El caso de Polonia es uno de los grandes éxitos de las últimas décadas de la economía de mercado. Son varios los analistas, las instituciones y los organismos que han analizado la evolución de la economía polaca después de la caída de la URSS y las conclusiones convergen en señalar a las reformas económicas e institucionales, el cambio de valores, la apertura comercial y la creación de un entorno atractivo para la inversión como las claves de este éxito.
Un pasado socialista
Como publicó Rainer Zitelmann en Libre Mercado, las condiciones bajo el sistema socialista polaco fueron realmente complicadas. Hasta el colapso del régimen, compraban prácticamente la totalidad de productos básicos mediante cartillas de racionamiento o con "cupones de reemplazo", de los cuales sólo recibían uno cada mes. Asimismo, lo normal era que funcionasen las colas (que podían durar horas), consecuencia, como es bien sabido en teoría económica, de la falta de un sistema de precios para asignar los recursos.
Por otra parte, de acuerdo a las declaraciones de Alicja Wancerz-Gluza (explica que, por ejemplo, "la militancia del padre de Alicja también ayudó a que su familia recibiese un vale especial para comprar un automóvil"), los militantes del partido se veían especialmente privilegiados respecto del resto de la sociedad, algo a lo que acostumbran este tipo de regímenes que se garantizan la servidumbre de buena parte de la población.
Las claves del éxito económico
Solamente con la transición hacia un sistema cercano al modelo occidental fue como Polonia pudo prosperar. El propio Zitelmann, en otro artículo para Libre Mercado, explicaba que, si bien durante el período socialista Polonia había sufrido altos niveles de pobreza y una hiperinflación del 260% en 1989 y del 400% en 1990, "gracias a las reformas de mercado que se aprobaron en los siguientes años [después de la caída de la URSS], el nivel de vida de los polacos aumentó considerablemente". De hecho, para el año 2016 Polonia ya había recuperado "todo lo perdido en ocho décadas (1910-1990)". Zitelmann apuntaba también que igual de importante fueron las reformas económicas e institucionales como la evolución de la cultura y la forma de pensar del pueblo polaco. Al fin y al cabo, como bien señala siempre el profesor Bastos, la pobreza y la prosperidad dependen tanto de un entorno de buenas instituciones como de los valores respecto al esfuerzo, el trabajo y el ahorro.
De acuerdo también con Zitelmann, otro de los factores fundamentales fue el liderazgo del ministro de Finanzas Leszek Balcerowicz (seguidor de las ideas de pensadores como Hayek o Mises), que "desarrolló un programa de reformas capitalistas que posteriormente se describió como una ‘terapia de choque’" que "consistió en liberalizar la economía y las empresas estabilizando la macroeconomía" privatizando empresas estatales, eliminando subvenciones innecesarias, reformando el mercado de trabajo, abandonado la fijación de precios y reemplazando los monopolios estatales (aunque también se devaluó el esloti, la moneda nacional polaca).
En concreto, desde su entrada en la UE, en el año 2004, su PIB per cápita aumentó hasta 2020 un 134,3%, siendo sus grandes fuertes "la solidez de su sistema bancario, una muy fuerte demanda interna y una eficaz utilización de recursos de los Fondos Estructurales Europeos". Entre 2008 y 2018, según la base de Our World in Data, este indicador pasó de los 19.012 de dólares a los 27.455 (un 44,41% más).
Del mismo modo, de acuerdo con la última ficha de la Oficina de Información Diplomática del Gobierno de España sobre el país, antes de la pandemia, Polonia registraba un crecimiento económico anual cercano al 5%, y frente a la crisis provocada por la pandemia fue uno de los países que menos se vio afectados, tanto de la UE como de la OCDE, con una caída de 2,7% del PIB.
Como muestra Eurostat, en el año 2021, este país ya superó los niveles previos de riqueza frente a casos como el de España, que no ha sido capaz de hacerlo hasta este trimestre.
Así, según el Polish Economic Institute, las previsiones de crecimiento del PIB son del 0,8% para 2023 y del 2,2% en 2024. En este sentido, de acuerdo con la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Exteriores español, "son la demanda interna y en segundo lugar la externa, siendo el consumo privado y la inversión, fundamentalmente en infraestructura, los componentes más dinámicos".
Y con datos del Banco Mundial, desde 2009 hasta 2019, con precios constantes en dólares y en base 2015, vemos que, a pesar de la crisis financiera, el PIB de Polonia creció considerablemente entre 2009 y 2010, ralentizó su ritmo de crecimiento (aunque continuó aumentando) entre 2011 y 2013 y, desde entonces, tomó un ritmo constante de crecimiento hasta la crisis provocada por la pandemia.
Por otra parte, de acuerdo con una publicación del ICEX en 2022, el gran crecimiento que desde hace más de dos décadas ha experimentado Polonia se debe, fundamentalmente, "a las reformas institucionales emprendidas, a la incorporación a la UE en 2004 (y a las transferencias comunitarias recibidas), y a una combinación adecuada de medidas de política económica", a lo que se añade la apertura comercial que ya hemos comentado y la creación de un entorno financiero y jurídico que destaca por las facilidades para la inversión.
Del mismo modo, atendiendo a los datos proporcionados por Eurostat sobre desempleo, podemos comprobar cómo Polonia goza de uno de los mercados de trabajo más sanos, pues en mayo de este mismo año su tasa de paro se situó en el 2,5%, la segunda más baja de toda la Unión Europea (sólo por detrás de Dinamarca, que registró un 2,3%). Así, este dato continúa una favorable evolución a la baja desde 2013, año en el que registró su punto más alto de la década con un 10,6%.
Además, de acuerdo con este informe elaborado por la Oficina Económica y Comercial de España en Varsovia, vemos que en 2020, y con una evolución muy similar desde 2016, por el lado de la oferta, "los sectores con mayor peso en el VAB de Polonia son: comercio, transporte y comunicaciones (28,77%), industria y energía (24,25%), otros servicios (21,19%) y actividades empresariales y servicios financieros (15,76%)", mientras que por el lado de la demanda "en 2020 el crecimiento del VAB ha estado en gran parte motivado por el consumo privado, con un 56% del PIB" (aunque, por el efecto de la pandemia, el consumo privado disminuyó "ligeramente".
También cabe comentar las exitosas políticas de rebajas fiscales que el gobierno polaco puso en marcha contra la inflación, que ya se comentaron en Libre Mercado. Como puede comprobarse en el portal del Ministerio de Finanzas, desde febrero de 2022 se aplica un tipo impositivo del 0% del IVA de los productos básicos de alimentación (tales como carne, pescado, productos lácteos, huevos y hortalizas, entre otros), que, por el momento, se aplicará hasta finales de 2023. Otras de las rebajas fiscales fueron la del IVA del gas (del 23% al 8%) y de la electricidad (del 23% al 5%). En este sentido, también se llevaron a cabo acciones para controlar el gasto público.
Algunos desafíos
Está claro que a Polonia, en general, aún le queda cierto margen de mejora, aunque especialmente en lo económico ya haya experimentado una transformación sin precedentes. Entre los desafíos a los que aún ha de hacer frente se encuentran la crisis demográfica, con una población activa cada vez más envejecida, una tasa de natalidad muy baja, la necesidad de modernización y la reasignación de factores productivos hacia sectores que puedan ser comercializados, que sean "de alto valor añadido" y "que propicien la acumulación de fuertes ganancias de productividad", según el artículo ya citado del ICEX.
Balance positivo y margen de mejora
Polonia es hoy la sexta economía de la Unión Europea y las condiciones de vida han mejorado considerablemente en un período de tiempo relativamente breve. Todo ello, gracias a la apertura económica y a haber dejado atrás su antiguo sistema de economía planificada. Y aunque ocupe el puesto número 40 en el Índice de Libertad Económica que elabora Heritage (un resultado, cuando menos, mejorable), podemos comprobar, no obstante, que estos resultados contrastan de forma llamativa con datos como los de España, que se encuentra en el puesto 51.