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Sergio Brabezo

Vivir a la soviética

La nueva Ley de la Vivienda no es solo moralmente reprochable y legislativamente muy deficiente, sino también inconsistente a nivel económico

La nueva Ley de la Vivienda no es solo moralmente reprochable y legislativamente muy deficiente, sino también inconsistente a nivel económico
Un bloque de apartamentos en Sant Feliu de Guíxols. | Alamy

"Vivir a la madrileña" es uno de los lemas que utiliza la presidenta Isabel Díaz Ayuso para resumir el espíritu que mueve a la Comunidad de Madrid. Un sentimiento de orgullo por la región basado en el esfuerzo por salir hacia adelante, en las ganas frente a la vida y en la libertad como principio rector.

Por otro lado, tenemos el espíritu que está imponiendo la izquierda en España estos últimos cinco años. Un estilo de vida que resumo en "vivir a la soviética". Obviamente, el socialismo necesita imponer sus ideas por la fuerza para que éstas sean aceptadas. Nos dicen qué tenemos que pensar, cómo debemos hablar e, incluso, cómo vivir nuestras relaciones sexuales. En este caso, el Gobierno quiere regular el hogar de los españoles con la Ley de Vivienda.

Esta nueva regulación se ha analizado por expertos desde el punto de vista legal y moral, y el Gobierno ha quedado retratado una vez más. Sin embargo, quiero destacar las tres grandes inconsistencias económicas en las que se basa esta regulación.

  • Rompe con la ley de oferta y demanda. Según la izquierda, en España nunca existió un problema de disposición de vivienda, es decir, de oferta. Para el socialismo, el aumento de precios reside en la existencia de unos malvados especuladores que acaparan todos los pisos para aumentar los precios de forma tramposa, una teoría de la conspiración digna de la Europa de los años 30.
  • Elimina la referencia básica de transacción, los precios. El precio de los bienes y servicios es una señal de comunicación en el mercado porque un aumento de los precios indica a los productores que hay demanda sobre ese bien, en este caso la vivienda. La norma de Sánchez prohíbe el aumento de precios de la vivienda mediante las llamadas "zonas tensionadas". Por lo tanto, será muy difícil saber si hay un interés coyuntural o estructural por vivir en una zona determinada. Por ende, los constructores nunca conocerán el interés compra de los ciudadanos en una zona concreta.
  • Ignora el concepto de valor. Según la Ley de Vivienda el precio de alquiler no puede superar el 30% de la renta media de la zona afectada. Esto rompe con uno de los principios básicos de la economía, el que demuestra que los precios determinan los costes y no al contrario. Por ejemplo, si los ciudadanos jamás pagarían más de 20 céntimos por un bolígrafo, el empresario tendría que buscar la forma reducir el coste de producción de ese bien por debajo del valor que tiene en el mercado. Por ello, quien tiene la fuerza en el mercado es el consumidor y no el productor. Ignorar el valor es retar poder al ciudadano.

En conclusión, esta ley de la vivienda no es solo moralmente reprochable y legislativamente muy deficiente, también es inconsistente a nivel económico. Es decir, una ley digna de a las anteriores publicadas por este Gobierno. Otra regulación que se suma a las anteriores para que España "viva a la soviética".

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