El gobierno de España es el único de la Unión Europea que sigue aplicando un Impuesto sobre el Patrimonio al uso. Aunque el algunos de nuestros socios comunitarios se aplican tasas sobre ciertas formas de riqueza, caso del gravamen francés que penaliza a quienes atesoran un mayor volumen de bienes inmobiliarios, lo cierto es que la Vieja Piel de Toro se ha quedado sola en la aplicación de un gravamen a todas luces trasnochado.
Hace más de una década, con Esperanza Aguirre al mando del gabinete regional, la Comunidad de Madrid eliminó Patrimonio. Lo hizo, además, con el aval del entonces presidente del gobierno, el socialista Rodríguez Zapatero, que siguió el consejo de asesores como David Taguas y reconoció la improcedencia de un gravamen tan arcaico como ineficiente y dañino. Sin embargo, ZP cambió de postura tras el estallido de la Gran Recesión y su sucesor, el popular Mariano Rajoy, dejó el gravamen en pie.
Bajo gobierno de Pedro Sánchez, el Impuesto de Patrimonio fue revisado al alza, pero distintas regiones gobernadas por el PP, caso de Andalucía, Galicia o Murcia, expresaron su voluntad de seguir los pasos de Madrid y poner fin a este gravamen. Para evitarlo, el Ejecutivo central puso en marcha el llamado Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas, con el que se armoniza la tributación autonómica y se obliga a todas las comunidades a aplicar este tributo.
Pues bien, aunque España es el único país de la Unión Europea que apuesta por esta figura fiscal, hay otra economía del Viejo Continente que mantiene en pie este gravamen: Noruega. Es precisamente en el país nórdico, que no forma parte de la UE pero sí está asociado con la misma mediante un Acuerdo de Libre Comercio, donde recientemente se ha aprobado una subida del Impuesto de Patrimonio cuyos resultados han sido nefastos.
Así las cosas, el gobierno del socialdemócrata Gahr Store anunció hace un par de años que pretendía relanzar los ingresos fiscales con una subida sobre el Patrimonio. Se aprobó una subida del tipo marginal de referencia, que pasó al 1,1% y quedó aplicado a todos aquellos contribuyentes con una fortuna superior a los 2,4 millones de euros.
La oposición criticó la decisión de Store y recordó que el peso del gravamen sobre la recaudación total era de apenas un 1,5%, de modo que incluso una subida significativa de los ingresos habría tenido un efecto marginal sobre el presupuesto público. En cualquier caso, los socialdemócratas afirmaron que los cambios introducidos generarían 15 millones de coronas de ingresos adicionales, unos 12 millones de euros, y siguió adelante.
Lo que no anticipó el gobierno noruego fue la honda salida de capitales que se desataría tras la subida impositiva. Según ha publicado The Telegraph, medio centenar de grandes fortunas han abandonado el país y se han llevado con ellos un patrimonio agregado de más de 3.000 millones de euros. De acuerdo con el diario británico, la mayoría de ellos han puesto rumbo a Suiza.
El saldo final, en clave recaudatoria, ha sido desastroso. Aunque el gobierno anticipaba una subida recaudatoria de 15 millones de coronas (12 millones de euros), el resultado final ha sido un desplome de los ingresos públicos valorado en 594 millones de coronas (50 millones de euros).