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Pedro Pablo Valero

¡Sorpresa! Los negocios buscan obtener beneficios

No creo que sea necesario recordar que el que una empresa gane dinero es un beneficio social y lo desastroso que resulta lo contrario.

No creo que sea necesario recordar que el que una empresa gane dinero es un beneficio social y lo desastroso que resulta lo contrario.
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La destemplada reacción de tantos a la decisión soberana de la Junta de Accionistas de Ferrovial de cambiar su sede social, encierra un profundo desconocimiento de cómo funciona la economía. Y lo más preocupante es que entre ese grupo, demasiado numeroso, hay incluso ministros del gobierno de España, si bien en algunos casos (como el de Escrivá y Calviño) creo es más falsedad por motivos electorales o ceguera ideológica que ignorancia, como es el caso de los ministros de UP.

Éstos llevan desde que estaban en la oposición, criticando a las empresas que ganan dinero, lo cual es, y perdonadme lo explícito, una auténtica estupidez. Es como criticar a un trabajador porque exige ganar un sueldo y espera recibir un emolumento extra si trabaja más horas. Es muy obvio tener que explicar que cuando alguien monta un negocio espera obtener de él beneficios, y cuantos más mejor. ¿Acaso cuando jugamos a la lotería no esperamos obtener el máximo premio posible?

Por supuesto cuando una empresa tiene beneficios, los reparte entre sus dueños, los accionistas. En general en las grandes empresas los que toman las decisiones son los directivos y es excepcional que alguna vez la junta de accionistas no esté de acuerdo con lo que hagan los ejecutivos nombrados por ellos, pero, y esto es importante, no se debe confundir a los dueños con los gestores, que suelen ser figuras distintas en cuanto una compañía obtiene un mayor tamaño. Insisto en esto porque toda empresa debe premiar a sus dueños/accionistas para que a éstos les interese arriesgar su capital en ella, y es por eso que todo máximo ejecutivo debe tener como prioridad contentarlos.

Esto no es incompatible con una gestión que prime valores sociales, de buena remuneración a los empleados (tanto por justicia como por inteligencia, ya que un trabajador contento rinde mejor y es más fiel a la empresa), transparencia etc. Es más, en muchas ocasiones es mejor para los asalariados (es el caso de Mercadona) que una empresa no cotice en bolsa porque así, dinero que habitualmente se destinaría a los accionistas, se destina a los trabajadores. Y por supuesto, buscar el máximo beneficio tampoco es incompatible con pagar impuestos donde corresponda. Pero del mismo modo que cuando rellenamos el IRPF todos y cada uno de nosotros buscamos deducciones posibles para pagar menos, los gestores de cualquier negocio tienen la obligación de hacer lo mismo. Esto provoca que, sobre todo en el caso de multinacionales, la llamada "ingeniería fiscal" actúe, y se busquen formas de abaratar la factura fiscal. Guste o no, lo cierto es que, si contratamos a un gestor para que nos haga la declaración de la renta, esperamos lo mismo, que tenga la habilidad para, sin caer en ilegalidades, que al final abonemos lo menos posible a Hacienda.

No creo que sea necesario recordar que el que una empresa gane dinero es un beneficio social, tanto por lo que abona en impuestos como por lo que supone para sus empleados y proveedores, y lo desastroso que resulta lo contrario, ¿cuánto dinero público se ha perdido con negocios que han ido mal como Abengoa y cuántas veces la excusa para esa inversión a fondo perdido ha sido el mantenimiento del empleo? Resulta absurdo pensar en que alguien no intente obtener beneficios de un proyecto empresarial o de una inversión de capital en uno, y del mismo modo tampoco tiene sentido pensar que el paro se va a reducir en España sin unos beneficios empresariales crecientes que permitan aumentar las contrataciones. Sin embargo, a veces es necesario un ejemplo para poder asimilar un concepto tan básico como que la búsqueda del beneficio en una inversión o en un negocio, no es algo negativo. A mí me gusta explicar la forma en que actúa el Fondo Soberano de Noruega, país claramente capitalista pero, a la vez, famoso por sus políticas sociales.

El primer campo comercialmente viable propiedad pública de Noruega no comenzó a producir hasta 1971. Con los años y el descubrimiento de nuevos pozos, una economía hasta entonces basada en la pesca, pasó a tener un gran excedente de beneficios provocado por los hidrocarburos. Gracias a estos ingresos el país acumula varias décadas con superávit presupuestario casi de forma ininterrumpida y el PIB per cápita ha pasado de los 5.700€ en 1974 a los más de 60.000€ actuales. La idea de crear un fondo para gestionar estos ingresos viene de 1983 y en principio la intención era evitar el impacto en las cuentas del gobierno de las continuas variaciones de precios en los mercados del crudo y el gas. Pero no fue hasta 1990 que se firma el Petroleum Fund Act que es la base del fondo del mismo nombre. Aunque las directrices del Fondo son establecidas por el Ministerio de finanzas noruego, la gestión operativa le corresponde al banco central, conocido como Norges Bank.

En 2005 se renombraría como Goverment Pension Fund Global, ya centrado en apoyar a los noruegos en el cobro de sus pensiones. Desde 2019 se suma además la solidaridad intergeneracional "garantizando así que la riqueza del petróleo beneficie tanto a las generaciones actuales como a las futuras" y ese mismo año el 17% del gasto público del país lo cubrió dicho fondo.

Pues bien, dicho fondo soberano utiliza el dinero de los noruegos en inversiones por todo el mundo con unos criterios específicos (desde aspectos éticos como evitando que el tamaño de la inversión en una empresa no supere el 10% de las acciones de la cotizada para así no convertirse en socio de referencia de ninguna compañía) pero, por supuesto, buscando la máxima rentabilidad, el mayor beneficio posible. Por desgracia, el año pasado, debido al mal año tanto de la renta fija como de la renta variable, perdió bastante dinero, lo cual fue una mala noticia para toda Noruega ya que todos los noruegos son, de algún modo, accionistas de este fondo y llevan años beneficiándose de la buena gestión histórica del mismo.

¿Tan difícil es ver que, al igual que los gestores del Fondo Soberano noruego buscan el mayor beneficio para sus dueños, que son los noruegos, los de cualquier empresa deben hacerlo para sus dueños, que son los accionistas y que no sólo no hay nada malo en ello, es que gracias a ello la economía -la de todos- va mejor?

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