Bruselas quiere recaudar 140.000 millones de euros de las compañías energéticas. No acepta el modelo de Pedro Sánchez, pero ha buscado otro mecanismo para golpear fiscalmente a las compañías y quedarse parte de sus beneficios. La disculpa para recaudar esas ganancias es que ese dinero se usará para rebajar la factura de la luz de los consumidores finales. Pero, lo cierto es que el propio texto de la Comisión Europea reconoce que ese fuerte sablazo fiscal sólo irá en parte a rebajar los recibos energéticos de familias y empresas. El documento no especifica cuánto acabará destinado a ello y, sin embargo, cuelga todo un listado de fines adicionales a los que los países podrán dirigir el enésimo golpe fiscal. Entre ellos, a financiar proyectos verdes, a pagar infraestructuras públicas energéticas o a reformas para poner paneles solares.
El documento de Bruselas destaca que "el uso deliberado de los flujos de gas como arma por parte de Rusia ha creado una volatilidad e incertidumbre sin precedentes en la UE y mercados energéticos mundiales". Por todo ello, "los precios del gas en Europa se han disparado y tienen un impacto en los precios de la electricidad cuando el gas se destina a la generación de energía".
La UE explica que "este verano, la situación se ha agravado debido a que las sequías y las olas de calor provocadas por el cambio climático han reducido la generación de electricidad y han aumentado la demanda". Pero, frente a ello, la Comisión no ha optado por ayudar, por ejemplo, a la generación de electricidad en base a centrales nucleares.
No: "La Comisión propone una intervención de emergencia con tres herramientas para ayudar a los europeos a pagar sus facturas" y, cuidado, a "acelerar la transición ecológica". Por ello, la UE exige "reducir el consumo de electricidad", con una rebaja de la demanda general de electricidad de al menos un 10%. Y con una "obligación de los Estados miembros de reducir la demanda durante las horas punta en al menos un 5%".
Y es que "los Estados miembros serán libres de elegir las medidas para lograr esta reducción de la demanda". Pero deben "considerar medidas económicamente eficientes y basadas en el mercado, como subastas o esquemas de licitación para la respuesta del lado de la demanda o la electricidad no consumida".
Pero otra parte del documento es puramente recaudadora de impuestos. Por la vía de quitar beneficios a las empresas energéticas por medio de topes a los precios de las fuentes de energía utilizadas en la generación de electricidad. O por la vía de cobrar 25.000 millones de euros en impuestos nuevos a las energías obtenidas con combustibles fósiles (gas natural, petróleo y carbón).
"Los productores de electricidad "inframarginales" han obtenido ganancias excepcionales debido a que los altos precios del gas han hecho subir el precio de la electricidad al por mayor, mientras que sus costos de generación se han mantenido bajos", dice Bruselas. Por ello, la UE quiere aplicar topes que le permitan quedarse con 117.000 millones de euros de los actuales beneficios de las energéticas.
Pero, ¿cómo se usará ese dinero? Esa es la gran pregunta. Y no es cierto que la respuesta sea exclusivamente la de que se tiene que dedicar ese dinero a rebajar el recibo de la luz, como dice Bruselas.
Las opciones son amplias, sin límites claros, y algunas muy políticas:
"Ejemplos de cómo los Estados miembros pueden utilizar estos ingresos: compensación a los clientes de electricidad por la reducción de su consumo; o transferencias directas a los clientes; o compensación a los proveedores que entregan electricidad a los clientes por debajo de los costos; o reducción de los costos de electricidad de los clientes para volúmenes limitados; o fomento de las inversiones de los clientes en energías renovables y eficiencia energética". Sólo esta última puede ser observada con gran voracidad por parte de los partidos ecologistas.
Y lo mismo pasa con la parte abiertamente reconocida como impuesto a las energías fósiles. Bruselas quiere extraer con ello 25.000 millones de euros. Y tampoco irá sólo a rebajar el recibo de la luz. Las opciones son amplias y, de nuevo, muy políticas:
"1- Apoyo financiero a los consumidores finales de energía, incluidos los hogares, especialmente los hogares vulnerables y las empresas.
2- Reducir el consumo de energía, incluso a través de incentivos para la reducción de la demanda y promover las inversiones de los usuarios finales en energías renovables, eficiencia energética u otras tecnologías de descarbonización.
3- Brindar apoyo financiero a empresas en industrias intensivas en energía siempre que estén invirtiendo en energías renovables o eficiencia energética.
4- Financiación de proyectos transfronterizos en línea con los objetivos de REPowerEU.
5- Financiación común de medidas de protección del empleo o fomento de la transición verde".
En resumen: habrá que ver cuánto acaba en la rebaja de la luz, pero, lo que está claro, es que las tentaciones de que sea poco serán amplias.