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Sergio Brabezo

Mercadona: envidia, odio y resentimiento

Los ultras envidian a aquel que tiene una voluntad de acero para conseguir sus objetivos y odian el conocimiento descubierto por otros.

Los ultras envidian a aquel que tiene una voluntad de acero para conseguir sus objetivos y odian el conocimiento descubierto por otros.
La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. | Europapress

Podemos, el partido más radical que conforma el Gobierno de España, está atacando de forma despiadada y falsa a Mercadona estos últimos días. Es intolerable que un partido político ataque la propiedad privada cuando debería protegerla, que descalifique los intercambios libres y voluntarios de la ciudadanía porque tendría que potenciarlos, así como que desprecie el esfuerzo y talento de una persona exitosa como Juan Roig, cuando debería ensalzarlo.

Primero, es inaudito que una formación política quiera regular un sector que desconoce por completo. Los supermercados no ganan dinero porque los márgenes sobre los productos sean excesivos, de hecho, todo lo contrario. Por mi experiencia en el sector privado, en una conocida multinacional de productora de refrescos que abastecía a los supermercados, veía el margen por litro de venta que oscilaba entre los 2 y 3 céntimos, mientras que los propios supermercados obtenían alrededor de 5 a 6 céntimos por producto vendido. Entonces, ¿cómo un supermercado consigue beneficio? Mediante una venta en masa de sus productos.

Por otro lado, quiero recordar una reflexión de Antonio Escohotado sobre el libre mercado. El maestro recordaba que la competencia empresarial en realidad es meritocracia porque quién manda en el mercado no es el productor sino el consumidor. Escohotado concretaba que las personas eligen aquellos productos de mayor calidad, con más seguridad y a un mejor precio en su proceso de compra. Como resultado, el consumidor somete a un proceso de meritocracia al productor. Así, el productor que mejor cubra las necesidades sociales podrá llegar a más clientes, este es el caso de Juan Roig con Mercadona. Dicho de otro modo, los españoles somos libres de decidir acercarnos a ese supermercado porque sus productos cumplen nuestras expectativas. Nadie nos obliga a comprar en Mercadona.

Y finalmente, es palpable que los ataques de la extrema izquierda se centran en la mayoría de las ocasiones en las personas exitosas. Ya ha sucedido en varias ocasiones con Amancio Ortega, ahora le toca a Juan Roig.

Los populistas no entienden que exista gente que sacrifique su vida por un objetivo tan loable como proveer a sus conciudadanos con los productos que necesitan. Esto sucede porque los radicales creen que el esfuerzo no es valor sino una quimera. Es decir, Rafael Nadal se ha convertido en el mejor tenista español de todos los tiempos porque ha tenido potra y, cuando juega una final, no pone cara de esfuerzo sino cara de suerte, entiéndase la ironía.

En resumen, detrás de los ataques de la extrema izquierda a Juan Roig está una ofensiva a los valores de nuestra sociedad. Por ello, los ultras envidian a aquel que tiene una voluntad de acero para conseguir sus objetivos, odian el conocimiento descubierto por otros porque ellos creen poseer la verdad absoluta, y sufren un gran resentimiento hacia aquel que ha dado su vida por ser exitoso porque ellos son incapaces de hacer ningún sacrificio por los demás.

Por eso le digo a la izquierda: basta de envenenar a nuestra sociedad con envidia, odio y resentimiento.

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