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Todas las preguntas y respuestas sobre el diseño final de la reforma de las pensiones

La contributividad, erosionada en las últimas cuatro décadas por todos los gobiernos, recibe el golpe de gracia. ¿Seguirán cotizando los trabajadores?

¿Sigue mereciendo la pena cotizar en España? Las claves tras la reforma de Escrivá

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La contributividad, erosionada en las últimas cuatro décadas por todos los gobiernos, recibe el golpe de gracia. ¿Seguirán cotizando los trabajadores?
José Luis Escrivá, y los secretario generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, el pasado martes, tras la firma del acuerdo para la reforma de las pensiones. | EFE

Esta semana hemos conocido los detalles de la reforma de las pensiones del ministro José Luis Escrivá. Y sí, los puntos clave son los presentados la semana pasada: no hay demasiados cambios, pero sí varias novedades importantes (algunas que se explican porque se ha seguido negociando con los grupos hasta última hora y otras porque quizás no se quisieron plantear con claridad los aspectos más conflictivos de la reforma). Con el siguiente pregunta-respuesta, intentamos aclarar algunas de las cuestiones más relevantes:

- ¿Es un cambio de modelo? No en la teoría, pero sí en la práctica. La contributividad, erosionada en las últimas cuatro décadas por todos los gobiernos, recibe el golpe de gracia: a partir de ahora, el modelo en España se sitúa en un punto intermedio entre los asistenciales puros y los contributivos puros. Para los trabajadores de alta cualificación, cada vez sale menos rentable cotizar.

- ¿Subirán las cotizaciones? En realidad, la gran novedad es que se disparan los impuestos puros, no ligados a un hipotético derecho futuro. Las cotizaciones (impuesto al trabajo que se supone que es lo que genera derecho a una prestación tras la jubilación) en realidad sólo suben para los sueldos más altos y lo hacen de una manera que ya se ha usado a menudo en el pasado (subida de la base máxima muy por encima de lo que sube la pensión máxima).

- Y, entonces, ¿por qué se dice que es una reforma centrada en el lado de los ingresos? Porque es verdad que en el lado del gasto apenas hay recortes (aunque con matices y una pequeña-gran sorpresa de última hora). El grueso de los cambios llega por el lado de los ingresos, con tres novedades:

  • Incremento del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) del 0,6 actual al 1,2% (subirá una décima desde el próximo año hasta 2029).
  • Subida de la base máxima de la pensión: cada año, se incrementará en una cuantía equivalente al IPC + 1,2 puntos. A cambio, la pensión máxima subirá el IPC+0,115 puntos. O, lo que es lo mismo, el que cotice por la base máxima perderá un punto cada año (es decir, cotizará más a cambio de nada). En el acumulado, desde ahora a mediados de siglo, la pensión máxima subirá un 3% más que el IPC, mientras que la base máxima lo hará en 38 puntos más que ese indicador. Eso es lo que pierden, en este apartado, los sueldos más altos.
  • Cuota de solidaridad: el diseño final de este impuesto (y eso es lo que se esconde tras este nombre tan políticamente correcto) es más complejo de lo anunciado en un inicio. Habrá tres tramos. (1) Para los que tengan un salario del 100 al 110% de la base máxima, la cuota de solidaridad comenzará siendo del 0,92% (de ese 10% extra no sujeto a cotización) y alcanzará el 5,5% en 2045. (2) Los que ganan entre el 110 y el 150% de la base máxima verán cómo la cuota comienza siendo del 1% (en ese tramo) y va aumentando hasta el 6% dentro de dos décadas. (3) Los que ganan por encima del ese nivel, tendrán una cuota de solidaridad que irá del 1,17% en 2025 y sube hasta el 7% en 2045.

- ¿Quiénes serán los grandes perjudicados? Los trabajadores con un sueldo alto, pero no millonario y que ya sufren los tipos marginales sobre el trabajo más elevados. Hablamos de aquellos que ganan a partir de los 60.000-70.000 euros. Estos empleados sufrirán una enorme subida de impuestos que no irá acompañada de ninguna promesa hacia el futuro.

- Entonces, ¿son estos trabajadores los que sostendrán las pensiones a partir de ahora? Pues tampoco podemos decir eso. Según las cuentas del Ministerio, casi la mitad de los nuevos ingresos del sistema llegará de la subida del MEI. Es decir, individualmente sí que es una reforma que castiga con especial dureza a los empleados de alta cualificación; pero en agregado, las cuentas sólo salen si se crea mucho empleo y hay muchos nuevos cotizantes. Esto es lo habitual con todos los impuestos, empezando con el IRPF: los que más ganan pagan mucho más en proporción a su número que los que cobran el salario medio, pero al final el grueso del ingreso llega de la parte central de la distribución (los millones de empleados de clase media con un sueldo normalito).

- La parte buena (para el futuro pensionista) es que al menos no hay recortes en las futuras prestaciones, ¿no? Pues tampoco. La sorpresa de la semana es que sí se endurecen las condiciones de acceso a la pensión. En el primer borrador que el Ministerio presentó a la prensa se daba a conocer ese "modelo dual" para calcular la pensión. Según el diseño anunciado, el nuevo jubilado podría elegir los últimos 25 años cotizados o los últimos 29 quitando los dos peores (es decir, 27 en total). Se suponía que nadie saldría perjudicado porque cada uno escogería la opción que le resultase más favorable. Pero esto no es del todo cierto: es verdad que va a haber un período transitorio en el que se irá introduciendo esta opción de manera progresiva... pero a partir de 2040 la opción de 25 años desaparece y se irán subiendo seis meses al año: de esta manera, a partir de 2044 ya no se podrá elegir y la pensión se calculará con 27 años efectivos de cotización (29 años menos los dos peores). En resumen SÍ sube el período de cálculo de la base aunque lo hace de forma más suave de lo que se preveía y con un período transitorio de dos décadas.

- ¿Subirán las pensiones mínimas? Sí, las mínimas contributivas, las no contributivas y las de viudedad. El Ministerio ha anunciado que su objetivo es que la pensión mínima de jubilación contributiva con cónyuge a cargo alcance en 2027 los 16.500 euros anuales, un 22% más que ahora. Además, desde 2024, se irán equiparando las pensiones mínimas de viudedad con cargas familiares a la cuantía de esa pensión mínima de jubilación mencionada. En cuanto a las pensiones no contributivas, la idea es que suban hasta alcanzar en 2027 el 75% del umbral de la pobreza. Como desde hace años estos gastos los asume el Estado (vía transferencias directas), esta parte de la reforma es la más cómoda para el ministro Escrivá. Ante la opinión pública se apunta la medalla de que suben estas prestaciones... pero las pagará otro departamento. También se mejoran las condiciones para las mujeres en lo que hace referencia a las lagunas de cotización y el complemento de brecha de género subirá un 10% adicional.

- ¿Tendremos la hucha de las pensiones como garantía? Depende de lo que uno defina como "garantía". Los planes de Escrivá en este punto contemplan una primera década de acumulación del Fondo de Reserva (hasta 2033 aproximadamente) seguida por un período en el que la hucha seguiría creciendo, pero de forma más lenta porque también habrá disposiciones para complementar las prestaciones (hasta comienzos de los años 40). A partir de ahí, se iría vaciando poco a poco porque los gastos superarían a los ingresos. ¿Y por qué decimos que tampoco esto es una gran garantía? Pues porque las cifras no salen: el año pasado, el déficit de la parte contributiva del sistema ya alcanzó los 26.000 millones. Si le sumamos clases pasivas (y habría que sumarlas), estamos cerca de los 50.000 millones de números rojos en gastos relacionados con la vejez. El propio ministerio reconoce que la hucha tendrá en su mejor momento entre 130.000 y 140.000 millones (y eso si salen las cuentas). Mejor eso que nada pero, como siempre, tres dudas: (i) En qué se invertirá esa hucha; porque si es en deuda pública española, como en el pasado, no deja de ser un artificio contable; (ii) Si llega otra crisis como la de 2010, ¿de verdad el Gobierno que esté a cargo se ceñirá a los límites de Escrivá?; (iii) ¿Y si la recaudación es más baja de la que se calcula ahora?

- ¿Es la reforma definitiva? No. Y no lo es porque no quiere serlo. De hecho, lo que hace Escrivá es cargarle el muerto a su sucesor: cada tres años, la AIReF fiscalizará la reforma y analizará si mantiene o no la senda prevista. Si no lo hace, deberá proponer al Pacto de Toledo medidas (por el lado de los ingresos y de los gastos) para ajustarse a las cifras prometidas a Bruselas. Y si no se aprueban estas medidas, subirá el tipo del MEI (recordemos que es un impuesto que no genera ningún tipo de derecho a futuro) para compensar ese exceso de déficit. Esto es importante por lo que dice el texto de la reforma, pero también por lo que no dice. Cuando hace unos meses se aprobó el MEI, Escrivá lo presentó como un ajuste muy menor (de apenas el 0,6% de la actual cotización; esos 5 euros al mes de los que hablaba el Gobierno para los sueldos altos). Parecía un sacrificio pequeño para un empeño tan grande como es la sostenibilidad del sistema. Pues bien, en unos meses, ese 0,6% ya se ha convertido en el 1,2%. Y con un dispositivo automático de ajuste para que siga subiendo si el déficit es superior al previsto. Los franceses ya lo han vivido: allí hace dos décadas se aprobó un nuevo impuesto finalista para pagar las pensiones; y lo que iba a ser un tributo menor, equivalente a unas décimas del sueldo, ya ronda el 10% del coste salarial total. ¿Dónde estará el MEI en 2035? Hagan sus apuestas.

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