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José María Rotellar

La desorbitada factura de la deuda pública: desde que gobierna Sánchez se ha disparado 375.000 millones de euros

Es imprescindible reducir el gasto ineficiente, porque es el origen del problema y vuelve insostenible el mantenimiento de la estructura económica.

Es imprescindible reducir el gasto ineficiente, porque es el origen del problema y vuelve insostenible el mantenimiento de la estructura económica.
Europa Press

Sánchez sigue incrementando el gasto. La semana pasada escribía acerca de los anuncios electorales con medidas destinadas a todo tipo de grupos de ciudadanos, con objeto de tratar de atraer voluntades y llenar las urnas con votos a su partido. Eso incrementará gasto, déficit y deuda, que es el punto final de todo el derroche. Será muy preocupante, porque sin que todavía se recoja el efecto de las medidas electorales de Sánchez, todo su período de gobierno se ha caracterizado por un constante derroche de dinero público, gastando lo que no tiene, endeudando a los españoles y poniendo en riesgo la sostenibilidad de la deuda, ya que sin el apoyo del BCE tendría dificultades, como se vio cuando el BCE decidió acabar con la compra de deuda soberana. Tanto riesgo tiene que el propio BCE tuvo que convocar un consejo extraordinario para anunciar la creación de una herramienta antrifragmentación y, así, calmar a los mercados.

Ese gasto hace que la tendencia de la deuda continúe siendo alcista, que no se frene, que aumente, mes tras mes, el volumen de endeudamiento, cuyos registros, como vemos mensualmente, son los siguientes:

En marzo, la deuda aumenta en 15.351 millones.

La tendencia alcista de déficit y deuda continúa, pese al exceso de recaudación derivada de la inflación, que, además, ya se va ralentizando (crecimiento de ingresos fiscales de un 15% en el ITR-2022 frente al incremento del 2,6% en el ITR-2023, que con la deriva del gasto presionará más sobre el déficit y la deuda)..

La deuda supera ampliamente los 1,5 billones de euros y se sitúa en marzo en 1,535 billones de euros de endeudamiento, con 378.000 millones de euros de incremento desde que gobierna Sánchez (378.019 millones), según las notas iniciales de deuda de las AAPP emitidas por el Banco de España con carácter mensual.

De esta forma, la deuda sigue incrementándose en alrededor de 200 millones de euros al día (214,18 millones) -casi 1.500 millones a la semana, 6.000 millones al mes- desde que gobierna Sánchez.

O dicho de otra manera, Sánchez incrementa la deuda cada minuto en 148.736 euros.

Es decir, mientras un ciudadano hace una pausa de quince minutos para tomarse un café por la mañana, Sánchez habría incrementado la deuda en más de 2 millones de euros.

Y durante una jornada laboral completa, en la que un ciudadano habrá estado trabajando duramente ocho horas, generando actividad económica, empleo y pagando sus impuestos, Sánchez habrá aumentado la deuda en casi 70 millones de euros.

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Fuente: elaboración propia a partir de las notas mensuales iniciales de deuda de las AAPP publicadas por el Banco de España

Este grave problema puede poner en peligro a la economía española, tanto por su capacidad para financiarla si el BCE deja de comprar deuda, como por la repercusión de sus intereses en el presupuesto, que mermará recursos para servicios esenciales y que, a su vez, incrementará el gasto.

Esto hay que tenerlo especialmente en cuenta ante las turbulencias financieras ocurridas hace algunas semanas, que han tenido alguna repetición en Estados Unidos: si se reprodujesen más y de forma persistente, que esperemos que no suceda, podría haber un cambio en la política del BCE que dejase más frágil el respaldo de deuda española por parte del BCE o que encareciese su financiación. De momento, se mantiene la política monetaria contractiva a ambos lados del Atlántico.

El incremento del gasto es un problema importante, con el déficit estructural, construido sobre un gasto desmedido, que se ha ido consolidando en el tiempo, como principal problema.

Así, sobre la base de unos ingresos coyunturales, se ha ido asumiendo un incremento del gasto anual en el sector público, especialmente en el Gobierno de la nación, que nos lleva a una situación de insostenibilidad: con una recaudación adicional de más de 30.000 millones en 2022, el déficit sólo se redujo 2 décimas sobre el objetivo, que denota el importante incremento del gasto que se está produciendo.

Este endeudamiento se agravará a lo largo del año, pues los PGE para 2023 vuelven a sustentarse sobre unos ingresos coyunturales, derivados de la inflación -que ya están desacelerándose de manera intensa, con mayor crecimiento de gasto, que incrementará el gasto estructural y el déficit estructural, especialmente con las medidas electorales que está tomando Sánchez.

De esa manera, el déficit estructural español se situará en 2023 cerca de cinco puntos porcentuales sobre el PIB, elemento que señala un grave desequilibrio de la economía española. Déficit estructural que es la gran preocupación de la Comisión Europea.

De hecho, la Comisión Europea, pese a revisar ligeramente al alza la previsión de crecimiento, considera que España no cumplirá con el objetivo de estabilidad del 3% en 2024, al situarlo en el 3,3% del PIB. Eso se debe a que el gasto se está acelerando, de manera que se están desperdiciando los ingresos adicionales derivados de la inflación para reducir el déficit y la deuda. Así, el Gobierno ni deflacta para no subir los impuestos a los ciudadanos como consecuencia de la inflación, ni lo aprovecha para cuadrar las cuentas, ni reduce la deuda, que es una losa que se traducirá en más impuestos futuros para pagarla.

Sánchez no rectifica, pues la disminución de la deuda que algún mes se produce no es real, sino por efecto estadístico del distinto decalaje entre amortizaciones y nueva financiación.

La tendencia, así, sigue siendo alcista -y así seguirá mientras siga habiendo déficit, pues la deuda no es más que el sumatorio de los distintos saldos presupuestarios de cada ejercicio- con la aportación de inestabilidad a la economía que ello supone, como también ha sucedido en el pasado 2022 y sucederá en 2023, pese al incremento extraordinario de recaudación motivado por la inflación, que ya se desacelera a pasos agigantados.

La deuda con esos más de 1,5 billones de euros, supone el 110,52% del PIB español sobre la estimación de crecimiento de PIB nominal del plan presupuestario 2023 que el Gobierno envió a la UE: 1,3892 billones de euros), que asciende al 113% si se emplea el PIB agregado de los últimos cuatro trimestres.

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Aunque es obvio que el efecto del denominador derivado del crecimiento del PIB mitiga el cociente, como vemos, seguirá siendo muy elevado porcentualmente y, lo que es más preocupante, creciente en valores absolutos. La cifra de cierre prevista para 2023 por el propio Gobierno es de 112,14%.

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Todo ello, nos lleva a que desde que gobierna Sánchez la deuda se ha incrementado en 378.019 millones de euros. Durante el primer año, aumentó en 38.688 millones, y al cabo cuatro años de mandato el incremento es de más de 375.000 millones de euros, según las notas mensuales iniciales publicadas por el Banco de España sobre la deuda de las AAPP.

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Así, si durante el primer año creció la deuda por persona en 828,03 euros, en los más de cuatro años de mandato de Sánchez la deuda por persona ha aumentado en casi 8.000 euros (7.967 euros, casi nueve veces el incremento del primer año).

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O visto de otra manera: en el primer año, la deuda se incrementaba a un ritmo de 105,99 millones de euros al día. Ahora, tras casi cinco años de Gobierno de Sánchez, la deuda crece 214,18 millones de euros cada día.

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De esa forma, seguimos con un incremento exponencial del gasto sin haber recuperado el nivel de actividad económica previo a la pandemia (tal y como corrobora Eurostat, ya que España está casi 1 punto por debajo de su nivel anterior a la pandemia), en un entorno económico complicado, de elevada inflación, siendo muy preocupante la subyacente -la mayor desde hace más de treinta años-, fuertes costes energéticos -que están propagando ese incremento de precios por toda la cadena de valor-, y marco macroeconómico de los PGE irreal. De hecho, todas las instituciones siguen manteniendo sus previsiones –pese a las revisiones coyunturales al alza— por debajo de las previsiones del Gobierno, al tiempo que mantienen unas previsiones de inflación mayores que las previstas por el Ejecutivo.

Es más, la mejora en las revisiones puede ser temporal de materializarse los innumerables riesgos que existen sobre la economía.

Es imprescindible, por tanto, reducir el gasto ineficiente, porque es el origen del problema y vuelve insostenible el mantenimiento de la estructura económica con semejante endeudamiento, y deflactar el IRPF para impedir que los ciudadanos tengan que pagar más impuestos debido a la inflación, que asfixia a los españoles, les hace perder poder adquisitivo y les impide llegar a fin de mes y poder competir, en el caso de las empresas, en los mercados.

La política económica de Sánchez no es otra que la del gasto elevado, el déficit permanente, la deuda exponencial, los impuestos cuasi confiscatorios y el intervencionismo permanente en la economía, y eso dejará a la economía en una situación estructural pésima en el medio y largo plazo.

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