50 puntos básicos. Esa será la próxima subida de los tipos de interés que ha decidido ejecutar el Banco Central Europeo (BCE) en plena tormenta financiera. Este jueves, todas las miradas estaban puestas en la estrategia monetaria que seguiría una Christine Lagarde completamente acorralada por la desorbitada inflación y la amenaza de un crash bancario.
La mariposa aleteaba en California la semana pasada, cuando el banco de Silicon Valley Bank (SVB) se declaró en suspensión de pagos y la Reserva Federal (Fed) intervenía la entidad para a rescatar a todos sus depositantes (no así a bonistas ni accionistas). La exposición al sector tecnológico de la entidad californiana y, sobre todo, sus graves problemas de liquidez (con fugas incluidas) desencadenaban su colapso. El miedo al contagio de SVB se extendía tanto por la banca de EEUU como por la europea.
Y la bomba no tardaba de explotar en el Viejo Continente. Credit Suisse desató este miércoles el pánico tras conocerse que su principal accionista, el Banco Nacional Saudí, descartaba aumentar su inversión en el banco y, por ende, su posición. Actualmente, la entidad árabe cuenta con el 9,88% del accionariado de una entidad que ya viene arrastrando varios problemas en los últimos años y que ha registrado unas pérdidas millonarias en 2022.
En una jornada bursátil catastrófica, las acciones de la firma suiza se desplomaron más de un 24% y sus seguros de impago (CDS) se dispararon situando al banco al borde de la quiebra. El temporal se extendía por el resto de bancos europeos. En la apertura de este jueves, las bolsas se decantaban por los números verdes, incluido Credit Suisse, que amanecía con ganancias del 30%.
La prueba de fuego de Lagarde
Mientras tanto, Christine Lagarde tenía hoy que enfrentarse a una de las pruebas de fuego más importantes de su mandato. La banquera francesa tenía que debatirse entre subir los tipos de interés en 50 puntos básicos como tenía previsto o hacerlo en menor medida para darle un cierto alivio a la banca perjudicada por ese drenaje de liquidez ante los precios irrisoriamente bajos del dinero.
Finalmente, el BCE se ha decidido por cumplir con su hoja de ruta para no perder la totalidad de la dudosa credibilidad que le quedaba a su organismo. De esta forma, el tipo de interés para sus operaciones de refinanciación se situará en el 3,50%, mientras que la tasa de depósito alcanzará el 3% y la de facilidad de préstamo el 3,75%. Se trata de la sexta subida consecutiva del precio del dinero.
"Sólo supone cumplir con la palabra dada"
"Subir los tipos de interés en 50 puntos básicos sólo supone cumplir con la palabra dada. Hace unas semanas, Lagarde ya dijo que hacía falta subir los tipos en esta cuantía porque eso es lo necesario para embridar la inflación. Con lo cual, esto es necesario, y así trasladará al mercado la sensación de que lo que está pasando se arregla por otras vías, como la del Banco Nacional de Suiza (saliendo al rescate de Credit Suisse), que es la idea de que los bancos centrales actúan como prestamistas de última instancia, como aquellos que están siempre detrás del sistema cuando las cosas se vuelven complicadas", asegura el economista, Javier Santacruz. Para Santacruz, si Lagarde no hubiera cumplido con sus planes, sería una nefasta decisión porque "estaría trasladando la sensación de que las cosas están peor de lo que podemos intuir y eso es muy negativo".
En una línea similar va el economista Daniel Lacalle, que tacha de "error" la posibilidad de que el BCE quebrante su promesa de política monetaria porque "debilita todavía más a la banca y le añade más fuego a la inflación. Si mantiene las subidas de tipos y da unas facilidades de liquidez, como los TLTRO, no tiene que pasar absolutamente nada".
"Mataría la credibilidad de la entidad"
Para el analista José Basagoiti, "el BCE no debería cambiar su hoja de ruta en política monetaria porque fue el Banco Central que tardó más en reaccionar y la región donde la inflación está más descontrolada" recuerda. "Una decisión dovish mataría la credibilidad de la entidad que, no olvidemos, tiene como único mandato, la estabilidad de precios. No entendería otra cosa que no sean 50 puntos básicos de subida". Si el BCE "cediera a la presión de los bancos, es decir, si sólo sube 25 puntos básicos, estaría corroborando su poca independencia y la actual dominancia fiscal en la zona euro. En cualquier caso, las bolsas sufrirán. No confundamos política dovish con alzas necesarias en renta variable" añade.
Cabe recordar que el organismo que dirige Christine Lagarde ha sido el gran rezagado en la carrera por dar un giro de 180 grados a las políticas monetarias más expansivas de la historia. Estas temerarias estrategias monetarias han inundando el mundo de liquidez a cambio de zombificar las economías haciéndolas vivir muy por encima de sus posibilidades.
El precio ha sido muy alto, como refleja la inflación de la eurozona, que se sitúa todavía en el desorbitado 8,5%. Esta cifra supone más que cuadruplicar el objetivo único del BCE, que es mantener la inflación "cerca, pero por debajo, del 2%".
¿Debe caer Credit Suisse?
Otro de los mensajes que mandaría Lagarde si hubiera echado para atrás las subidas de tipos también sería el de que a las empresas no les hace falta tener una actividad solvente o disciplina porque actúen como actúen les van a rescatar con el dinero del ciudadano.
"No son novedad los privilegios estatales con los que suele contar el sector bancario, único sector que puede funcionar constantemente con fondo de maniobra negativo. Y puede hacerlo porque ante problemas de liquidez o solvencia cuentan, por norma, con el paraguas de gobiernos y Bancos Centrales" señala Basagoiti. El analista clama por acabar con estas prácticas bancarias. "Es evidente que se trata de un sector estratégico, con mucho impacto en la economía real y con riesgo de destrozar economías por el inherente riesgo sistémico que tiene. Esto da sector mucho poder y lo convierte en mas en un lobby que en mercado competente. El problema es que, si seguimos manteniendo estos privilegios, incentivamos a que continúen cometiendo las mismas imprudencias y acabemos socializando sus pérdidas entre los contribuyentes. Es necesario acabar con el riesgo moral".
Pero para los Estados no hay peor noticia que una quiebra. "El problema de las quiebras bancarias siempre es el mismo. Nosotros estamos en un sistema de reserva fraccionaria, es decir, tenemos una debilidad estructural en las entidades financieras, que es que no pueden atender todas las peticiones de depósitos y liquidez de los clientes sin antes deshacer los activos a largo plazo y con pérdidas importantes. Mientras esto sea así, la única manera de mantener esa debilidad es que haya un prestamista de última instancia" apunta Santacruz.
Entonces, ¿sería una buena decisión dejar caer a Credit Suisse? "El problema es que si dejas caer a un Credit Suisse tampoco das una señal de disciplina frente a otros. El problema no lo solucionas porque hay otras entidades financieras grandes que tienen carteras con activos dañados por todos los excesos de los últimos años. Ante eso, no creo que sea la mejor solución dejarlo caer y provocar un pánico bancario que generaría pérdidas enormes para todo el sistema" añade Santacruz.
Lacalle pone toda la responsabilidad en la política monetaria del BCE. "Credit Suisse no ha sido irresponsable. La causa de lo que está pasando no es Credit Suisse o SVB. La causa de lo que está pasando aberración económica de los tipos reales negativos. Los bancos lo que han hecho ha sido prestar e invertir en un entorno en el que la rentabilidad del dinero era inexistente" añade.