Durante los últimos veranos, Alemania ha registrado máximas de 25 grados y mínimas de 14 grados de media. La temperatura promedio del país es de 9 grados, con inviernos en los que se suele llegar a los 5 grados bajo cero. Sin embargo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático asegura que "la Tierra se calentará 1,5 grados para 2030" y, si las cosas siguen así, "las temperaturas de Múnich en 2050 serán como las de Marrakech". Así que, guiados por este fatal vaticinio, algunos estudios de arquitectura han planteado su particular solución: imitar la arquitectura árabe.
Nada de aire acondicionado o sistemas de climatización contaminantes. La idea es rescatar los muros altos y gruesos de arcilla transpirable con pequeñas ventanas, patio interior con fuente y jardín de naranjos, suelo de baldosa o piedra, colores claros para reflejar los rayos de sol y torres de ventilación con efecto chimenea para refrigerar las habitaciones.
"Lo que en Europa deberíamos aprender de estas técnicas tradicionales es, sobre todo, incorporar nuestras condiciones geográficas locales (el clima, el suelo, las mareas, la dirección del viento, la posición y el curso del sol) en el proceso de planificación y diseño", ha señalado la arquitecta Lina Ghotmeh en declaraciones a el periódico alemán Frankfurter Allgemeine.
Lo que proponen estos estudios de arquitectura es "utilizar los recursos que la naturaleza proporciona localmente para reducir las necesidades energéticas y las emisiones de CO2", una idea que, en la práctica, poco tiene de original. Es algo que se lleva realizando toda la vida y basta con echar un vistazo a las diferencias arquitectónicas de cualquier cortijo andaluz con un caserío vasco.
De hecho, la propia Ghotmeh reconoce que recurrir a la arquitectura árabe no resulta práctico porque, a pesar de las previsiones ambientalistas catastrofistas, el invierno en Alemania es húmedo y frío: "No se pueden simplemente trasladar las mismas tipologías arquitectónicas y técnicas de construcción de una zona de clima tropical y seco a una zona de clima templado como en Alemania. Las ideas tendrían que adaptarse al nuevo contexto."
Arcilla, paja y madera en lugar de hormigón
El periódico también recoge la opinión del arquitecto Roswag-Klinge, que propone abandonar los materiales de construcción modernos como el hormigón y recuperar elementos tradicionales como la madera, la paja y la arcilla: "Tenemos que reducir la proporción de vidrio, aunque este ideal de modernidad todavía esté profundamente arraigado en los arquitectos y en la cultura de la construcción moderna", señala Roswag-Klinge. "Por eso tenemos que pensar juntos en la transición de la construcción y la agricultura, para plantar materiales que puedan usarse para la construcción ecológica, por ejemplo, creando zonas pantanosas para el cultivo de juncos o de maderas de rápido crecimiento, como los álamos, en lugar de los abetos".
Según Roswag-Klinge, la construcción de viviendas en Alemania debería recuperar la arcilla porque "puede absorber muy bien la humedad del aire interior y liberarla nuevamente, lo que puede evitar el moho y conseguir un clima interior agradable sin necesidad de sistemas de aire acondicionado". También deberían combinarse con aislamientos de fibras naturales disponibles en la zona como "paja, cáñamo o caña", que son biodegradables y se le pueden añadir pisos a la estructura con entramados de madera. Así que, en resumen, la arquitectura ecologista implica una vuelta al pasado, a los mismo sistemas que se descartaron por su elevado coste, alto mantenimiento y poca durabilidad y, eso sí, rezar para que no haya incendios.