Se acercan las elecciones autonómicas y la izquierda madrileña quiere hacer del medio ambiente uno de los temas centrales de la campaña. Un buen ejemplo de este empeño lo tuvimos este mismo mes en la Asamblea regional, cuando Mónica García, líder de la formación comunista Más Madrid, tomó la palabra para lanzar una diatriba anticapitalista "en nombre del Planeta".
Libre Mercado ya se refirió en su momento a las tres grandes falacias del postureo ecologista de la izquierda madrileña, pero desde las filas de Más Madrid han seguido insistiendo, no solo a nivel autonómico, sino también en el plano municipal, donde la portavocía de la formación en la Villa y Corte recae en Rita Maestre.
¿Qué nos dicen los datos? En 2019, las emisiones de CO2 producidas por China llegaron al 30,3% del total, siendo las de Estados Unidos un 13,4% y las de España, un 0,8%. Conviene poner estos datos en perspectiva, porque ponen de manifiesto (1) que el país más contaminante es una dictadura comunista que se niega a negociar su política medioambiental, (2) que el país más comúnmente asociado con el capitalismo genera muchas emisiones y lleva décadas reduciendo su huella medioambiental y (3) que los datos de España son testimoniales.
De ese 0,8% que genera España, un 7% se corresponde con Madrid. Este porcentaje es relevante, porque el peso demográfico de la región es del 14% y la importancia relativa de su PIB ronda el 20%. Por tanto, las emisiones tienen la mitad de importancia que el tamaño de su población y casi tres veces menos peso que su economía.
Pero, además, conviene recalcar que las cifras de Madrid no solo no han ido a peor en las últimas tres décadas de hegemonía política liberal-conservadora, sino que han mejorado de forma progresiva. Así, aunque la población de Madrid ha subido casi un 40%, pasando de 4,9 millones de personas en 1990 a 6,8 millones de habitantes en la actualidad, las emisiones de CO2 se han recortado en un 20%.
Algo similar ocurre cuando nos fijamos en los niveles de las emisiones de partículas contaminantes, que no solo no han crecido sino que han disminuido un 15% en la última década. Más acusada aún es la caída de las emisiones de dióxido de nitrógeno, que caen un 45% tras dos décadas de descenso acumulado.
De modo que todas las métricas de cabecera ponen de manifiesto la eficiencia del modelo azul, en detrimento de lo que comúnmente se ha denominado "modelo sandía", en alusión a una postura política que sería verde por fuera (discurso ecologista) pero roja por dentro (política socialista-comunista).