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José María Rotellar

La economía española languidece anestesiada por el Gobierno

La intensa desaceleración es fruto de la política económica equivocada del Gobierno, sólo preocupado en su bienestar en lugar del de los ciudadanos.

La intensa desaceleración es fruto de la política económica equivocada del Gobierno, sólo preocupado en su bienestar en lugar del de los ciudadanos.
Pedro Sánchez en Roma | EFE

La revisión habitual de los datos del PIB en la publicación de los principales resultados de la CNTR del IVTR-2023, han confirmado que la economía se ralentizó de manera importante en la parte final de 2022. De hecho, confirma el 5,5% de crecimiento en el conjunto del año, el pobre 0,2% intertrimestral en el IVTR-2022 e incluso rebaja una décima, de 2,7% a 2,6%, el crecimiento interanual del IVTR-2022.

Es más, esa rebaja interanual es mayor, pues también se rebaja una décima el crecimiento interanual del IIITR-2022, del 4,8% al 4,7%, con lo que la revisión a la baja del dato interanual del IVTR-2022 es todavía más importante.

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Esto confirma que el PIB se estancó en el IVTR-2022, con ese escuálido 0,2% de incremento trimestral, quedándose prácticamente plano, que es coherente con la desaceleración observada por el Banco de España en su reciente informe trimestral, donde estimó que el PIB creció un 7,3% en el primer semestre para hacerlo sólo la mitad en el segundo (3,7%), ligado a un descenso en los ingresos procedentes de impuestos indirectos, que muestran la disminución del consumo, vía transacciones, fruto de la pérdida de poder adquisitivo.

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De esa manera, el PIB crece lo mismo que en el trimestre precedente, con fuertes caídas en consumo de los hogares e inversión, que indica un deterioro muy importante de la economía por expectativas, pérdida de poder adquisitivo y encarecimiento de la financiación.

Este dato, que deja, desgraciadamente, a la economía española estancada y en el umbral del crecimiento negativo, es todavía peor si tenemos en cuenta que se produce en un trimestre, el cuarto, en el que la campaña de Navidad tiene mucha fuerza.

Ya el IIITR había sido un fiasco, pese a la gran temporada turística que se produjo, que mostraba que el resto de actividades están ralentizándose a pasos agigantados.

El dato interanual crece una décima menos que en el avance, un 2,6% (en lugar del 2,7% adelantado), cuando en el IIITR-2022 crecía un 4,7% (también se revisa a la baja, pues en los datos de avance lo hacía un 4,8%). Es decir, crece dos puntos menos, como hemos dicho anteriormente.

En el conjunto de 2022, el PIB creció un 5,5%, es decir, 1,5 puntos por debajo de la previsión que el Gobierno tenía en su cuadro macroeconómico.

Por mucho que el Gobierno venda el dato de crecimiento anual del PIB como un logro, como un elemento que hace que destaque positivamente, la realidad es bien distinta. Es cierto que la economía ha crecido un 5,5% en el conjunto de 2022 y que esa cifra ha sido algo mayor que la que parecía que se iba a producir hace unos meses, pero no deja de ser un espejismo y un mal dato, como expondré a continuación.

Para empezar, el crecimiento del PIB que el Gobierno preveía para 2022 en su cuadro macroeconómico (diapositiva 10 de la presentación que hizo del mismo en octubre de 2022) estimaba un crecimiento del 7% para la economía española, con lo que ha crecido casi una cuarta parte menos de lo que había previsto el propio Gobierno, que ya es una reducción muy significativa.

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En segundo lugar, ese menor crecimiento se da sobre un crecimiento de 2021 también muy inferior al estimado por el Gobierno entonces: en el plan presupuestario remitido a Bruselas en octubre de 2020 estimaba un crecimiento de la economía española para 2021 del 7,2% sin fondos europeos y del 9,8% al incorporar el efecto de los fondos europeos (página 12 del plan) cuando la economía terminó creciendo también un 5,5% en dicho año, es decir, también casi una cuarta parte menos que lo previsto sin fondos europeos y casi la mitad que lo que el Ejecutivo previó sobre el dato en el que incorporaba los fondos europeos.

Por tanto, el dato de revisión del crecimiento conocido este viernes no es nada positivo -como no lo era tampoco el del avance de enero- pues supone un menor crecimiento sobre el estimado, que venía de otro menor crecimiento sobre el estimado el año previo.

Eso hace que la economía española se encuentre todavía a casi un punto de recuperar el nivel previo al coronavirus, siendo una de las pocas economías desarrolladas que no lo ha logrado.

Adicionalmente, los datos del mercado laboral, ya malos en verano -recordemos julio y agosto, con el mes de julio como el primero de toda la historia en el que se destruyó empleo- han sido pésimos en el cierre de 2022, con destrucción importante de empleo -la mayor de un IVTR desde 2013, en paro -los peores desde 2012- y con un desánimo en la población ante el empeoramiento de la situación económica que hace descender la actividad, especialmente entre los jóvenes.

Además, si no ha caído más se debe a que el empleo público ha aumentado y a que se ha producido un reparto del trabajo, al disminuir los ocupados a tiempo completo y aumentar -y en menor medida a la caída de los anteriores- los empleos a tiempo parcial.

Y esa tendencia no va a mejorar a lo largo de 2023, donde el Gobierno vuelve a estimar un crecimiento por encima del consenso del mercado. Aunque últimamente haya tenido revisiones al alza, sigue siendo un crecimiento pequeño, por debajo de las estimaciones del cuadro macroeconómico, insuficiente para que se recupere la economía española y, probablemente, tendrá que ser revisado a la baja en cuanto la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación y el incremento de cuotas hipotecarias con motivo de la subida de tipos cobren toda su fuerza a lo largo de 2023.

La economía se mantiene anestesiada por el ingente gasto público desplegado por Sánchez, que está generando una enorme losa de deuda para varias generaciones y que va a dejar maltrecha a la economía, con muchos problemas estructurales, que irán saliendo a la luz en los próximos meses, en forma de herencia envenenada.

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Tan anestesiada está la economía que el gasto no financiero de los PGE se ha incrementado en 78.387 millones de euros entre 2018 y 2023, mientras que el PIB nominal se habrá incrementado sólo 143.937 millones de euros en el mismo período. Es decir, para ese crecimiento del PIB se ha tenido que impulsar un crecimiento del gasto en los PGE (sin contar el resto de administraciones, con lo que todavía estará más soportado el crecimiento por el gasto) que supone el 54,46% el crecimiento del PIB.

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De cada nuevo euro de actividad económica generada en España, 54,46 céntimos se habrán dedicado al gasto público de los PGE, sin contar el gasto del resto de administraciones.

El consumo de los hogares se desploma y cae un 1,8% trimestral. En tasa interanual crece 2,2 puntos menos que el trimestre anterior.

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De igual manera, cae la inversión un 3,7% trimestral (mejora una décima). En tasa interanual crece 3,9 puntos menos que el trimestre anterior. Especialmente fuerte es la caída de la inversión en bienes de equipo, que lo hace un 5,7% trimestral y un 0,5% interanual.

Esas fuertes caídas en consumo de los hogares y en la inversión muestran la pérdida de confianza, el empeoramiento de expectativas y la pérdida de poder adquisitivo y aumento de costes empresariales, que hacen que disminuyan consumo e inversión.

Las exportaciones caen un 1,1% trimestral, que indican una pérdida de competitividad y una disminución por pérdida de renta de los extranjeros. Las importaciones caen un 4,2% trimestral, reflejo del descenso del consumo y de la merma en la renta disponible por pérdida de poder adquisitivo de los residentes.

Así, la demanda nacional se queda en una aportación al crecimiento de 0,9 puntos interanual (mejora 3 décimas sobre el avance), que es un crecimiento casi 2 puntos inferior al del trimestre interior, que da muestras del empeoramiento interno de la economía, debido a la pérdida de poder adquisitivo. Igualmente, la demanda externa se queda en una aportación al crecimiento de 1,7 puntos (4 décimas peor que en los datos de avance), con un descenso de dos décimas respecto al crecimiento del trimestre anterior (también revisado 3 décimas a la baja dicho trimestre sobre los datos de avance), donde, no lo olvidemos, fue la parte de la economía que mantuvo la actividad con más fortaleza.

Eso es fruto de una reducción a la mitad del crecimiento de las exportaciones y de una reducción a la cuarta parte del crecimiento de las importaciones. Especialmente preocupante es la fuerte reducción en el crecimiento interanual de las exportaciones de servicios, que pasan de crecer un 49,3% a hacerlo un 11,9%. En los servicios es donde se concentra gran parte de la fortaleza exportadora de España, de manera que esta reducción es muy significativa y preocupante, en la que puede influir, además del descenso de la renta del exterior, también una pérdida de competitividad por incremento de costes, que puede llevar a perder mercados.

De hecho, ahora se revisan a la baja, en tasa interanual, 7 décimas las exportaciones y se incrementan 2 décimas las importaciones, con el consiguiente deterioro del saldo exterior expresado antes.

La industria apenas crece un 0,1% trimestral; la construcción cae un 0,3%; los servicios se estancan en un 0,3%, una décima menos que el ya exiguo 0,4% del trimestre previo. El comercio y hostelería caen un 0,7% trimestral (una décima peor que en el avance) y las actividades de ocio caen un 7,1% trimestral (también empeoran una décima respecto de los datos de avance).

En términos interanuales, los sectores económicos también se ralentizan: la agricultura cae un 2,5%; la industria crece 3,1 puntos menos que en el trimestre previo; la construcción crece 1,2 puntos menos que en el trimestre anterior; los servicios crecen 9 décimas menos que en el IIITR; el comercio pierde la mitad de su crecimiento.

El crecimiento del PIB nominal a 1,327 billones de euros (2.000 millones de euros menos que en los datos de avance) se debe, sobre todo, al crecimiento del PIB nominal, debido a la inflación, como muestra el hecho de que el deflactor implícito del PIB aumente un 5,1% interanual, 7 décimas más que el trimestre anterior.

Sigue cayendo el empleo en términos de contabilidad nacional, en concordancia con los malos datos de la EPA del IVTR. De esa manera, cae un 0,1% en horas trabajadas y registra un punto menos en puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo que el dato del trimestre anterior. En tasa interanual se ralentiza el registro de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, al crecer un 2%, es decir, 8 décimas menos que lo que crecían en el tercer trimestre, que ya era, a su vez, 2,3 puntos menos que en el segundo trimestre.

Las horas efectivamente trabajadas en términos interanuales disminuye cinco décimas respecto al crecimiento del trimestre anterior; en el caso de la industria, su crecimiento es 2,7 puntos menor que el del IIITR-2023.

Así, el empleo ralentiza su crecimiento interanual en todas los sectores:

  • En la Agricultura cae un 9%, 7 puntos peor que en el IIITR.
  • En Industria crece un 1,1%, 1,3 puntos menos que en el IIITR.
  • En Construcción, crece un 2,8%, 1,2 puntos menos que en el IIITR.
  • En servicios, crece un 2,7%, 3 décimas menos que en el IIITR.

El coste laboral unitario se encarece un 3,2%, un fuerte incremento que supone una presión adicional a los costes de las empresas, que puede constituir un freno a la producción, la actividad y el empleo.

Esto lleva a que la productividad disminuya 1,3 puntos en puesto equivalente a tiempo completo respecto al crecimiento del trimestre anterior quedándose en un 0,6% interanual, y que caiga un 0,1% (1,6 puntos menos que en el trimestre previo) cuando se mide por hora trabajada.

Esta intensa desaceleración -por mucho que el Gobierno trate de vender datos parciales- es fruto de la política económica equivocada del Gobierno, sólo preocupado en su bienestar en lugar de preocuparse por el bienestar de los ciudadanos y de la economía.

Con su incremento de gasto, aumento de impuestos, elevación de déficit y deuda e inseguridad jurídica, ahuyenta inversiones y dificulta la actividad económica, perjudicando la creación de puestos de trabajo, dejando maltrecha a la economía española, que sigue a casi un punto de recuperar su nivel de crecimiento previo a la pandemia.

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