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Las maniobras del Gobierno en Prisa restan atractivo a los intereses de Vivendi

El afán de Moncloa por encontrar un caballero blanco que rescate a Prisa y permita mantener su filiación a Sánchez hace que Vivendi pierde interés.

El afán de Moncloa por encontrar un caballero blanco que rescate a Prisa y permita mantener su filiación a Sánchez hace que Vivendi pierde interés.
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La sorpresa que deparó el 23-J ha cambiado por completo el destino que parecía aguardar a Prisa, un destino que pasaba por la toma de control de Vivendi, quien hasta aquel mismo día trabajaba para conseguir un socio español que permitiera al grupo francés superar los escollos legales y políticos que blindaban el control de Prisa en manos de Joseph Oughourlian, y por tanto, de Pedro Sánchez.

Vivendi necesitaba por un lado facilitar al Gobierno resultante de las elecciones levantar los blindajes legales que permitieran la toma de control de la compañía, lo que con un socio español era mucho más sencillo, y por otro lado, que esta alternativa permitiera si el color político en Moncloa así lo facilitaba, la toma de control de contenidos del grupo.

No en vano, la opción de Vivendi se antojaba la mejor de las alternativas para Prisa desde el punto de vista estrictamente financiero, ya que el grupo dueño de El País y la SER está técnicamente en quiebra y cada día que pasa tiene más problemas para hacer frente a sus compromisos financieros. Un patrimonio neto negativo de más de 500 millones de euros y una deuda creciente en el entorno de los 1.000 millones, hacen que los pilares contables de Prisa lleven demasiado tiempo temblando.

Sin embargo, el sanchismo considera a Prisa estratégica para mantener mediáticamente su régimen de Gobierno y sus alternativas de coalición con golpistas y herederos de ETA. Para blanquear las leyes de amnistía o las concesiones de referéndums, así como cualquier iniciativa que continúe vaciando los bolsillos de los españoles vía impuestos.

Por este motivo, tras ese día, tras el 23 de julio y después del reparto de fuerzas parlamentarias que otorgó el resultado de las urnas, los terminales financieros y mediáticos de Sánchez, concretamente Miguel Barroso, según publican distintos medios, se apresuró a retomar la búsqueda de un socio afín a Sánchez para Prisa y neutralizar así la opción Vivendi. Dicho de otro modo, si se cumplía el pronóstico de las encuestas y Feijóo llegaba a la Moncloa, Barroso y Sánchez daban por perdido el control de Prisa, pero tras las elecciones, el control de Prisa resultaba absolutamente prioritario para los intereses del presidente del Gobierno en funciones. Más aún consciente de los peajes políticos que iba a tener que pagar gustoso para seguir en la Moncloa.

En las tripas del grupo Prisa, sin embargo, la cosa va por barrios. Algunos sectores, nos cuentan, veían en Vivendi la garantía de que la compañía continuaría funcionando con normalidad (con la normalidad que se puede trabajar cuando pesa sobre ti una deuda de 1.000 millones, nos dicen). Otros, consideran que por fin se despeja el camino para continuar manteniendo su corazón sanchista. La viabilidad económica, en este otro sector, se da por supuesta. Confían ciegamente en que Barroso conseguirá salvar de nuevo la situación.

El problema, según nos cuentan fuentes de mercado, es que evidentemente estas maniobras de la maquinaria propagandística de Sánchez podrían haber dado la puntilla a los intereses de Vivendi. El grupo galo es perfectamente consciente de la situación financiera de Prisa, y el esfuerzo económico que hubiera supuesto la toma de control de la compañía, pero podría servir a su negocio con un Hub con potencial en España (no en vano, la implantación de la SER con antenas en toda España no deja de ser un activo muy atractivo para el modelo de negocio de Vivendi).

Pero estas fuentes señalan que si el empeño en Prisa va a suponer una batalla con el Ejecutivo de Sánchez, los esfuerzos dejarían de estar justificados y, por lo tanto, sus opciones pierden atractivo.

La consecuencia lógica si Vivendi desiste de su estrategia en España es que Prisa, el grupo de comunicación que llegó a ser "el imperio del monopolio", como se le conocía en su momento, el gran grupo de comunicación de España, pierde su mejor baza hasta la fecha para sanear su crítica situación financiera.

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