tiene asociados una serie de costes externos muy elevados que tampoco la sociedad actual puede soportar". A partir de ahí, lo lógico sería que Sánchez impulsara una profunda y urgente rebaja de los impuestos que multiplican por dos el coste del depósito de combustible de cada coche particular. Pero nada de eso pasa por la cabeza del presidente.
Para él, sólo "es necesario reforzar las medidas establecidas en el Real Decreto-ley 11/2022, de 25 de junio, dando un nuevo un impulso al transporte público colectivo, aumentando las ayudas al ciudadano, para contribuir a fomentar el cambio a un medio de transporte más seguro, fiable, cómodo, económico y sostenible que el vehículo particular". Porque Sánchez no cree que el ciudadano deba poder elegir entre transporte público y privado, sino que sólo se debe "reducir el coste del transporte obligado de movilidad cotidiana al ciudadano en una coyuntura extraordinaria". Aunque sea teniendo que prescindir de un bien considerado hasta hoy en día como plenamente normal y habitual.
Con el prometido progreso de Sánchez, el coche ha dejado de ser un bien deseado para ser oficialmente indeseable y "que la sociedad no puede soportar".
"En este sentido, cabe destacar que el artículo 7 modifica el Real Decreto-ley 11/2022, de 25 de junio, que estableció reducciones transitorias del 50% en determinados títulos multiviaje, que ahora se incrementan hasta el 100% desde el 1 de septiembre de 2022 al 31 de diciembre de 2022 para los servicios de cada uno de los núcleos de Cercanías y Rodalies, así como para los servicios ferroviarios de Media distancia declarados como obligación de servicio público por las administraciones competentes", destaca el decretazo.
Y, para compensar los costes del combustible de los coches, nada profundo y relevante. Pedro Sánchez, de hecho, ha entrado como un elefante en una cacharrería con su decreto de recortes de luz y gas. Lo ha hecho regulando cortes de iluminación, de uso de aire acondicionado y de calefacción y, todo ello, afirmando falsedades. El presidente ha asegurado, por ejemplo, en su último decretazo que España está a salvo del riesgo de un corte de abastecimiento del gas que todos los ciudadanos y empresas necesitan para calefacción y para generar electricidad en las centrales de ciclo combinado. El presidente asegura que los recortes lo son por generosidad con la UE y para exportar a los países del norte de Europa gas.
Lo ha hecho reflejando en el decreto datos totalmente desfasados del año pasado sobre las compras de gas ruso: un 9% del total consumido en España. Y ocultando los datos oficiales actualizados del último mes de junio, donde se puede comprobar cómo Rusia es ya, por su culpa al haber permitido esa compras, el segundo proveedor de España con nada menos que el 24,4% del total tras haber multiplicado por cuatro las compras a Putin en pleno ataque a Ucrania, como ya ha publicado Libertad Digital.