Trabajar menos cobrando lo mismo es una de las nuevas banderas de la izquierda. Íñigo Errejón o Yolanda Díaz están entre los principales promotores de una corriente que pretende culminar con la famosa semana laboral de 4 días que tantos recelos genera entre los empresarios.
De hecho, esta propuesta es uno de los puntos fuertes del programa electoral con el que la líder de Sumar se presentó a las pasadas elecciones generales. "Reordenaremos el tiempo de trabajo, incluyendo la reducción y la distribución de la jornada laboral, pero sin reducción de salario. En 2024 se establecerá por ley una jornada laboral máxima de 37,5 horas y se abrirá un proceso de diálogo social para seguir reduciendo la jornada hasta alcanzar las 32 horas semanales", que se transformarían en la mencionada semana de 4 días.
Yolanda Díaz también utilizó como reclamo electoral la utópica promesa de que todos los españoles saldrían "una hora antes del trabajo" si llegaba a gobernar.
¡Buenos días! ☀️ pic.twitter.com/nxQt3Gf61M
— Yolanda Díaz (@Yolanda_Diaz_) July 17, 2023
Tanto interés han despertado los horarios de los españoles en la ministra comunista, que también ha llegado a plantear crear una "Ley de Usos del Tiempo" completamente intervencionista que obligaría a adelantar el prime time de la televisión, entre otras ideas. Estos controles horarios podrían ser unos de los sapos que tendría que tragarse Pedro Sánchez a cambio del apoyo de Yolanda Díaz para seguir gobernando.
El proyecto piloto del Gobierno
Sin embargo, en este caso, al líder del PSOE no le costará mucho esfuerzo encaminar sus políticas a conseguir la semana de 4 días en la empresa privada debido a que es un experimento que su propio Ejecutivo ya ha estado ensayando a petición de Errejón. Subvencionándolo, claro.
Fue el pasado mes de mayo cuando el Gobierno anunció que 41 empresas se habían apuntado a su programa piloto para "demostrar que las empresas están abiertas a una nueva forma de organizar sus jornadas, con reducciones del tiempo de trabajo sin afectar a los salarios y mejorando sus resultados empresariales". Eso sí, será el contribuyente el que asuma el pago de hasta 200.000 euros por empresa que quiera premiar a su plantilla con menos trabajo, lo que demuestra que su implantación sin subvención no resulta viables. En total, es Estado pagará más de 2,8 millones de euros en este polémico proyecto, aunque podría llegar hasta los 9,6 millones.
Fedea carga contra la imposición
Lo primero que deberían tener en cuenta Sánchez o Díaz es que las reducciones forzosas de las jornadas laborales son un grave error debido a que cada sector, modelo de negocio o empresa particular tiene unas características concretas que deben ser tenidas en cuenta de forma individual. De hecho, empresas como Microsoft y Toyota ya han implantado la jornada de 32 horas entre su plantilla de forma voluntaria porque la clave está en la productividad.
En la misma línea va un informe publicado ayer lunes por Fedea, que critica que los políticos (sin mencionar a ningún partido en concreto) intenten forzar a las empresas a implantar este tipo de medidas. "El camino hacia semanas laborales de 4 días no está siendo, ni debe ser, el de la imposición legal, sino el de la adecuación a la productividad empresarial a través de la negociación colectiva o los pactos individuales con los trabajadores".
En el documento descartan que sea necesaria una Ley de reducción de la jornada máxima legal, como pretende Díaz, porque "la regulación vigente permite ya este modelo de distribución semanal de las jornadas, sin merma salarial, en las empresas donde resulta viable". Así, sus autores avisan de que "una Ley que impusiera esta fórmula de forma obligatoria y generalizada iría en contra de la heterogeneidad productiva con muy probablemente el efecto indeseado de reducción de salarios en los sectores con menor capacidad de adaptación a este sistema" añaden, ya que serían las empresas más pequeñas (las menos productivas) las más perjudicadas por el incremento de costes al que se enfrentarían.
Y no es que Fedea esté en contra de la semana de 4 días. Todo lo contrario. De hecho, consideran que es una gran fórmula para atraer talento y que generaría más actividad en determinados sectores. "El foco de la reducción de tiempo de trabajo no es tanto ahora el reparto de empleo, como sí sucedió en las 35 horas de Francia con enorme frustración, sino la atracción de talento laboral y la capacidad económica de producir con menos horas en contextos de digitalización. El impacto positivo en el empleo de las jornadas laborales semanales de 4 puede conseguir un aumento del consumo asociado al ocio en nuestras economías de servicios y entretenimiento, siempre que no bajen los salarios de los trabajadores, pero no por repartir tiempo y trabajo" señalan.
Fedea cree que "la jornada laboral semanal de 4 días es una idea atractiva, con gran recorrido futuro, que no debe conducir a espejismos ni a equívocos" y pronostica que acabará imponiéndose de forma natural: "La flexibilidad en el transformado tiempo de trabajo irá desembocando en estas jornadas semanales con los márgenes de productividad suficientes para conseguir sus objetivos positivos sin efectos contraproducentes" como ha venido ocurriendo en las últimas décadas (en 1850, en España, trabajábamos 11 horas de media y en 2015 trabajamos 8 horas, como recuerda Domingo Soriano en Libre Mercado). Por ello, la opción legal debe ser "añadir más flexibilidad en el tiempo de trabajo, mejorando, por ejemplo, los sistemas de distribución irregular de la jornada en defecto de la negociación colectiva, y no caer en el error de una reducción generalizada de las jornadas semanales o de la jornada anual vigente" concluye Fedea.